Aunque
me gusta el cine en general y cuento con películas favoritas en prácticamente
todos los géneros, lo cierto es que soy más receptivo a algunos y menos a
otros. Y mezclar el terror con la fantasía constituye un reto complicado que,
al menos en mi caso, me pone a la defensiva. Scott Derrickson acaba de estrenar
en España “Black Phone” (sin traducción del título original). Cineasta norteamericano
especializado en esta modalidad cinematográfica, repasando su filmografía nos
encontramos con “El exorcismo de Emily Rose”, la versión de “Ultimátum a la
Tierra” de 2008, “Sinister”, “Líbranos del mal” y la primera entrega de las
aventuras de “Doctor Strange”. Quizá sea esta última la que más se aleja de una
clara línea conceptual pero, en todo caso, se trata de un director amante del
terror que ha construido su carrera sobre este tipo de propuestas.
Con
“Black Phone” continúa por este camino y ofrece un film correcto, producto de
su solvente y avalada experiencia en estos temas. No obstante, por mucho que se
quiera innovar, para asustar a los espectadores siempre se termina recurriendo
a las viejas fórmulas y a los anzuelos tradicionales. Ello, unido a una variante
más propia del género fantástico, supone que yo empiece a tolerar menos la base
de la trama y me resulte menos eficaz el propósito de la historia. Y es que, al
final, buena parte de la senda de estas propuestas debe recorrerla el propio
público, aportando su predisposición a aceptar planteamientos discutibles y a
caer en las trampas visibles de la intriga y del temor que desea provocar el
guion.
Durante
la década de los setenta en el Medio Oeste estadounidense, un enmascarado
secuestra a un tímido pero perspicaz niño, encerrándolo en un sótano insonorizado
donde de nada le servirán sus gritos. El menor encuentra un teléfono negro, en
principio roto y sin conexión, pero que empieza a sonar, contactando con las
voces de quienes han sido las anteriores víctimas del criminal, y que quieren
ayudarle para librarse del trágico final al que se ve abocado.
La
narración es hábil y la recreación, eficaz. Un limitado metraje apenas superior
a la hora y media beneficia al relato y conforma un largometraje muy dirigido a
un espectador concreto, aficionado al terror y susceptible de angustiarse como
forma de disfrute. Sea como fuere, se percibe cierto estancamiento del modelo.
Y, aunque se ofrezcan sustos muy logrados y la atmósfera se torne lúgubre, no
deja de ser una cinta insustancial que apenas entraña cierto pasatiempo, más o
menos suficiente en función de las expectativas y exigencias de cada persona.
Figura
en el reparto Ethan Hawke, quien ya colaborara con Derrickson en “Sinister”. El
joven y cohibido estudiante de “El club de los poetas muertos”, que logró gran
aceptación mundial gracias a la atípica trilogía iniciada con “Antes de
amanecer”, ha ido evolucionando hacia un cine de mayor acción e intensidad. La
sobrevalorada saga de “La purga”, la nueva versión de “Los siete magníficos” o
“Ciudad de asesinos” dan buena prueba de ello. Sin embargo, puede al mismo
tiempo presumir de títulos tan relevantes como “Gattaca”. Desde luego, su
intervención en “Black Phone” no mejorará su trayectoria profesional.
Le
acompañan el debutante Mason Thames, Madeleine McGraw (la niña de “El
francotirador”, de Clint Eastwood), Jeremy Davies (“Solaris”, “Secretary”) y E.
Roger Mitchell (“Barry Seal: El traficante”, “The Equalizer: El protector”).
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