“Expediente Warren” se ha convertido en una
saga cinematográfica diversa que, además de la trilogía de cintas estrenadas
con idéntica denominación (“The Conjuring” en el original), incluye las más excéntricas
y discutibles “Anabelle”, “La monja” y “La llorona”. Ahora se estrena
“Expediente Warren: Obligado por el demonio” para engrosar esta serie de
largometrajes de irregular calidad que ya muestra evidentes signos de
agotamiento. Detrás de este particular universo especializado en el género de
terror se sitúa el productor y director James Wan. De nacionalidad australiana,
ascendencia china y marcado estilo anglosajón, logró su mayor éxito comercial
con el film “Fast & Furious 7” (más de mil quinientos millones de dólares
recaudados a nivel mundial), aunque se dio a conocer a través de muestras tan
sangrientas y retorcidas como “Saw”, dedicándose alternativamente a la
producción de sus secuelas.
Títulos como “Silencio desde el mal” o
“Insidious” (que también ha dado lugar a una trilogía y a otro cuarto capítulo
en fase de preproducción) evidencian claramente la clase de cineasta que es Wan
y, desde luego, resulta incuestionable que no ha nacido para rodar comedias
románticas. Sus películas son fiel reflejo del mal y de la crueldad humana,
unidas a veces a influencias espirituales destinadas básicamente a aterrorizar
a los espectadores. No obstante, se le debe reconocer su eficacia dado que, a
las elevadas recaudaciones de sus trabajos, se añade cierto reconocimiento de
la industria como autor con estilo propio. En este caso, Wan aparece en los
créditos como productor, siendo el realizador Michael Chaves, responsable de la
citada “La llorona”, uno de los ejemplos más flojos de toda la saga. Chaves no
posee la contundencia de Chan, ni su facilidad para narrar visualmente,
perdiéndose en mayor medida en los tópicos y las herramientas más reiteradas y
oxidadas de esta modalidad de cine.
Nuevamente está basada en las experiencias de
la pareja formada por Ed y Lorraine Warren, dos parapsicólogos dedicados al
estudio de los más extraños episodios paranormales. Ambientada en los años
ochenta, en esta ocasión estudian el caso de un hombre acusado de un homicidio
tras hallarse supuestamente poseído por un demonio. Sus dos antecedentes
previos (“Expediente Warren” y “Expediente Warren: el caso Enfield”) se
revelaron claramente mejores. Aquí existe menos emoción y, sobre todo, menor capacidad
para la sorpresa. Tal vez el resultado final satisfaga a sus incondicionales pero, más
allá de los aficionados más fervientes, dudo que coseche ningún aplauso. Los
personajes y la trama pecan de estar exprimidos hasta el límite y esta nueva
entrega no hace sino rebajar el listón del serial. El producto, de hecho,
parece haberse gestado como una serie de televisión más que como una saga de
largometrajes para la gran pantalla. Incluso la decadencia se ha trasladado a
la taquilla, habida cuenta que “Expediente Warren: Obligado por el demonio” ha
descendido en su recaudación de forma notoria con relación a sus predecesoras. Quizá
la situación de Covid-19 haya influido, pero la pura realidad es que se trata
de una propuesta agotada y, a mi juicio, convendría darle carpetazo definitivo
para detener su deterioro.
Encabezan de nuevo
el reparto los actores Patrick Wilson y Vera Farmiga. Al primero le hemos
podido ver en “Watchmen”, “Hard Candy” y “Young Adult”, y a la segunda en las
más interesantes “Infiltrados”, “El niño del pijama a rayas” y la deliciosa “Up
in the Air”. Como intérpretes secundarios figuran John Noble (“El señor de los
anillos: el retorno del rey” y su anterior entrega “Las dos torres”) y Eugenie
Bondurant (“Los juegos del hambre: Sinsajo parte 2”).
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