El séptimo arte por Gerardo Pérez Sánchez
domingo, 12 de octubre de 2025
DIANE KEATON, IN MEMORIAM
viernes, 10 de octubre de 2025
THE SMASHING MACHINE
Determinados
personajes parecen creados para que un actor en concreto se luzca
interpretándolos. Dwayne Johnson comenzó su carrera en esos combates de lucha
libre tan populares en Estados Unidos, donde la vertiente del espectáculo prima
sobre la condición deportiva. Dio el salto al cine interpretando el papel de “El
rey escorpión”, tanto en la saga de “La momia” protagonizada por Brendan Fraser
como en su propia franquicia. A partir de ahí, se ha especializado en el género
de acción y en las comedias. Su descomunal físico y su desparpajo le avalaban
para dedicarse a aventuras desenfadadas y a trepidantes peleas convertidas en
imágenes. “Fast & Furious”, “Jumanji”, “Viaje al centro de la Tierra”, “Los
vigilantes de la playa” o “Superagente 86” reflejan este estilo de cintas que
le han llevado al triunfo.
Ahora
apuesta por la vis dramática, adaptando a la gran pantalla la vida de una
figura real (Mark Kerr), quien, como el propio intérprete, destacó asimismo
sobre el ring de la lucha libre televisada. Y, ciertamente, Johnson sorprende
con su trabajo, demostrando que está capacitado para otras labores al margen de
marcar músculo, combatir y hacerse el gracioso. Lleva a cabo una
caracterización muy creíble, incluso honesta, de una persona más derrotada que
triunfadora, en un mundo en el que todo termina por caricaturizarse hasta el
extremo de volverla invisible como ser humano.
El
problema estriba en hasta qué punto este particular universo de los combates
denominados a través de siglas incomprensibles (UFC, MMA, WWE y un largo
etcétera), genera interés en el público. Además, su director, Benny Safdie, no
siempre acierta con el enfoque que da a la historia. Este cineasta, más conocido
por su faceta interpretativa (“Oppenheimer”, “Licorice Pizza”, “Fragmentos de una
mujer”) que por su desempeño detrás de la cámara (filmó junto a su hermano Josh
“Diamantes en bruto”), firma una propuesta aceptable y logra finalmente un
resultado diferente y singular, aunque, en ciertos momentos, la película
resulte errática y presente algún problema en cuanto a su coherencia narrativa.
No obstante, le ha servido para obtener un galardón en el último Festival de
Cine de Venecia y para que su nombre ya cotice al alza.
Con un
ajustado metraje de dos horas, cabe calificar el film de diferente, incluso
sorprendente, y hábil a la hora de dosificar el drama. En mi caso, me costó
interesarme por este espectáculo que nunca he seguido. Me consta la fama de
estos productos tan artificiales en la cultura norteamericana, expresada con
familiaridad por el propio Presidente Trump, y la simpatía que despiertan
nombres como Hulk Hogan o John Cena, quienes asimismo dieron un salto (si bien,
más modesto) al cine. Sin embargo, pese a valorar algunos de sus aciertos y
percibirlos con respeto, no logré la conexión deseada.
Estrenado
con el título original “The Smashing Machine” (algo así como “La máquina
aplastadora”), alude a esa musculación que deriva casi en deformación, y
manifiesta el ocaso y las circunstancias vitales que terminan por aplastar a
quien hasta entonces aplastaba. Se aprecian destellos que remiten a otras
cintas como “El luchador”, de Darren Aranofsky, donde Mickey Rourke encarnaba a
otro combatiente inmerso en su retirada profesional y que le valió la
nominación a un Oscar que, sospecho, jamás contempló recibir. Habrá que ver qué
ocurre este año con “The Rock” cuando, en breve, se inaugure la temporada de
premios.
