viernes, 18 de marzo de 2011

TORRENTE 4: CRISIS LETAL


Una de las cualidades que me maravilla de las palabras es, a la vez, uno de sus principales hándicaps. Consiste en que un mismo concepto posea varios significados, de tal manera que, en función de quien lo pronuncie o lo escuche, su interpretación resulte de lo más dispar. Por esa razón, aunque me gusten las letras admiro profundamente los números y, por ende, las ciencias exactas, infinitamente más seguras y sin margen a dicha interpretación. Así, el término “amigo” no se aplica igual cuando se refiere a nuestras relaciones personales que si lo usamos para admitir a alguien en Facebook. También, el sentido que se le da a “amor” puede ser tan amplio o tan reducido como deseemos. Resulta cada día más frecuente ver en los telediarios determinadas noticias que, sólo siendo muy comprensivos, podríamos calificarlas como tales. En el Libro Guinness de los Récords es frecuente hallar al individuo que come más perritos calientes en un minuto o a otro que lanzar un escupitajo a mayor distancia. En definitiva, que depende de dónde se coloque el listón, la hazaña podrá considerarse o no digna de mención.
Idéntica tesitura la encontramos en el séptimo arte ¿De qué hablamos cuando hablamos de cine? Si lo definimos como la proyección en una pantalla de una sucesión de imágenes por segundo, podríamos incluir a Torrente 4. Pero, a medida que seamos más estrictos con la definición y más exigentes con el resultado, el porcentaje de que el último proyecto de Santiago Segura quede excluido aumenta considerablemente. No niego que algunas escenas de la cinta tengan cierta gracia, como ocurre con los sketches de un sinfín de programas televisivos, pero que no por ello merecen dar el salto a las salas de proyección.
Aún son más discutibles las dos principales bazas utilizadas por el realizador madrileño para atraer a los espectadores a las taquillas. La primera, el desfile interminable de personajes populares, ajenos absolutamente al mundo de la interpretación y cuyo reclamo proviene de su frecuente presencia en la denominada prensa rosa o del corazón. La segunda, la utilización hasta el exceso del humor más primitivo de todos (tipo caca, culo, pedo, pis, con la novedad añadida de, como no, alguna que otra teta) que preside toda la narración.
Sobre estas bases se ha construido la saga más rentable del cine español en toda su historia. Estos mimbres han sido más que suficientes para que Torrente 4 sea el largometraje nacional estrenado en mayor número de salas y se haya aupado a la cumbre de las recaudaciones cinematográficas de nuestro país. Como les advertía al inicio, todo depende de dónde se sitúe el listón de la exigencia y por lo que respecta a este título y a los tres que le han precedido, se demuestra que está muy bajo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo, Gerardo,algunas cosas no deberian llegar a las pantallas ni como cortos, largos, experimentos, no....pero por desgracia ha tenido mas recaudación en la primera semana que Avatar.....sin comentarios.