Gus Van Sant es uno de los referentes más notables del denominado cine independiente norteamericano. En el año 1989 estrenó la película Drugstore Cowboy, logrando diversos galardones tanto en el festival de Berlín como en los Independent Spirit Awards que se entregan anualmente para reconocer a las producciones cinematográficas que consiguen salir adelante al margen de las grandes productoras, además de los premios que otorgan las Asociaciones de Críticos de Nueva York y Los Ángeles. No obstante, su largometraje más emblemático sería Mi Idaho privado, probablemente el título de mayor repercusión del joven actor River Phoenix antes de su trágico fallecimiento. Con él volvió a triunfar en los festivales de cine independiente y en la Mostra de Venecia. Sin embargo, su mayor éxito de taquilla se produjo al aceptar el encargo de una gran productora –Miramax- y acometer el rodaje de la más que interesante cinta El indomable Will Hunting, por la que recibió una nominación al Oscar al mejor director entre nueve candidaturas más pero que, sobre todo, le supuso uno de los éxitos de público más rentables de la década de los noventa, al recaudar más de doscientos millones de dólares para una producción cuyo coste ascendió a apenas diez millones.
Posteriormente, su carrera sufrió un importante retroceso como consecuencia del rodaje de una innecesaria y decepcionante versión del clásico de Sir Alfred Hitchcock Psicosis, que le acreditó como peor director del año en la edición de los premios Razzie de 1999. No fue hasta el año 2003 cuando retornó a la senda del triunfo gracias a Elephant, un film basado en la matanza tristemente célebre ocurrida en el Instituto Columbine y que también fue llevada a la gran pantalla por el documentalista Michael Moore en su oscarizada Bowling for Columbine. En esta ocasión, Van Sant logró ver premiado su trabajo con sendas Palmas de Oro (director y película) en el festival de Cannes.
Ahora estrena su último proyecto, Mi nombre es Harvey Milk, biopic del primer homosexual que, reconociendo su condición, fue elegido para un cargo público en Estados Unidos. Esta película independiente y de bajo coste cuenta con dos bazas a su favor. La primera es la extraordinaria exhibición interpretativa de Sean Penn, que ya ha sino nominado por este papel al Globo de Oro y, además, ha obtenido el premio al mejor actor del año otorgado por las Asociaciones de Críticos de Austin, Phoenix, Los Ángeles, Nueva York y Dallas. La segunda es su cuidada ambientación que, combinada con imágenes documentales, recrea muy acertadamente la década de los setenta. Aunque agrade a los aficionados al estilo de Gus Van Sant, conviene señalar que su metraje es excesivo, lo que impide mantener el mismo grado de intensidad narrativa a lo largo de toda la proyección, los mensajes que transmite resultan excesivamente reiterativos y prevalece la sensación de no haber sacado todo el jugo a esta historia real.
Acompañan a Sean Penn James Franco, el popular amigo de Peter Parker en las tres entregas de Spiderman y Josh Brolin, muy activo últimamente tras sus intervenciones American Gangster, En el valle de Elah y No hay país para viejos. El joven actor Emile Hirsch, protagonista de la última película de Penn como director - Hacia rutas salvajes- interpreta un papel secundario.
Posteriormente, su carrera sufrió un importante retroceso como consecuencia del rodaje de una innecesaria y decepcionante versión del clásico de Sir Alfred Hitchcock Psicosis, que le acreditó como peor director del año en la edición de los premios Razzie de 1999. No fue hasta el año 2003 cuando retornó a la senda del triunfo gracias a Elephant, un film basado en la matanza tristemente célebre ocurrida en el Instituto Columbine y que también fue llevada a la gran pantalla por el documentalista Michael Moore en su oscarizada Bowling for Columbine. En esta ocasión, Van Sant logró ver premiado su trabajo con sendas Palmas de Oro (director y película) en el festival de Cannes.
Ahora estrena su último proyecto, Mi nombre es Harvey Milk, biopic del primer homosexual que, reconociendo su condición, fue elegido para un cargo público en Estados Unidos. Esta película independiente y de bajo coste cuenta con dos bazas a su favor. La primera es la extraordinaria exhibición interpretativa de Sean Penn, que ya ha sino nominado por este papel al Globo de Oro y, además, ha obtenido el premio al mejor actor del año otorgado por las Asociaciones de Críticos de Austin, Phoenix, Los Ángeles, Nueva York y Dallas. La segunda es su cuidada ambientación que, combinada con imágenes documentales, recrea muy acertadamente la década de los setenta. Aunque agrade a los aficionados al estilo de Gus Van Sant, conviene señalar que su metraje es excesivo, lo que impide mantener el mismo grado de intensidad narrativa a lo largo de toda la proyección, los mensajes que transmite resultan excesivamente reiterativos y prevalece la sensación de no haber sacado todo el jugo a esta historia real.
Acompañan a Sean Penn James Franco, el popular amigo de Peter Parker en las tres entregas de Spiderman y Josh Brolin, muy activo últimamente tras sus intervenciones American Gangster, En el valle de Elah y No hay país para viejos. El joven actor Emile Hirsch, protagonista de la última película de Penn como director - Hacia rutas salvajes- interpreta un papel secundario.
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