Se cumplen veinticinco años del estreno de “Forrest Gump”, film estadounidense basado en la novela homónima del escritor Winston Groom. Fue dirigido por Robert Zemeckis y protagonizado por Tom Hanks, Robin Wright, Gary Sinise y Sally Field. La historia describe varias décadas de la vida de su protagonista, un nativo de Alabama aquejado de una leve discapacidad intelectual que no le impide ser testigo privilegiado, -y, en algunos casos, actor decisivo- de muchos de los momentos más transcendentales de la Historia de los Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo XX.
"Forrest Gump" obtuvo un gran éxito de crítica y público, convirtiéndose en la cinta más taquillera del año en Norteamérica (con 330 millones de dólares recaudados) y la segunda a nivel mundial (677 millones de dólares). Recibió el Oscar en las categorías de película, director (Robert Zemeckis), actor (Tom Hanks), guión adaptado, efectos visuales y montaje, además de otras muchas nominaciones y premios, entre ellos los Globos de Oro. En 2011 la Biblioteca del Congreso de EE.UU. la seleccionó para ser preservada en el National Film Registry como obra «cultural, histórica o estéticamente significante».
“Los vengadores: Endgame” dura tres interminables horas de proyección. De hecho, la anterior entrega de la saga, cuyo título “Infinity War” ya era todo un presagio, superaba los ciento cincuenta minutos de duración. Y es que, por lo visto, el objetivo esencial de la factoría Marvel parece centrarse en progresar cinematográficamente a través de títulos cada vez más desmesurados. La envergadura de sus proyectos debe ser descomunal y su resultado, lo más grandilocuente posible. Al principio se esmeró en los aspectos técnicos y los efectos especiales pero, cuando ya no quedaba margen para avanzar por esos terrenos, apostó por introducir una mayor número de superhéroes en cada nuevo largometraje, provocando un auténtico apelotonamiento de estrellas obligadas a darse codazos entre sí para conseguir un plano. Y ahora, sin más valientes con superpoderes de los que echar mano, se ha dedicado a estirar el metraje hasta límites más allá de lo tolerable para unas historias con estas características. A este paso, la gran productora va a morir de éxito incrementando sus cifras con cada nuevo estreno. Así, hasta el colapso final.
Conste que soy un aficionado al género del cómic y me gustan mucho algunas de sus muestras. Por ejemplo, me sorprendió gratamente la primera trilogía de Sam Raimi sobre “Spiderman”, disfruté con alguna de las aventuras de “Capitán América”, reconocí los méritos de “Doctor Strange” y me divertí bastante con la inicial “Guardianes de la galaxia”. Sin embargo, esta actual deriva sustentada sobre una loa constante a la desproporción -traducida en propuestas colosales e inmensas recreaciones- me satura hasta el punto de conducirme a la indiferencia. Es preciso disponer de un buen guion, una trama interesante y unos personajes atractivos para sostener durante más de ciento ochenta minutos un elevado nivel de calidad y para mantener un mínimo grado de interés en el público. Y no es el caso.
El film posee aciertos incuestionables que no negaré. Resulta visualmente cuidado, técnicamente preciso, con numerosos momentos cumbre y un elenco de actores y actrices portentoso. No obstante, la oferta me agota, la sobredosis de perfiles me harta y ese empeño artificial de encajar unas piezas que no pertenecen a este puzle me carga. No me cabe duda de que reventará la taquilla y acumulará nominaciones dentro de las categorías técnicas pero, en honor a la verdad, aquí hay poco cine. Se trata tan sólo de otra manifestación de la industria dirigida a exprimir una fórmula eficaz para recaudar dinero (lo que, por otra parte, no es en sí mismo criticable). Sin embargo, si a cualquier manifestación artística únicamente se le percibe esa intención, se desvirtúa y desnaturaliza hasta resultar irreconocible.
