Descubrí
a Dexter Fletcher en el tránsito de la década entre los ochenta y los noventa a
través de una pintoresca serie juvenil titulada en España “La pandilla
plumilla” (“Press Gang”), donde unos jóvenes intentaban sacar adelante un
periódico local. Fletcher explotaba por aquel entonces el estereotipo de
gamberro atrayente, de chico “malote” pero con chispa, que sacaba de quicio y
engatusaba por igual a todo el mundo. Quién iba a decir que ese chaval
descarado se haría un hueco en el mundo del cine, llegando a dirigir películas
de éxito mundial como “Rocketman” (biopic de Elton John) y siendo un habitual
actor secundario, normalmente a cargo de personajes desvergonzados e insolentes,
pero con atractivo. Ahora se ha situado detrás de la cámara para realizar “Ghosting”
(curiosamente, un título en castellano cuyo original es “Ghosted”), palabra de
traducción confusa que se refiere a un film de pretendida acción cómica.
Combinar
humor y acción resulta siempre un reto interesante que, si se hace bien, puede
dar lugar a un entretenimiento satisfactorio y disfrutable. En ocasiones, sin
embargo, esa mezcla se torna artificial y forzada, conformando un producto con
el que es imposible obviar el engaño y la falsedad de la propuesta. “Ghosting” contiene
secuencias con chispa, de esas que logran provocar la sonrisa con facilidad, y
se regodea con situaciones a medio camino entre lo hilarante y lo descarado,
protagonizadas por una pareja que se atrae mutuamente mientras finge un falso
desdén mutuo. En definitiva, un efectivo anzuelo para que el espectador pique y
se enganche a la trama.
Dicho lo
cual, una vez se introducen en la historia las intrigas de espías, las
persecuciones entre buenos y malos y las misiones secretas, el despropósito
toma el mando de la narración y asistimos a un sinfín de coreografías de luchas
y explosiones imposibles que, a medida que avanza el metraje, tan sólo evidencian
el disparate que se proyecta. La tensión entre la mujer y el hombre, que
continúan discutiendo y lanzándose reproches y miraditas por igual (es decir,
la parte cómica del largometraje) intenta sostener el cúmulo de patadas
voladoras, pistolas que disparan un número infinito de balas y caídas por barrancos
que terminan con una heroína sonriente de labios perfectamente pintados mirando
picaronamente a su compañero.
Soportar
cerca de dos horas sin que al público le ronde por la cabeza la certeza de la
patraña que está viendo resulta muy complicado, por no decir imposible. Sin
embargo, cabe también la posibilidad de que, alcanzado el centenar de muertos y
terminando la intrépida agente secreta por décima vez con un batallón de rudos
hombres armados, a base de puntapiés e ingenio, entierren los espectadores su
parte racional y se limiten a contemplar el espectáculo visual. En ese caso,
tal vez disfruten.
“Ghosting”
se ha estrenado en la plataforma Apple TV+ y supone la tercera colaboración
entre la actriz Ana de Armas y el actor Chris Evans, después de coincidir en la
primera parte de “Puñales por la espalda” y “El agente invisible”. No se puede
negar que forman una buen tándem, si bien confío en que sus proyectos futuros
dispongan de un guion más trabajado. Ella, con una nominación al Oscar y dos al
Globo de Oro, ha demostrado su valía en títulos como “Blonde” o “Blade Runner
2049”, aunque parece querer consolidar su posición en Hollywood colaborando en
cintas de acción desmedida. No deja de ser una opción razonable, en tanto en
cuanto no se encasille y se abra también a otras propuestas. Evans, popular
gracias al personaje de “Capitán América” en innumerables producciones de la
factoría Marvel, debutó también como cineasta con la interesante “Antes de que
te vayas”, demostrando así que es capaz de dar algo más que puñetazos.
Como
intérpretes secundarios figuran un desaprovechado Adrien Brody (estatuilla
dorada al mejor actor por “El pianista”), Anthony Mackie (Falcon en “Los
Vengadores”) y Ryan Reynolds (“Deadpool”, “Definitivamente, quizás”).