El
director sueco Lasse Hallström, aunque presenta una trayectoria un tanto
irregular, resulta efectivo y posee notables dosis de sensibilidad y capacidad
para filmar hermosas películas. Nominado al Oscar en tres ocasiones, comenzó su
andadura profesional rodando los videoclips del grupo musical Abba, para dar
posteriormente el salto al panorama cinematográfico internacional con “Mi vida
como un perro”, cinta que obtuvo en 1988 el Globo de Oro al mejor film de habla
no inglesa. Realizador de largometrajes tan sobresalientes como “Las normas de la casa
de la sidra” y de un puñado de títulos meritorios como “La pesca del salmón en
Yemen”, sus trabajos se caracterizan por basarse en historias sentimentales y
agradables, entre ellas “Siempre a tu lado (Hachiko)” o “Un viaje de diez
metros”. Cuenta con un don para abordar los dramas del modo más adorable
posible y de dulcificar la percepción del espectador gracias a amables presentaciones
artísticas, por mucho que los temas que trate no dejen de ser serios y
espinosos.
Ahora
se acaba de estrenar en España a través de la plataforma Filmin su último
proyecto, “Hilma”, la biografía de Hilma af Klint, una de las primeras pintoras
que se atrevió a realizar arte abstracto y que se convirtió en una
importantísima figura de la Historia de Suecia. A diferencia de la de numerosos
artistas coetáneos, su producción artística fue incomprendida y olvidada hasta
mucho después de su muerte. Falleció en 1944, disponiendo en su testamento que
sus cuadros no se expusieran en público hasta veinte años después, convencida
de que hasta entonces no se podrían valorar y ni comprender.
Siempre
quedará la duda de si esta visión endulzada de Hallström supone un fiel reflejo
de tales acontecimientos. Quizá no, pero la narración funciona y agrada, si
bien no alcanza los mejores niveles ya demostrados por él. Propuesta afable,
aunque algo plana, se ve con complacencia siempre que no se esperen excesivas
originalidades ni visiones extremas. Unos tonos pastel, una bella música y una
recreación elegante sirven para acomodarse y soportar con facilidad un duro
relato que tal vez pudiera haberse elevado a un tono más cruento y realista
pero que, entonces, no llevaría el sello de un cineasta que siempre mima al espectador
y lo arropa con esmero, convirtiendo en una grata experiencia lo que, en manos
de otros, hubiera derivado en una crítica ácida y dolorosa.
Aun
así, el tema central se expone con claridad y no es otro que las dificultades
para que, por aquel entonces, una mujer pudiera desarrollarse de manera libre y
creativa, víctima de los sinsabores de la vida entre los límites de una
sociedad puritana. Después de haber visto a estas alturas tantísimos filmes
decepcionantes, me ha resultado una delicia asistir a una proyección de
duración razonable (menos de dos horas), corte clásico y tratamiento delicado.
En el fondo, soy consciente de lo engañoso de la oferta, dado que una artista
inadaptada y rebelde no casa con esta mirada casi bucólica, pero en esta
ocasión lo permito con gusto.
Dada
la extensión temporal que refleja, ha habido que recurrir a dos actrices para
encarnar a la protagonista: Tora Hallström (hija del director) en su juventud,
y Lena Olin (su esposa) en su madurez. La primera ha intervenido también a las
órdenes de su padre en “Un lugar donde refugiarse” y la citada “Siempre a tu
lado (Hachiko)”. La segunda, con una filmografía más completa, ha interpretado
papeles en “Enemigos, A Love Story” (por la que fue candidata a la estatuilla
dorada de Holywood), “Habana”, “Fanny y Alexander”, “La insoportable levedad
del ser”, “Chocolat” o “El lector”, entre otras. Ambas llevan a cabo su labor
con solvencia.
A
cargo de papeles secundarios figuran Lily Cole (“Blancanieves y la leyenda del
cazador”) y Jens Hultén (“Misión imposible: Nación secreta”, “Skyfall”).
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