Tras los devastadores sucesos ocurridos en “Vengadores: Infinity War”, el universo ha quedado en ruinas. El panorama no se vislumbra optimista en absoluto, pero un grupo encabezado por Capitán América, Viuda Negra, Hulk y Thor tratará de revertir los efectos de la catástrofe provocada por el malvado Thanos. Los Vengadores deberán reunirse para neutralizar sus acciones y restaurar el orden en la galaxia de una vez por todas. Contarán para ello con nuevos aliados, como la Capitana Marvel o Ant-Man.
Detenerme una por una en todas las estrellas que aparecen en pantalla también alargaría en exceso esta crítica, por lo que me limitaré a nombrarlas. Son, entre otras, Robert Downey Jr., Brie Larson, Chris Hemsworth, Chris Evans, Mark Ruffalo, Scarlett Johansson, Tom Holland, Josh Brolin, Gwyneth Paltrow, Don Cheadle, Bradley Cooper (poniendo solamente su voz en la versión original), Jeremy Renner, Tessa Thompson, Michelle Pfeiffer o Tilda Swinton, a cargo de consolidadas o prometedoras carreras en su haber y con títulos destacados a sus espaldas, pero que aquí figuran como mero relleno.
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Datos del filme
Título original: Avengers: Endgame
Año: 2019
Duración: 181 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Anthony Russo, Joe Russo
Guion: Christopher Markus, Stephen McFeely (Cómic: Jack Kirby, Jim Starlin)
Música: Alan Silvestri
Fotografía: Trent Opaloch
Reparto: Robert Downey Jr., Chris Evans, Chris Hemsworth, Scarlett Johansson, Mark Ruffalo, Jeremy Renner, Brie Larson, Karen Gillan, Paul Rudd, Danai Gurira, Josh Brolin, Gwyneth Paltrow, Don Cheadle
Barbra Streisand nació en el barrio neoyorkino de Brooklyn el 24 de abril de 1942. Actriz, cantante, compositora, productora y directora estadounidense, tras una exitosa carrera musical durante los años sesenta debutó en la pantalla grande en 1968 con la película “Funny Girl”, que la convirtió también en intérprete de éxito, proporcionándole su primer Oscar.
Consolidó su carrera con las posteriores “Hello, Dolly!” (1969), “¿Qué me pasa, doctor?” (1972), “Tal como éramos” (1973) y “Ha nacido una estrella” (1976), que le valió su segunda estatuilla dorada, en esta ocasión como compositora, siendo la primera mujer en lograrlo en esta doble categoría.
Debutó como realizadora con “Yentl” (1983), alcanzando otro premio de Hollywood y cuatro nominaciones más. Repitió detrás de la cámara con “El príncipe de las mareas” (1991) y “El amor tiene dos caras” (1996).
En los últimos años ha interpretado algunas comedias, como “Los padres de él” (2004) y su secuela “Ahora los padres son ellos” (2010), o “Un desmadre de viaje” (2012).
El Festival de Cine de Tribeca (Tribeca Film Festival) se prepara para abrir las puertas a su decimoséptima edición, que tendrá lugar entre los días 24 de abril y 5 de mayo y en la que se presentarán 103 cintas de 124 realizadores, incluyendo los estrenos mundiales de la últimas películas de Jared Leto, Christoph Waltz y Margot Robbie.
TÍTULOS A COMPETICIÓN
Sección de narrativa norteamericana
Blow the Man Down, de Danielle Krudy y Bridget Savage Cole.
Burning Cane, de Phillip Youmans.
Clementine, de Lara Jean Gallagher.
Gully, de Nabil Elderkin.
Initials SG (Iniciales SG), de Rania Attieh y Daniel Garcia.
Low Tide, de Kevin McMullin.
The Place of No Words, de Mark Webber.
The Short History of the Long Road, de Ani Simon-Kennedy.
Stray Dolls, de Sonejuhi Sinha.
