lunes, 20 de septiembre de 2010

ADÈLE Y EL MISTERIO DE LA MOMIA


El realizador francés Luc Besson es uno de los cineastas más interesantes del actual cine europeo. Compagina con notable acierto las facetas de director, productor y guionista, tratando de no encasillarse excesivamente en ningún género cinematográfico concreto. Aunque se le asocia fundamentalmente al cine de acción ha evolucionado de modo significativo hacia producciones orientadas al público infantil, alejándose por ese motivo de de aquellos espectadores que, en sus inicios, descubrieron a un realizador original, brillante e imaginativo al frente de historias poco convencionales cuyos personajes resultaban sumamente innovadores. Sus primeros largometrajes son, sin duda, lo mejor de una filmografía que presenta cierta decadencia en los últimos años. Con la recomendable e inclasificable El gran azul encandiló a un público numeroso. Nikita logró todavía una repercusión superior, mientras que Leon: El profesional, protagonizada por Jean Reno y una jovencísima y magistral Natalie Portman, se alza como su mejor obra. Con estos tres títulos rodados en apenas seis años, el parisino se postuló como un referente del séptimo arte gracias a la indiscutible calidad de su obra y a unas señas personales e intransferibles entre las que destacan la acción desenfrenada, el humor mordaz y un modelo de filmación desenfadada e irreverente asociada a una puesta en escena rebosante de imaginación.
La aventura de El quinto elemento en compañía de Bruce Willis supuso un cambio de registro en su carrera profesional. Tras una versión casi mística del personaje de Juana de Arco, se decantó por la temática infantil filmando tres cintas de animación de una saga iniciada con Arthur y los Minimoys y que continúa ahora con la adaptación de un comic muy popular en el país vecino titulado Adèle y el misterio de la momia. Film de aventuras y humor, claramente menor en comparación con el mejor Besson, mantiene innegablemente parte del sello que le aupó a la fama. La realización es muy correcta y, aunque está especialmente recomendado a los más pequeños, ofrece en algunas de sus escenas retazos de esa originalidad desproporcionada y casi insolente de la que, por fortuna, el director galo no termina de desprenderse.
Se trata de una propuesta mucho más interesante que la del resto de heroínas que últimamente inundan las pantallas. Ni la Alice de quien fuera musa del propio Besson -Milla Jovovich- en la cuarta entrega de la adaptación del videojuego Resident Evil, ni la oficial de la CIA interpretada por Angelina Jolie en Salt, superan a esta Adèle a la que da vida la actriz Louise Bourgoin. En definitiva, el peor Besson se sitúa por encima de la media de sus compañeros de profesión, razón por la que siempre vale la pena darle una oportunidad y rezar para que recupere lo antes posible la genialidad de sus primeros trabajos. En esa constante búsqueda, el próximo proyecto de este cineasta visionario es la producción de la adaptación cinematográfica de una novela de deliciosa lectura que ha sido un auténtico best seller tanto en Francia como en España titulada La mecánica del corazón. El largometraje, en el que el propio escritor del libro y cantante del grupo musical Dionisios Mathias Malzieu participará como guionista, promete ser, si logra captar la magia de esa narración literaria, uno de los estrenos imprescindibles del próximo 2011.

lunes, 13 de septiembre de 2010

UN PEQUEÑO CAMBIO


El de la comedia romántica es uno de los géneros al que con más afán recurren las grandes productoras cuando realizan año tras año sus apuestas cinematográficas, aunque suele reportarles unos resultados discretos tanto en ingresos de taquilla como en calidad del producto final. Algunos títulos como Pretty Woman o Algo para recordar pueden considerarse verdaderas excepciones dentro de este tipo de cintas si se tiene en cuenta su elevada recaudación. Si, además, se mide estrictamente el nivel cualitativo, aún resulta más infrecuente hallar productos convincentes. Por cada joya, como el film francés Amélie, figuran decenas de subproductos repetitivos y mediocres. La explicación se encuentra en la dificultad de compaginar con elegancia y brillantez dos géneros (la comedia y el romance) que observan unos parámetros muy distintos. El humor no siempre engarza adecuadamente con la esencia propia de unas historias de amor que, por regla general, salen victoriosas en la batalla de conseguir el favor del público. Sirva como ejemplo Love Actually, uno de los mejores títulos de referencia. Cuando pregunto a alguna persona por su escena preferida siempre se inclina por una de las más sentimentales pero nunca la elige entre las más graciosas (que las tiene y, por cierto, excelentes). Si a ello se añade que lo que a un espectador le conmueve y le emociona a otro puede parecerle hasta cursi, parece demostrado que pisamos un terreno donde la subjetividad es la que nos inclina a decidirnos por una u otra opción. En conclusión, rodar una buena comedia romántica que, además, resulte rentable, es muy difícil.
Por lo tanto, no es de extrañar que Un pequeño cambio se sume a la lista de largometrajes prescindibles. Es una alternativa para pasar hora y media en una sala de proyección y de, incluso, reírse con algunas de sus escenas pero, finalmente, no deja de ser una de esas cintas que termina por olvidarse y que ni siquiera aspira a ser adquirida en formato DVD. Con verla una vez es más que suficiente. La trama sentimental no reviste ningún interés, pudiendo ser tachada de mediocre. Resulta ligeramente más afortunada en el aspecto cómico e, incluso, en la recreación de determinados momentos dramáticos (que también los tiene). Cuenta la historia de una pareja que, bajo el disfraz de la profunda amistad que les une, esconde sus verdaderos sentimientos amorosos. La decisión de la chica, al no contar con una relación estable, de tener un hijo por inseminación artificial provoca el sufrimiento de ese simple amigo, que se ve envuelto en una serie de situaciones a la par cómicas y trágicas.
Publicitar Un pequeño cambio como una obra de los creadores de Juno y Pequeña Miss Sunshine no es más que una maniobra para atraer a un público potencial. Pese a que, efectivamente, varios de sus productores también participaron en los dos proyectos ya citados, no existe ninguna otra similitud a compartir. La pareja protagonista está formada por Jennifer Aniston, habitual del género y especialmente recordada por su mejor trabajo hasta la fecha (su papel en la magnífica serie televisiva Friends) y Jason Bateman (Up in the Air, Juno). Completan el reparto desempeñando papeles secundarios los actores Juliette Lewis y Jeff Goldblum. Ambos ocuparon en su día la primera línea interpretativa pero, en los últimos años y gracias a actuaciones como éstas, reflejan una decadencia de sus carreras profesionales bastante significativa.

