Reconozco que este último trabajo del director Albert Hughes me ha sorprendido. Acostumbrado como estaba al estilo de sus anteriores películas, rodadas junto a su hermano Allen, creo que el estreno de “Alpha” supone un giro importante en su trayectoria. Más complicado me resulta concluir si dicho cambio puede considerarse positivo o negativo, ya que la balanza de esa variación de estilo oscila de manera un tanto errática entre los méritos y deméritos. Si sus anteriores proyectos estaban marcados por unas historias apocalípticas y violentas que, en ocasiones, rayaban en el terror (“El libro de Eli”, protagonizada por Denzel Washington; “Desde el infierno”, con Johnny Depp; “Dinero para quemar”, donde aparecía Chris Tucker…), en su debut en solitario tras de la cámara dulcifica considerablemente su visión, proponiendo una trama familiar de superación, amistad y buenos sentimientos entre el hombre y el animal.
Pese a aportar algunos toques aventureros y jugar la baza de la hostilidad de la naturaleza en la Prehistoria, Hughes presenta una cinta con una evidente moraleja educativa que hace años hubiera tenido perfecta cabida dentro de la factoría Disney.
El acierto técnico y la aureola de cine de aventuras se reflejan en todo el metraje. Cuenta con una fotografía cuidada sobre la que asentar la parte visual del film y el ritmo se adapta a unos aptos niveles de entretenimiento. En ese sentido, cabe afirmar que cubre con cierta soltura los objetivos marcados.
No obstante, no puede obviarse que se trata de un largometraje que apenas cuida a los personajes, movidos como si fueran marionetas al servicio de los propósitos del cineasta. La escasa credibilidad de los protagonistas se aprecia más que la de los decorados. Por ello, y con el ánimo de seguir con un disfrute familiar convencional, prescindiendo de toda profundidad y verosimilitud en las interpretaciones, es preciso concentrarse en los escenarios naturales y en las peripecias que se experimentan. No obstante, sí es de agradecer el distanciamiento con ese modelo de acción propio de las ofertas veraniegas de las grandes superproductoras de Hollywood, lo que la convierte en una apuesta arriesgada que evidencia hasta qué punto la industria norteamericana ha perdido su capacidad de apostar por unas ideas artísticas novedosas y originales.
En el Paleolítico superior, hace más de 20.000 años, un joven se embarca en una dura travesía para encontrar a su tribu, que le ha dejado atrás después de haberle dado por muerto como consecuencia de una herida recibida en el transcurso de su primera cacería. Abandonado y debilitado, se enfrentará a unos parajes hostiles y a unas terribles condiciones climatológicas ocasionadas por la última glaciación. Pero no estará solo, pues en su camino se cruzará con un lobo que aceptará acompañarle a regañadientes. En esta épica historia de supervivencia, ambos tendrán que aprender a convivir, ayudarse mutuamente para sobrevivir en la intemperie y encontrar la senda de regreso a casa antes de que llegue el letal invierno.
“Alpha” se sitúa a medio camino entre la fallida “10.000”, de Roland Emmerich y la más encomiable “En busca del fuego”, de Jean-Jacques Annaud y, aunque probablemente carezca de rigor histórico o científico, aporta suficientes argumentos para sustentar su hora y media de duración.
Aparte del prolífico Morgan Freeman en el papel de narrador, integran el reparto Kodi Smit-McPhee -al que hemos visto en “The Road (La carretera), de John Hillcoat y en “X-Men: Apocalipsis”, de Brian Singer-, Leonor Varela (“El sastre de Panamá”) y Natassia Malthe (“Caos”).
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Datos del film
Año: 2018
Duración: 96 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Albert Hughes
Guion: Dan Wiedenhaupt (Historia: Albert Hughes)
Música: Joseph S. DeBeasi, Michael Stearns
Fotografía: Martin Gschlacht
Reparto: Kodi Smit-McPhee, Jóhannes Haukur Jóhannesson, Leonor Varela