Hacía mucho tiempo que un drama romántico no asaltaba los primeros puestos de la taquilla norteamericana y lograba alzarse con una buena recaudación dado que, normalmente, esos privilegiados lugares se reservan para películas de acción y comedias disparatadas. Según una página oficial de recaudaciones de Hollywood, la cinta Todos los días de mi vida ocupa el sexto puesto de las más taquilleras de la historia del cine en este subgénero cinematográfico. Sus ciento veintidós millones ingresados le bastan para asentarse en tan cómoda posición solo por detrás de los ciento veintinueve que consiguió en 1982 Oficial y Caballero; de los ciento cincuenta y tres de Jerry Maguire (aunque en mi opinión este título está más en la comedia que en el drama); de los ciento noventa y ocho de Pearl Harbor; de los doscientos diecisiete de Ghost y, por supuesto, muy por detrás de los seiscientos de Titanic. Ya sé que esto de las calificaciones por géneros es muy discutible, y que algunos incluirían dentro de esta categoría a la saga Crepúsculo (que, por su vertiente vampírica, se la ha colocado en un apartado diferente) pero, dando por buenos los criterios que se hayan usado para elaborar el listado, la conclusión es que han pasado muchos años hasta que un film de estas características ha llevado a tanta gente a las salas de cine.
Obviamente, no existe una regla que indique que la calidad de un largometraje tenga una relación directa con su ascenso en las listas de éxito. Si está ahí es simplemente porque, de alguna manera, ha conectado con buena parte del público y, en ese sentido, el respeto hacia el producto resultante es máximo. En mi opinión el film es blando, a ratos incluso algo insulso, carente de diálogos brillantes o siquiera de personajes que enganchen pero, estas películas, centradas en los sentimientos y en el romanticismo (de las que, me confieso, soy fan) les basta el tocar esas fibras sensibles que los espectadores tienen para que funcionen muy por encima de las expectativas. Son esas misteriosas fibras sensibles que cada uno tenemos y que hacen que una determinada escena nos conmueva sobremanera, pese a que al de al lado la misma secuencia le produzca risa. Son esos incontrolables circuitos nerviosos que poseemos y que hacen que a unos se les haga un nudo en el estómago mientras que, a otros, les entre el sopor. Es, simplemente, inexplicable y, a diferencia de lo que decía en agente Fox Mulder en Expediente X, la verdad no está ahí fuera, sino ahí dentro, en el interior de cada uno.
Yo, personalmente, y aún reconociéndole varias escenas bonitas y entrañables, la posiciono muy por debajo del lugar que ha ocupado en el listado de las más taquilleras. Que películas como El paciente inglés, Memorias de África, Los puentes de Madison o, incluso, El diario de Noa (protagonizada por la misma actriz que Todos los días de mi vida) queden relegados a puestos más retrasados me es incomprensible pero, en cuestión de gustos, no ha nada escrito.
A continuación el trailer en español y en versión original.
A continuación el trailer en español y en versión original.
En versión original
Película: Todos los días de mi vida. Título original: The vow.
Dirección: Michael Sucsy.
País: USA. Año: 2012. Duración: 104 min. Género: Drama, romance.
Interpretación: Rachel McAdams (Paige), Channing Tatum (Leo), Jessica Lange (Rita), Scott Speedman (Jeremy), Sam Neill (Bill), Jessica McNamee (Gwen).
Guion: Jason Katims, Abby Kohn, Marc Silverstein y Michael Sucsy.
Producción: Gary Barber, Roger Birnbaum y Paul Taublieb.
Música: Michael Brook y Rachel Portman.
Fotografía: Rogier Stoffers.
Montaje: Melissa Kent y Nancy Richardson.
Diseño de producción: Kalina Ivanov.
Vestuario: Alex Kavanagh.