El problema racial en los Estados Unidos es algo más que una herida sin cicatrizar del todo. Se trata de una hemorragia que, en pleno siglo XXI, no ha dejado de sangrar y sigue generando una fuente de resquemores, resentimientos y odios latentes en la sociedad norteamericana. Ese conflicto impregna buena parte de su cultura y, por supuesto, también el Séptimo Arte cuenta con multitud de títulos memorables que, en mayor o menor medida, denuncian la discriminación, el racismo y el enfrentamiento ciudadano. “Adivina quién viene esta noche”, “Arde Mississippi”, “Crash”, “12 años de esclavitud”, “Malcolm X”, “En el calor de la noche” o la más reciente “Fences” son algunos ejemplos de cómo el cine se ha visto compelido a abordar el cisma que, a lo largo de la historia estadounidense, separa y divide a las personas a causa del color de su piel.
Por lo que respecta a la cineasta Kathryn Bigelow, pasará a la Historia por ser la primera mujer ganadora de un Oscar a la mejor dirección. Esta valiente y audaz californiana posee un talento natural para dotar de intensidad y ritmo a sus películas. Incluso cuando rodaba largometrajes de menor calado político e inferior trascendencia cinematográfica destacaba sobre la mayoría de propuestas similares. Personalmente me gustaron “Le llaman Bodhi” y “Días extraños” (cinta, en mi opinión, minusvalorada injustamente) y, aunque en su filmografía figuren trabajos prescindibles, destacan otros como “En tierra hostil” o “La noche más oscura”, muestras más que evidentes de un estilo potente, vehemente y sin remilgos.
Ahora traslada a la gran pantalla unos hechos reales con el fin de denunciar la situación por la que atraviesa la ciudadanía afroamericana de su país. En el verano de 1967, la Policía llevó a cabo una redada en un local clandestino regentado mayoritariamente por miembros de la comunidad negra. Dicha incursión policial acabó con la muerte de tres hombres afroamericanos y la brutal paliza a otros siete y a dos mujeres de raza blanca. Aquellos sucesos desencadenaron unos violentos disturbios raciales que asolaron la ciudad norteamericana de Detroit y que se saldaron con decenas de fallecidos y numerosos daños materiales. Constituyó uno de los levantamientos ciudadanos más importantes de la historia de los Estados Unidos.
Pese a estar ambientada en la década de los sesenta, no resulta difícil remover su trama y su acertada recreación de una sociedad violenta a otra época. Dura en su planteamiento y visceral en su forma de ser plasmada, transmite con éxito la pasión que encierra y una especial habilidad para el dinamismo narrativo. Supone una apuesta atrevida y una oportunidad aprovechada para advertir sobre los problemas de convivencia que persisten todavía a día de hoy. Tal vez sea ese claro propósito educativo y acusador el único rasgo que pudiera considerarse un inconveniente, ya que le resta agudeza a la hora de exprimir a personajes y situaciones. Encaja más en el formato de una lección para ser aprendida que en el de una obra para ser disfrutada y eso se percibe a medida que avanza su excesivo metraje. El realismo es de tal magnitud que impide cualquier rastro de recreación artística. En ese sentido, puede criticarse cierto déficit creativo, estético y personal. No obstante, su visión es sumamente aconsejable desde el punto de vista docente, en aras a realizar un análisis reflexivo de nuestro mundo, que dista mucho de avanzar como es debido en materias como los Derechos Humanos y la tolerancia.
Formando parte de un elenco que se pone en su conjunto al servicio de la credibilidad del relato, destacan los actores John Boyega (“Star Wars: Episodio VII - El despertar de la Fuerza”), Will Poulter (“El renacido”) y Anthony Mackie (“En tierra hostil”, “Million Dollar Baby”).
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Datos del film
Año: 2017
Duración: 143 min.
País: Estados Unidos
Director: Kathryn Bigelow
Guion: Mark Boal
Música: James Newton Howard
Fotografía: Barry Ackroyd Reparto John Boyega, Jack Reynor, Hannah Murray, Anthony Mackie, Will Poulter, Jacob Latimore, Jason Mitchell, Kaitlyn Dever
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