Una joven generación de cineastas norteamericanos se dio a conocer en los años setenta, marcando con su evolución posterior la historia del cine contemporáneo. Y, aunque los realizadores que integran ese magistral grupo son muchos y diversos, son tres sus representantes principales: Francis Ford Coppola, Steven Spielberg y Martin Scorsese. Todos ellos cuentan con obras maestras entre sus producciones, poseen un currículum envidiable y resulta indispensable haber visionado (en ocasiones varias veces) buena parte de sus obras para conocer y entender la grandeza del séptimo arte. Sin embargo, no todos encaran esta segunda década del siglo XXI con idéntica capacidad creativa. Aquellos jóvenes profesionales de otro tiempo pasan o, como mínimo, rondan las setenta primaveras. Coppola rodó su último trabajo importante hace más de quince años y parece haber abandonado la industria cinematográfica, al menos a través de los cauces de distribución que en su momento le reportaron popularidad y éxito, puesto que sus proyectos más recientes no han podido prácticamente comercializarse. Desde el estreno de la interesantísima Munich de Spielberg ha transcurrido un lustro. Pero, en clara contraposición, la vitalidad de Scorsese no merma en absoluto. Hace apenas tres años recogía el Oscar al mejor director por Infiltrados, que también obtenía la estatuilla a la mejor película. Apenas dos años atrás había estrenado otro film sobresaliente, El aviador. Abordando géneros tan dispares como el drama romántico de época en La edad de la inocencia, el cine negro en Uno de los nuestros o el thriller psicológico en su nueva apuesta Shutter Island, en cada década se puede encontrar alguno de sus largometrajes entre lo más destacado de la misma. Por encima de todo, sorprende que su ritmo de trabajo no decaiga en absoluto. De hecho, tiene en cartera para los próximos meses tres títulos, dos biografías - Frank Sinatra y Theodore Roosevelt- y la cinta de misterio The Invention of Hugo Cabret.
Shutter Island, sin ser uno de sus mejores trabajos, demuestra que su responsable se mantiene en plena forma y no ha perdido un ápice de calidad, como se constata en lo impecable de su realización. Asimismo, tanto la fotografía como el montaje y la dirección artística corren a cargo de especialistas de primera fila que colaboran habitualmente con el neoyorkino. Thriller con notables tintes psicológicos, se puede comparar acertadamente con El resplandor de Stanley Kubrick. Si a lo anterior se añade que uno de sus productores participó en la magnífica Zodiac y que el propio Scorsese ha manifestado que pensaba en El gabinete del Dr. Caligari mientras preparaba este rodaje, las pistas sobre lo que vamos a ver parecen bastante evidentes. La trama está bien construida y narrada, mantiene un considerable nivel de tensión durante sus ciento cuarenta minutos de proyección y el sugerente final abierto queda en manos del espectador. En definitiva, se trata de una buena película que agradará especialmente a los aficionados al suspense sin concesiones.
Una prueba más de la importancia de esta producción reside en su reparto. El protagonista, Leonardo DiCaprio, actor fetiche de Scorsese, ha demostrado su talento en Atrápame si puedes, la citada El aviador, Diamante de sangre, Red de mentiras o Infiltrados. El elenco de secundarios es también impecable, desde Mark Ruffalo – Zodiac, Mi vida sin mí- a Ben Kingsley (que vuelve a impartir otra lección magistral tras las de Ghandi y Casa de arena y niebla), pasando por Michelle Williams - Brokeback Mountain- y Max Von Sidow (exprimiendo todavía con éxito la apariencia terrorífica que utilizó en El exorcista).
Shutter Island, sin ser uno de sus mejores trabajos, demuestra que su responsable se mantiene en plena forma y no ha perdido un ápice de calidad, como se constata en lo impecable de su realización. Asimismo, tanto la fotografía como el montaje y la dirección artística corren a cargo de especialistas de primera fila que colaboran habitualmente con el neoyorkino. Thriller con notables tintes psicológicos, se puede comparar acertadamente con El resplandor de Stanley Kubrick. Si a lo anterior se añade que uno de sus productores participó en la magnífica Zodiac y que el propio Scorsese ha manifestado que pensaba en El gabinete del Dr. Caligari mientras preparaba este rodaje, las pistas sobre lo que vamos a ver parecen bastante evidentes. La trama está bien construida y narrada, mantiene un considerable nivel de tensión durante sus ciento cuarenta minutos de proyección y el sugerente final abierto queda en manos del espectador. En definitiva, se trata de una buena película que agradará especialmente a los aficionados al suspense sin concesiones.
Una prueba más de la importancia de esta producción reside en su reparto. El protagonista, Leonardo DiCaprio, actor fetiche de Scorsese, ha demostrado su talento en Atrápame si puedes, la citada El aviador, Diamante de sangre, Red de mentiras o Infiltrados. El elenco de secundarios es también impecable, desde Mark Ruffalo – Zodiac, Mi vida sin mí- a Ben Kingsley (que vuelve a impartir otra lección magistral tras las de Ghandi y Casa de arena y niebla), pasando por Michelle Williams - Brokeback Mountain- y Max Von Sidow (exprimiendo todavía con éxito la apariencia terrorífica que utilizó en El exorcista).