James
Wan es un cineasta especializado en los géneros de acción y terror. Nacido en
Malasia pero nacionalizado australiano, se halla detrás de las sagas “Saw”,
“Expediente Warren” e “Insidious”, con puntuales aportaciones a otras como
“Fast & Furious”. A lo largo de su carrera ha rodado algunos largometrajes
interesantes aunque, al contemplar su filmografía en conjunto, no puedo evitar
percibir la artificialidad de su arte. Reconozco que la modalidad
cinematográfica que los anglosajones denominan “Horror” resulta muy específica
y, para quienes no nos consideramos grandes aficionados a la misma, tiende a
parecernos repetitiva y con escasa sustancia. Wan se manifiesta como un creador
centrado en la imagen, si bien a costa de despreocuparse de esa parte creativa
de los personajes y la trama. Constituye uno de los máximos exponentes de un
tipo de cine más próximo al entretenimiento asociado a los videojuegos que al del
Séptimo Arte.
Por
ello, tampoco procede descartar que los amantes del género alcancen un nivel de
diversión y esparcimiento que colme sus expectativas, razón en principio
suficiente para reconocer al realizador ciertos méritos, además de una
incuestionable habilidad técnica. Sin embargo, para quienes amamos el cine en
su visión más global, la propuesta de Wan se nos queda pequeña. La tensión e
intriga que ofrece, por elaboradas que se presenten desde un punto de vista
visual, no dejan de ser simples cuando se analizan el guion y los protagonistas.
Por lo que a mí respecta, a los pocos minutos me desconecté de una historia, a
mi juicio, previsible, demasiado reiterativa y carente de un mínimo de
originalidad cinematográfica y credibilidad artística.
La
película cuenta las desventuras de Madison, una mujer que sufre unas macabras
pesadillas que la dejan paralizada y aterrada, impidiéndole conciliar el sueño.
No obstante, lo más grave se produce cuando termina descubriendo que dichos
sueños se traducen en hechos de la vida real, agravando así su miedo y su
desesperación.
Estas
producciones disponen de un bajo presupuesto que, curiosamente, se rentabiliza
de manera positiva en taquilla, hasta el punto de que ya no hace falta estrenar
el fin de semana de Halloween para lograr buenos resultados. De ahí que las
obras de James Wan sean tantas, con apenas cuarenta y cuatro años, y que se
esté convirtiendo en un referente para numerosos seguidores a la búsqueda
permanente de estas propuestas. Cabe destacar que impregna casi cada plano de
una potencia atrayente y colorida. Asimismo, maneja con destreza los tiempos
narrativos de la tensión y el suspense, de modo que su público a menudo se deja arrastrar por ese
laberinto de sustos. En resumen, un envoltorio excesivo, gran cantidad de
adornos y abundantes trucos de magia, pero parca enjundia en cuanto a la
dirección de actores y al contenido del relato. Una simpleza muy bien
condimentada.
Como
miembro del elenco figura Annabelle Wallis, vista en otros títulos ideados por Wan,
entre ellos dos de las entregas de “Annabelle”, así como en “La momia”, que
protagonizó Tom Cruise, o “X-Men: Primera generación”. También participan Jacqueline
McKenzie (“El maestro del agua”, “Deep Blue Sea”) e Ingrid Bisu (“Expediente
Warren: Obligado por el demonio”, “La monja”).
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