CONOCERÁS AL HOMBRE DE TUS SUEÑOS


Desde el año 1982 Woody Allen sigue a rajatabla y con un ritmo frenético su pauta de rodar y estrenar una película al año. Incluso se podría retrotraer esa frecuencia creativa a 1977, cuando presentó la genial Annie Hall. La única excepción a esta particular regla tuvo lugar en 1981, año en el que no dirigió ni interpretó ninguna cinta pero que compensó seis años más tarde al recuperar su media aritmética con los rodajes de Días de radio y September. Allen representa al cómico norteamericano más clásico y cuenta con una legión de seguidores fieles que, pese a su veteranía, no dejan de acudir a sus anuales estrenos. Este fenómeno se reproduce en el mundo de la música, donde es cada vez más frecuente encontrar a viejos rockeros que han superado con creces la edad de jubilación pero que, apoyados por numerosos y entusiasmados fans de varias generaciones, continúan en activo.
El polifacético guionista, actor, director y músico posee una filmografía plagada de títulos sobresalientes cuyas escenas son el vehículo perfecto para algunos de los diálogos más hilarantes que forman parte de la historia del séptimo arte. De hecho, nos hallamos ante el cineasta que atesora más nominaciones a los Oscar –veintiuna-, la mayoría como guionista pero también como director y actor, lo que contradice esa idea tan generalizada como errónea de que en Europa se aplaude su talento pero no logra ser profeta en su tierra. Es muy difícil mantener constantemente un nivel elevado entre tantos largometrajes y en los últimos tiempos se puede hablar no sin fundamento de cierta decadencia en el cine del neoyorkino, aunque comparadas con otras comedias que provienen del otro lado del Atlántico, sus propuestas siguen siendo de lo mejor que llega a nuestras pantallas. Además, resulta muy significativo que su última gran obra (la muy recomendable Match Point) no sea una comedia y que haya que remontarse quince años para hallar al mejor Allen cómico como responsable de Poderosa Afrodita. Antes de 1995 lo habitual es encontrar sus joyas más memorables del género pero desde entonces tal circunstancia es inusual.
En Conocerás al hombre de tus sueños, el realizador regresa a Londres para continuar abordando sus temas recurrentes: la muerte, las relaciones de pareja, el sexo o las infidelidades y, sin duda, sigue manteniendo la tradicional brillantez de sus gags. Sin embargo, más allá de las risas que arranca en determinadas situaciones, su capacidad narrativa continúa en franca decadencia. Su empeño en desarrollar varias historias a través de apenas seis personajes pero sin llegar a concluir ninguna de ellas, aboca al espectador a la incapacidad de averiguar el desenlace de una trama que él mismo ha creado. En conclusión, es un tipo de cine agotado por repetitivo. En términos generales, es preferible rescatar sus trabajos anteriores que esperar a los nuevos.
Como en todos sus filmes, el reparto de Conocerás al hombre de tus sueños está formado por grandes intérpretes que cumplen a la perfección la misión que el director les tiene encomendada, desde un gran Anthony Hopkins a una espléndida Naomi Watts pasando por los muy correctos Antonio Banderas y Josh Brolin. Fiel a su rutina laboral y a su afición por trabajar en el Viejo Continente, Woody Allen se encuentra ahora mismo en París rodando su último proyecto acompañado por Marion Cotillard, Elsa Pataky y la mediática esposa del presidente francés Carla Bruni.