Swallow, de Carlo Mirabella-Davis.
Sección de narrativa internacional
Aamis, de Bhaskar Hazarika.
Flawless (Haneshef), de Sharon Maymon.
Flesh Out, de Michela Occhipinti.
The Gasoline Thieves (Huachicolero), de Edgar Nito.
House of Hummingbird (Beol-sae), de Bora Kim.
Noah Land (Nuh Tepesi), de Cenk Erturk.
A Regular Woman (Nur Eine Frau), de Sherry Hormann.
“La llorona”, además de lucir un título bastante ridículo que tampoco mejora en su versión original (“The Curse of La Llorona”) parte de una trama previsible y pobre. Las supuestas leyendas urbanas sobre espectros y espíritus que vagan por el mundo terrenal con sus almas en pena deseando que los mortales paguen por sus desgracias dan, a lo sumo, para un cortometraje. Nada más. A poco que se extiendan, ya evidencian las reiteraciones, los tópicos desgastados y el carácter prefabricado del producto. Esta especie de versión latina de “la muerta de la curva” que pretende adaptarse al mundo anglosajón termina, al menos en mi caso, por provocar la risa ante su incapacidad de transmitir sustos o inquietudes. Tal vez sea porque la vi en versión original y me resultó bastante patético el empeño de los actores en pronunciar “La llorona” en castellano y en un tono lúgubre para así causar pánico a los espectadores. El resultado no puede ser peor. Con el transcurso de los minutos ni siquiera cabe reírse. Sólo queda ironizar con la denominación del film y concluir que ambos son para llorar.
“La llorona” es una suerte de mito del folclore latinoamericano que, según la tradición, representa el alma de una mujer que perdió a sus hijos y pasa las noches en su busca, asustando mientras con su llanto a quienes la ven u oyen. El guion recurre a dicho cuento mejicano para conformar, sin embargo, un producto netamente americano. Una trabajadora social con dos niños y que ignora la advertencia de una madre sobre el peligro que podrían correr sus pequeños, comienza a padecer extraños sucesos sobrenaturales. Su única esperanza será escapar de la maldición de “La llorona” para, de ese modo, poder salvar a su familia.
Los personajes predecibles, las secuencias artificiales y las fórmulas manidas provocan que la escasa hora y media de proyección resulte eterna. Para los aficionados al género de terror existen ejemplos recientes mucho más recomendables. Sin ir más lejos, el año pasado se estrenó la muy apreciada “Un lugar tranquilo”, “La bruja” en 2015, “It Follows” en 2014 o la sueca “Déjame entrar” en 2008, demostrando que es posible abordar esta modalidad cinematográfica con un mínimo de inventiva y calidad, circunstancia que no sucede con “La llorona”, pues flirtea continuamente con el absurdo hasta caer en el aburrimiento.
El realizador Michael Chaves debuta en la gran pantalla con este largometraje, aunque la figura más conocida del equipo es James Wan, que desarrolla aquí su faceta de productor, pero que es el responsable de aceptables muestras del género, como algunas entregas de “Expediente Warren” y, por supuesto, la mayoría de las sagas sanguinarias y terroríficas de los últimos tiempos, incluidos los ocho estrenos de “Saw”, dos de “Insidious”, dos de “La monja” (uno de ellas, en fase de rodaje), tres de “Expediente Warren” y, ya como director, “Fast & Furious 7” y “Aquaman”. Cineasta nacido en Malasia, se alza como auténtico referente en la materia, aunque sus propuestas resulten discutibles. En esta ocasión, ni ha sabido elegir bien la historia ni ha podido dotar a la producción de los mimbres necesarios para extraer cierto provecho.
Conformando el elenco figuran Linda Cardellini (a quien hemos visto en aclamados trabajos como “Brokeback Mountain” o la recientemente oscarizada “Green Book”, si bien el grueso de su carrera profesional lo ha desarrollado en el medio televisivo), Patricia Velasquez (“La momia”, “El regreso de la momia”, “Cazadores de mentes”), Raymond Cruz (secundario en “Peligro inminente” o “Training Day”), Sean Patrick Thomas (“Espera al último baile”, “Crueles intenciones”) y Marisol Ramirez, quien se encarga de dar vida a “La llorona”.
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Datos del filme
Título original: The Curse of La Llorona
Año: 2019
Duración: 93 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Michael Chaves
Guion: Mikki Daughtry, Tobias Iaconis
Música: Joseph Bishara
Fotografía: Michael Burgess
Reparto: Linda Cardellini, Patricia Velasquez, Raymond Cruz, Sean Patrick Thomas, Tony Amendola, Marisol Ramirez
William Holden nació en Illinois el 17 de abril de 1918 y falleció en Los Ángeles el 16 de noviembre de 1981. Actor estadounidense y una de las más rutilantes estrellas masculinas del Hollywood de los años 40, 50 y 60, conoció la fama con su primer papel protagonista en la película dirigida por Rouben Mamoulian “Sueño dorado” (1939). En sus comienzos participó en “Arizona” (1940), de Wesley Ruggles o “Sinfonía de la vida”, (1940) de Sam Wood pero su carrera se frenó a causa de su incorporación al Ejército.
Posteriormente protagonizó “El crepúsculo de los dioses” (1950), de Billy Wilder y “Nacida ayer” (1950), de George Cukor, títulos que elevaron su cotización como intérprete. Por su personaje de Joe Gillis en “El crepúsculo de los dioses” fue nominado al Oscar, premio que terminó consiguiendo José Ferrer por su interpretación de “Cyrano De Bergerac”.
En las décadas de los cincuenta y sesenta, Holden alcanzó sus mayores logros gracias a largometrajes tan destacados como “Traidor en el infierno” (1953) y “Sabrina” (1954), ambas dirigidas de nuevo por Billy Wilder, “Fort Bravo” (1953), de John Sturges, “La angustia de vivir” (1954), de George Seaton, “La torre de los ambiciosos” (1954), de Robert Wise, “Picnic” (1955), de Joshua Logan, “La colina del adiós” (1955), de Henry King, “El puente sobre el río Kwai” (1957), film de David Lean ambientado en la Segunda Guerra Mundial -adaptación de una novela de Pierre Boulle-, “Misión de audaces”, (1959), de John Ford o “Grupo salvaje” (1969), de Sam Peckinpah.
Obtuvo la preciada estatuilla dorada en 1953, merced a su actuación en “Traidor en el Infierno” (otra vez a las órdenes de Wilder). Durante los años 70 apareció en varias producciones, algunas muy interesantes como “Network, un mundo implacable” (1973), “El coloso en llamas” (1974) o “Fedora” (1978), su reencuentro con Billy Wilder tras veinticuatro años sin colaborar juntos.
La 21 edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici) acaba de premiar como mejor película del certamen a la estadounidense “The Unicorn”, de Isabelle Dupuis y Tim Geraghty, mientras que el galardón a la mejor cinta argentina ha recaído sobre “Fin de siglo”, de Lucio Castro.
LISTADO COMPLETO DE PREMIADOS
SECCIÓN OFICIAL INTERNACIONAL
Mejor película: “The Unicorn”, de Isabelle Dupuis y Tim Geraghty (Estados Unidos).
Mejor director: Louis Garrel por “L’Homme fidèle” (Francia).
Mejor actriz: Ella Smith por “Ray & Liz”, de Richard Billingham (Reino Unido).
Mejor actor: Keita Ninomiya por “We Are Little Zombies”, de Makoto Nagahisa (Japón).
Mejor música original: Mica Levi por “Monos” de Alejandro Landes (Argentina / Colombia / Holanda / Alemania / Uruguay / Dinamarca / Suecia / Suiza / Estados Unidos).
Premio Especial del Jurado: “Los tiburones”, de Lucía Garibaldi (Uruguay / Argentina / España).
PREMIO DEL PÚBLICO "CINECOLOR"
Premio del público CINECOLOR a la mejor película extranjera: “La asfixia”, de Ana Isabel Bustamante (Guatemala).
Premio del público CINECOLOR a la mejor película argentina: “Método Livingston”, de Sofía Mora (Argentina).
“El día que vendrá” encierra en su propia esencia todas sus virtudes y todos sus defectos. Como dos caras de una misma moneda que no pueden disociarse, aglutina algunas características que operan como méritos y, simultáneamente, como deméritos. Se trata de un melodrama convencional que responde fielmente a las reglas básicas del género, a cargo de una atmósfera certera y con una trama que resiste bien las reiteraciones y adaptaciones. Combinar la tensión sexual y el romance con esa tirantez asociada a los contextos bélicos ofrece bastantes herramientas para construir una historia notable. Sin embargo, las piezas que aparentan encajar en unas escenas, parecen desencajar en otras, dando pie a una narración irregular durante los casi ciento diez minutos de metraje. Aunque presenta un argumento consistente y engancha visualmente, ciertas secuencias no casan con fortuna dentro del guion.
Dirige la cinta el británico James Kent, quien cuenta con una trayectoria consolidada en el medio televisivo y que debutó en el cine en 2014 con “Testamento de juventud”, teniendo a Alicia Vikander, Taron Egerton y Emily Watson como protagonistas. “El día que vendrá” es su segunda experiencia en la gran pantalla y reincide con ella en el drama histórico y en los grandes temas universales. Pese a que se le puede achacar falta de originalidad o, incluso, escasa iniciativa a la hora de abordar los asuntos de un modo más incisivo, lo cierto es que consigue mantener el suficiente grado de entretenimiento y genera un clima entre la incertidumbre y la curiosidad que atrapa al espectador. El regusto clásico de la puesta en escena, unido al atractivo de sus protagonistas, hacen el resto, conformando una película en conjunto aceptable y, a ratos, interesante.
En la Alemania posterior a la Segunda Guerra Mundial, una joven esposa llega a Hamburgo para reunirse con su marido militar, que presta allí sus servicios. La ciudad se encuentra en ruinas y el frío del invierno sólo sirve para empeorar las cosas. El marido recibe la misión de reconstruir la urbe destruida. Sin embargo, la casa que elegirá el matrimonio como vivienda será compartida con sus antiguos propietarios, un viuda alemán y su hija, a quienes se había requisado la propiedad. Las relaciones que se entablarán entre ellos irán tomando caminos insospechados.
Los principales aciertos del largometraje radican en la selecta ambientación, el talento de los intérpretes, la capacidad de sugestión y la tópica, pero siempre efectiva, dosis de sentimientos incontrolados. Se basa en una novela de Rhidian Brook editada con cierto éxito en 2013. Recuerdo que, cuando leí el libro en su momento, pensé que en él se encerraba una película, pese a las trampas que el uso de las emociones y las pasiones suele deparar. Contemplando a seis años vista esta adaptación, y aun teniendo la sensación de que se le podía haber sacado mayor jugo al texto literario, considero que el resultado ha sido correcto.
Componen el triángulo amoroso Keira Knightley, Alexander Skarsgård y Jason Clarke. Ella, varios peldaños interpretativos por encima del resto, es una de las mejores actrices de su generación. Nominada al Oscar en dos ocasiones por las excelentes “Descifrando enigma” y “Orgullo y prejuicio”, cuenta además en su currículum con la sobresaliente “Expiación. Más allá de la pasión”. Si se añaden a su filmografía otros títulos de lo más diversos, como “Begin Again”, “Love Actually”, “Sólo una noche”, “Un método peligroso”, “Nunca me abandones” o “Anna Karenina”, hay que concluir que se trata de una de las mejores intérpretes del panorama actual. Su capacidad para enamorar a la cámara y enriquecer a sus personajes queda fuera de toda duda. A Alexander Skarsgård le hemos podido ver en “¿Qué hacemos con Maisie?” y “Melancolía”, si bien firma otros trabajos claramente prescindibles. En cuanto a Jason Clarke, ha participado en “La noche más oscura”, “Everest” o “El escándalo Ted Kennedy”.
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Datos del filme
Título original: The Aftermath
Año: 2019
Duración: 109 min.
País: Reino Unido
Dirección: James Kent
Guion: Joe Shrapnel, Anna Waterhouse (Novela: Rhidian Brook)
Música: Martin Phipps
Fotografía: Franz Lustig
Reparto: Keira Knightley, Alexander Skarsgård, Jason Clarke, Kate Phillips,
Haley Joel Osment nació en Los Ángeles el 10 de abril de 1988. Debutó en la pantalla grande con un pequeño papel en la película “Forrest Gump”, de Robert Zemeckis, interpretando al hijo de Tom Hanks. Después de varios años apareciendo en televisión, se hizo muy popular gracias a su papel protagonista en la cinta “El sexto sentido” (1999), de M. Night Shyamalan, junto al veterano Bruce Willis.
Tras dicho éxito participó en “Cadena de favores” (2000), de Mimi Leder, acompañado por Kevin Spacey y Helen Hunt, “A.I. Inteligencia Artificial”, (2001) de Steven Spielberg, “Hijos de un mismo dios” (2001), de Yurek Bogayevicz y “El secreto de los McCann” (2003), de Tim McCanlies.
Actualmente ha abandonado la primera línea de las producciones cinematográficas para centrarse en otros proyectos televisivos y en el campo de los videojuegos.
El género de terror (denominado “Horror” por los anglosajones para diferenciarlo del “Thriller”) es una peculiar modalidad cinematográfica con sus reglas propias e independientes del resto. En este tipo de películas se tolera y admite con mayor permisividad la reiteración de tópicos y el uso de recursos narrativos muy manidos para que el público pase un mal (buen) rato. Por regla general, estos aficionados también se distinguen de los demás, ya que desde que compran la entrada buscan disfrutar de la sensación de angustia y recrearse en su percepción del pánico, el miedo o el dolor. Dentro de este particular universo, Stephen King es una suerte de maestro, de referente indiscutible, una inagotable fuente literaria y cinematográfica de historias macabras, espeluznantes e inquietantes. La lista de largometrajes basados en su obra es, probablemente, la más extensa de cuantas puedan realizarse.
De hecho, este título ya había sido llevado a la pantalla grande con anterioridad. En el año 1989 se estrenó “Cementerio viviente”, que contó incluso con una segunda parte (“Cementerio viviente 2”) en la que participaron algunos actores de cierto renombre, como Edward Furlong y Anthony Edwards. Ahora llega a las salas de proyección “Cementerio de animales”, basada también en la novela “Pet Sematary” que el célebre escritor norteamericano publicó en 1983. Estos datos deberían bastar ya a los lectores para intuir si les gustaría ver o no la película, sin duda recomendable para los amantes de este concreto subgénero.
Es de justicia indicar que esta reciente versión es muy superior a las dos anteriores de finales de los ochenta y principios de los noventa. Tanto a nivel interpretativo como narrativo y de realización, esta adaptación supera con creces a sus predecesoras. Sin reflejar ninguna novedad ni aportación artística destacable, es capaz de mantener un aceptable nivel de tensión, ofrecer un correcto ritmo descriptivo y utilizar de forma certera las tradicionales y exitosas fórmulas del terror. Pese a no destacar ni sobresalir en ningún aspecto, constituye un digno trabajo que hará las delicias de los incondicionales de esta clase de filmes.
La pareja formada por Kevin Kölsch y Dennis Widmyer se hace cargo de la dirección. Dicho tándem ha asumido conjuntamente otros proyectos, como “Mamá 2”, “Absence” o “Starry Eyes”, por lo que pueden considerarse especialistas en asustar, inquietar y atemorizar. En mi opinión no siempre lo consiguen, pero son tenaces en el esfuerzo y, en ocasiones, triunfan en sus propósitos. No es posible pedirles originalidad, ni reinvención del género, ni sello propio y característico, pero sí eficacia en su desarrollo profesional.
Un matrimonio y sus dos hijos pequeños se trasladan a vivir desde la ciudad de Boston a una apartada casa rural. Cerca de su nueva vivienda descubren un misterioso cementerio dedicado a mascotas, escondido en lo más profundo del bosque. No tardarán en comenzar a sufrir malas experiencias, por lo que recurrirán a la ayuda de un solitario vecino que parece conocer los secretos que esconde el lugar.
Uno de los principales méritos de la cinta es que se consolida a medida que avanza el metraje, mejorando el nivel y reservándose para el final un desenlace muy logrado con el que alcanza su objetivo de modo más que solvente. Si merece algún calificativo, ese es el de siniestra. Sin pasar a los anales de la Historia del Séptimo Arte ni rozar las cumbres del género, se codea sin desentonar entre lo más destacado del terror de los últimos tiempos.
Dentro del apartado interpretativo destacan dos nombres. El primero es John Lithgow, con notable experiencia a la hora de aterrorizar al público en “Impacto” o “En nombre de Caín”, ambas de Brian de Palma. Se trata de un actor solvente, tal y como demostró en “Interstellar”, “La fuera del cariño” o “El mundo según Garp”. El segundo es Jason Clarke, a quien hemos visto en “La noche más oscura”, “Everest” y “El escándalo Ted Kennedy”, y que estrenará dentro de poco “El día que vendrá”.
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Datos del filme
Título original: Pet Sematary
Año: 2019
Duración: 120 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Dennis Widmyer, Kevin Kölsch
Guion: Dave Kajganich, Jeff Buhler (Novela: Stephen King. Historia: Matt Greenberg)
Música: Christopher Young
Fotografía: Laurie Rose
Reparto: Jason Clarke, John Lithgow, Amy Seimetz, Jeté Laurence, Hugo Lavoie
Alec Baldwin nació en Nueva York el 3 de abril de 1958. Actor estadounidense de cine y televisión, debutó en la pantalla grande con la cinta “Forever, Lulu” (1987). De esa década destacan títulos como “Bitelchus” (1988), de Tim Burton, “Casada con todos” (1988), de Jonathan Demme, “Armas de mujer” (1988), de Mike Nichols o “Gran bola de fuego” (1989), biopic del rockero Jerry Lee Lewis dirigido por Jim McBride y que protagonizó Dennis Quaid.
En 1990 rueda uno de sus mayores éxitos, “La caza del octubre Rojo”, de John McTiernan, junto a Sean Connery, seguido del film de Woody Allen “Alice”. Más tarde participa en “Ella siempre dice sí” (1991), “Glengarry Glen Ross: Éxito a cualquier precio”(1992),“Malicia”(1993), “La sombra”(1994) y “Fantasmas del pasado” (1996).
Nominado al premio Tony por su papel en una adaptación de la obra de teatro de Tennessee Williams “Un tranvía llamado deseo”, optó en 2002 al Oscar y al Globo de Oro a mejor actor secundario por su interpretación en “The Cooler”, aunque el ganador de la estatuilla sería finalmente Tim Robbins por “Mystic River”. De la misma etapa caben resaltarse los largometrajes “State and Main” (2000), “El último golpe” (2004) y “El aviador” (2004).
Recientemente ha logrado una gran popularidad con su parodia del presidente norteamericano Donald Trump en el emblemático programa de televisión “Saturday Night Live”.