viernes, 22 de septiembre de 2023

MISTERIO EN VENECIA (A Haunting in Venice)



Kenneth Branagh me resulta desconcertante. Tan pronto realiza una película emotiva y plena de personajes detallistas y creíbles, como estrena un producto prefabricado, artificial y de escaso rigor. Es capaz de sorprender con unas interesantes adaptaciones de Shakespeare para, acto seguido, tratar de alzarse como referente del cine de acción o de superhéroes. El mismo autor de “Belfast”, “Enrique V” y “Los amigos de Peter” firma las últimas versiones de “Muerte en el Nilo” y “Cenicienta” y, desde luego, cuesta creer que las citadas películas provengan del mismo cineasta. Además, todo parece indicar que le ha cogido un gran cariño al personaje de “Hércules Poirot”, protagonista de las novelas de Agatha Christie aunque, a mi juicio, recrea al célebre detective de un modo artificioso y fingido. Me sobrecarga su acento forzado, su bigote postizo y, sobre todo, su teatralidad interpretativa, excesivamente gesticulante y exagerada, como si necesitara subrayar cualquier característica del personaje hasta convertirlo en una caricatura inverosímil.

En una de tantas magníficas escenas de la cinta “Las horas”, de Stephen Daldry, Ed Harris se dirige a Meryl Streep en estos términos: “Señora Dalloway, siempre organizando fiestas para disimular el vacío”. Dicha frase resume a la perfección los tres largometrajes de Branagh sobre la figura de Poirot: una enorme  aparatosidad visual para disfrazar la ausencia de contenido real. Un pasatiempo sin mayores aportaciones artísticas. Sin duda, la belleza de Venecia, los colores llamativos, el vestuario de época y la pulcritud estética subyugan y atraen a los espectadores. Asimismo, los aspectos técnicos reflejan calidad y cuidado. Sin embargo, tampoco sirven para sostener por sí solos un metraje de apenas cien minutos y con un estilo narrativo que desconcierta.

En vez de ofrecer la esperada intriga y tensión que generan los crímenes objeto de la investigación, el cineasta se empeña en dotar a la obra de un toque cómico y pretendidamente divertido que, en realidad, neutraliza cualquier atisbo de suspense. Se evidencia un considerable esfuerzo por desorientar al público a través de los giros de guion y el reguero de pistas falsas, pero se trata de distracciones cuya efectividad se limita a una parte de la proyección. Al final, la vacuidad de la propuesta queda al descubierto.

En la Venecia posterior a la Segunda Guerra Mundial se produce un aterrador suceso, coincidiendo con la víspera de la festividad de Todos los Santos, que obliga a retornar a la actividad al mejor detective del mundo. Mientras disfruta de su jubilación en la mítica ciudad, el investigador Hércules Poirot se verá arrastrado a regañadientes a resolver un nuevo caso. Asiste a una sesión de espiritismo en un palacio en ruinas y, por lo visto, embrujado. Cuando otro de los invitados a la cita sobrenatural aparece asesinado, el detective sorteará un montón de secretos y embustes hasta descubrir la verdad.

Confío en que, con este film, Branagh zanje definitivamente su relación profesional con Poirot, habida cuenta de que ya ha demostrado capacidad y talento de sobra para no desperdiciarlos de esta manera. Para rematar mi desafortunada experiencia con este “Misterio en Venecia”, tuve que presenciar la participación en el reparto de la actriz Michelle Yeoh (una de mis fobias personales que, por supuesto, no tiene que ser compartida por otros). Desde que padecí su actuación en la inexplicable “Todo a la vez en todas partes”, he desarrollado una suerte de alergia que me inhabilita para disfrutar de cualquier título en el que intervenga. Al menos, reconozco mi patología, si bien me consta no soy en el único. Completan el elenco Tina Fey (“Saturday Night Live”), Jamie Dornan (“La corresponsal”, “Cincuenta sombras de Grey”) y Riccardo Scamarcio (“A Roma con amor”, “John Wick: Pacto de sangre”).



No hay comentarios: