El 24 de marzo de 1972 se estrenó en la cartelera
norteamericana ‘El padrino’, así que este mes se cumple medio siglo de la llegada a las
pantallas de una de las más aclamadas y célebres películas de todos los
tiempos.
Francis Ford Coppola, con 32 años en el momento del estreno
y poseedor de un Oscar por el guion adaptado de ‘Patton’ (Franklin J. Schaffner, 1970),
contaba ya en su filmografía con largometrajes como ‘Demencia 13’ (1963), ‘El valle del
arco iris’ (1968) o el desastre comercial ‘Llueve sobre mi corazón’ (1969). Sin embargo, desde entonces todo sería diferente para él.
La cinta fue producida por Albert S. Ruddy, vinculado a la
compañía Paramount Pictures. Basada en la novela homónima (inspirada a su vez en la Familia Real de los Mortillaro de Sicilia) de Mario
Puzo, dicho escritor adaptó su texto junto a Coppola y Robert Towne (este último sin figurar en los títulos de crédito).
El film resultó uno de los más populares del 72 y
recibió elogios de la crítica y el público, con un especial reconocimiento a las
interpretaciones de su elenco (en particular, las de Marlon Brando y Al Pacino), la
dirección, el guion, la cinematografía, la edición, la partitura y la
recreación de la mafia. Revitalizó la carrera de Brando -que había sufrido un declive durante la década de los sesenta antes de protagonizar éxitos como 'El último tango en París', 'