En febrero del presente año Charles Ferguson ganó un Oscar con Inside Job, interesante y muy revelador documental sobre el origen de la crisis financiera que arrasó, como si de un tsunami se tratase, con las economías tanto de ciudadanos particulares como de pequeñas sociedades y hasta de los propios Estados. Narrada en su versión original por el actor Matt Damon, desvelaba no solo las atrocidades cometidas por los altos directivos de bancos y sociedades de inversión sino, además, la absoluta complicidad de las autoridades políticas y de las instituciones que supuestamente debían controlar esas prácticas. Porque el hecho cierto es que, o bien autorizaron o bien miraron a otro lado, ante lo que era una bomba de relojería que estallaría a buen seguro pero que nunca salpicaría a sus responsables.
Ahora, el joven y desconocido realizador J.C. Chandor debuta en la dirección con Margin Call para contar en clave de ficción los comportamientos de un grupo de directivos y empleados de una entidad financiera de inversiones en el inicio de la crisis de 2008. Comparte muchos de los méritos de otras cintas con las que guarda relación, como los diálogos brillantes y la recreación de las tensiones laborales expuestas en la siempre recomendable Glengarry Glen Ross –dirigida en 1922 por James Foley y subtitulada en nuestro país Éxito a cualquier precio- y el ritmo intenso y la plasmación del cínico mundo de las altas finanzas reflejado en Wall Street de Oliver Stone.
La trama transcurre a lo largo de veinticuatro fatídicas horas en las que se reflexiona sobre la codicia, los conflictos morales y la impunidad de las malas acciones. Desde el punto de vista cinematográfico, todas las cuestiones se abordan de modo profesional y sin prescindir del entretenimiento. Sorprende que un cineasta novel se desenvuelva con tanta soltura ante una temática tan compleja pero finalmente sella un notable largometraje que gustará a los aficionados a las intrigas contemporáneas y, sobre todo, a quienes disfruten con los enfrentamientos dialécticos de los personajes. Si, además, sirve para concienciar a los ciudadanos acerca de la completa ineficacia de las políticas de control sobre las grandes entidades financieras y sobre la indigna y manifiesta impunidad de los verdaderos causantes de esta crisis, mejor que mejor. Pero como mera experiencia cinematográfica, dejando a un lado las reflexiones morales, merece la pena su visionado ya que se trata de una propuesta bien elaborada.
Uno de sus principales atractivos reside en el casting, integrado por excelentes actores de la talla del siempre versátil y eficaz Kevin Spacey (doblemente galardonado con el Oscar por Sospechosos habituales y American Beauty), Jeremy Irons (poseedor también de una estatuilla por su interpretación en El misterio Von Bulow y que, pese a una carrera más errática, demuestra su incuestionable calidad), Simon Baker (conocido gracias a las series televisivas El Guardián y El mentalista) o Paul Bettany (Una mente maravillosa, Master and Commander). Todos ellos completan unas actuaciones muy destacadas.