De un
tiempo a esta parte, el género de acción ha evolucionado hacia una suerte de
musical, teniendo en cuenta el carácter excesivamente coreográfico de las
escenas que incluyen luchas y peleas. Empezó representando un toque oriental,
pero se ha expandido de tal manera que las patadas, puñetazos y disparos van
acompañados en la actualidad de unos milimétricos movimientos corporales que, al
menos en mi caso, relaciono más con un baile que con un enfrentamiento cuerpo a
cuerpo. Se trata de una tendencia más o menos reciente, ya que no se hallan escenografías
de este tipo en las filmografías de cineastas consagrados del género desde hace
décadas, como por ejemplo John McTiernan.
Para
valorar y asumir estas licencias artísticas, se torna imprescindible tener en
cuenta sus incursiones en otras variantes como la ciencia ficción o la
fantasía, lo que abre las puertas a la utilización de mayor número de recursos
y a la ampliación de los límites asociados a la credibilidad. Dicho de otro
modo, no existe comparación entre “Matrix” y “El contable”. Se podrá ejercer la
libertad para rodar un largometraje u otro pero, una vez escogido el modelo,
resulta esencial conocer sus limitaciones.
La saga
de John Wick, protagonizada por Keanu Reeves, se compone de cuatro películas y
hasta la fecha cuenta con una legión de fieles seguidores, incrementando en
cada nueva entrega tanto los importes de realización como las respectivas
recaudaciones. La primera costó veinte millones y obtuvo cerca de ochenta a
nivel mundial, mientras que la última pasó de cien a cuatrocientos. Su
estética, muy visual y violenta, intenta combinar la sofisticación con cierto
toque de vulgaridad, marcando un antes y un después en las secuencias con armas
de fuego. Ahora, como alternativa para
continuar exprimiendo esta gallina de los huevos de oro y rentabilizar el
mercado, se estrena un “spin off” del serial, pero encabezado por una figura
femenina.
La
presente producción entiende el divertimento como una desenfadada y disparatada
forma de exageración, colocando al espectador ante un cúmulo de situaciones
poco creíbles, si bien adornadas con un llamativo envoltorio. No cabe tomarse
nada en serio sino, simplemente, dejarse llevar por las imágenes. Algunas
propuestas pueden calificarse como sorprendentes y sin duda contienen partes
entretenidas, pero no encajan en el género de acción que yo reconozco. Acoger
de buen grado esos excesos visuales y esa exageración indisimulada se me hace
muy cuesta arriba.
Eve
Macarro es una asesina entrenada desde su infancia por la Ruska Roma, la misma
organización criminal encargada del adiestramiento de John Wick. La mujer
intentará por todos los medios averiguar quién está detrás del asesinato de su
padre. En su lucha por conocer la verdad, deberá atenerse a las normas de la
Alta Mesa y, por supuesto, a las del Hotel Continental, donde descubrirá que
existen secretos ocultos sobre su pasado.
Ana de
Armas, actriz española de origen cubano que ya destaca profesionalmente en la
industria norteamericana, encabeza el reparto. Tras participar en la divertida
“Juego de armas”, su presencia sorprendió gratamente en “Blade Runner 2049”. Recibió
una nominación al Globo de Oro por su papel en “Puñales por la espalda”, optó
al Oscar gracias a su interpretación de Marilyn Monroe en “Blonde” y, además, ha
sido “chica Bond” en “Sin tiempo para morir”.
No obstante, le convendría supervisar con mimo la elección de sus
próximos proyectos. En “Ballerina” baila y se mueve con soltura y gracia.
Repite de
nuevo Keanu Reeves encarnando a su mítico personaje de modo secundario. Les
acompañan otros perfiles tan dispares como los de Anjelica Huston (“Los timadores”,
“El honor de los Prizzi”), Gabriel Byrne (“Muerte entre las flores”,
“Sospechosos habituales”) y Catalina Sandino Moreno (“El año más violento”, “María,
llena eres de gracia”).