La comedia es un género cinematográfico bastante ambiguo ya que, en función de los diferentes tipos de humor que existen, calificarlo como tal puede no resultar útil a la hora de prever si gustará o no al público correspondiente. Esta inseguridad no es exclusiva de esta modalidad del séptimo arte pero sí se acentúa especialmente en ella. Parece evidente que los espectadores que disfrutan con películas como Resacón 2 ¡ahora en Tailandia! no son los mismos que se divierten con Up in the Air. Tampoco quienes se reían continuamente con Porky´s se parecen en nada a los que veneran al Woody Allen de Annie Hall. Todas son comedias pero no comparten ni la forma ni el fondo.
Uno de los referentes cómicos norteamericanos por excelencia es Jim Carrey, paradigma de la gesticulación desmedida que pretende conseguir las carcajadas de su auditorio gracias a una colección de muecas faciales. Quien haya visto éxitos como Ace Ventura: detective de mascotas, Un loco a domicilio o Mentiroso compulsivo recordará la elasticidad de los gestos con los que daba vida a sus personajes. Pero, como es lógico, esta clase de actor no agrada a todos los amantes del género sino tan sólo a un sector –que, a juzgar por las recaudaciones, parece mayoritario- en el que yo no me incluyo. De hecho, el único largometraje que considero digno de mención es el inclasificable ¡Olvídate de mí! dirigido de forma racional por el realizador Michel Gondry y en el que los aspectos dramáticos, románticos e incluso de ciencia ficción de su historia salvaban lo que, en caso contrario, hubiera derivado en un nuevo despropósito interpretativo de Carrey.
Los pingüinos del señor Popper no es más que otro título del histriónico cómico y, por lo tanto, gustará exclusivamente a sus seguidores. Se ha intentado presentar un guión pleno de buenas intenciones que combinase niños, animalitos y moraleja familiar, es decir, uno de esos artificiales productos prefabricados más propios de la época navideña, en el nombre de cuyo espíritu uno es capaz de visionar lo que en otras circunstancias ni siquiera se plantearía. Completan el reparto la actriz Carla Gugino –Watchmen, Spy Kids- y la veterana Angela Lansbury, que debe su popularidad a la serie televisiva Se ha escrito un crimen.
Mark Waters, realizador de cintas tan prescindibles como Chicas malas, Ojalá fuera cierto o Los fantasmas de mis ex novias se hace cargo de la dirección. Sin embargo, en su faceta de productor es justo reconocerle el mérito de contar en su filmografía con el original y recomendable film dirigido por Marc Webb (500) días juntos, nominado al Globo de Oro a la mejor comedia de 2009, galardonado en la entrega de los Independent Spirit Awards y reconocido también por la prestigiosa National Board of Review norteamericana. Sin duda es preferible rescatar esta cinta del videoclub y pasar de largo ante el enésimo ejemplo de mediocridad humorística que es Los pingüinos del señor Popper.