Acompaña a Dwayne Johnson la siempre efectiva Emily
Blunt, a cargo de una sólida filmografía que incluye, entre otras, “El diablo
viste de Prada”, “La pesca del salmón en Yemen” o “Al filo del mañana” y que, a
mi juicio, debió ser la ganadora de la estatuilla dorada gracias a su actuación
en la reciente “Oppenheimer”.
viernes, 3 de octubre de 2025
UNA BATALLA TRAS OTRA (One Battle After Another)
Paul
Thomas Anderson es un venerado director con una filmografía destacada, aunque
sus películas no conlleven un visionado sencillo. Suele terminar construyendo
espesas tramas en metrajes largos que, sin perjuicio de la originalidad y
brillantez de su puesta en escena, se me suelen atragantar en diversos tramos
de la proyección. Ha sido nominado al Oscar en once ocasiones, sin obtener
ninguno hasta la fecha. “Boogie Nights” (1997), “Magnolia” (1999), “Embriagado
de amor” (2002), “Pozos de ambición” (2007), “The Master” (2012), “El hilo
invisible” (2017) o “Licorice Pizza” (2021) integran un muestrario de obras que,
sin duda, atesoran calidad, aunque reconozco que normalmente acabo agotado y un
tanto desconcertado tras verlas. Sea como fuere, se trata de un cineasta de
referencia en la industria del Séptimo Arte, que despierta expectación con cada
nuevo proyecto.
Ahora
estrena su última cinta “Una batalla tras otra”, de más de dos horas y media de
duración, en la que, en gran medida, mantiene ese peculiar estilo, atrayente y agridulce
a la par, con numerosos momentos notables junto a otros más anodinos y que, en
conjunto, genera una sensación extraña. En esta ocasión, pretende decantarse
formalmente por un thriller de acción, sin abandonar su particular sentido del
humor y una constante tendencia al drama difuminado. Catalogar este filme se
torna, pues, complicado, como sucede con su propio autor.
Un
antiguo disidente revolucionario debe afrontar el secuestro de su hija,
realizado por un antiguo enemigo con el que mantuvo innumerables disputas en otros
tiempos. Desesperado por recuperarla, se ve obligado a recurrir a su antigua
banda y a afrontar su pasado para intentar tener un futuro.
La
propuesta sorprende, lo que ya es mucho decir dentro del presente panorama
cinematográfico, plagado de reiteraciones. Posee ese punto anárquico a medias
entre no tomarse nada en serio o dejarse llevar. Aun así, creo que algunas
escenas no encajan demasiado en el relato, provocando momentos de desconcierto.
Esta característica, por otra parte, define al realizador, un artista
experimentado, hábil y con destellos de genialidad, pero también con aspectos,
a mi juicio, más pedantes, y que lastran un ritmo que yo juzgo irregular.
No
obstante, destaca sobre la mayoría de estrenos de 2025. El excelente elenco
actoral, unido a una desenfadada historia y a un cierto toque inclasificable,
entre sensible y brutal, triste y divertida, convierten a “Una batalla tras otra”
en toda una experiencia. Paul Thomas Anderson sigue agrandando su leyenda de
hombre extraño y de profesional inclasificable, que se reinventa en cada
largometraje sin perder su esencia.
Encabeza el cartel Leonardo DiCaprio, a cargo del papel protagonista. Ganador del Oscar por “El renacido”, ha demostrado su sobrada valía gracias a títulos como “Origen”, “Diamante de sangre”, “Infiltrados”, “El aviador” o “Atrápame si puedes”. En activo desde 1991, cuando debutó en “Critters 3”, su proyección y filmografía sólo pueden calificarse de muy destacadas. Aquí lleva a cabo un buen trabajo y otorga a su personaje unos rasgos incomprensibles que encarna perfectamente.
Le acompaña Sean Penn, premiado asimismo con la estatuilla dorada de Hollywood por sus actuaciones en “Mi nombre es Harvey Milk” y “Mystic River”, y acreedor de un puesto de privilegio en la historia del cine merced a sus participaciones en “21 gramos”, “Pena de muerte”, “Caza a la espía” o “La intérprete”, por citar algunos ejemplos. Normalmente más propenso a la sobreactuación que a la contención, no desentona en absoluto, teniendo en cuenta el estilo del que Anderson dota al film. Completa el triplete Benicio del Toro, inquietante en la mayoría de sus perfiles y especialista en robar planos cuando aparece en una escena. Premio de la Academia por “Traffic”, sus intervenciones en “Sicario”, “21 gramos” o “Sospechosos habituales” resultan memorables.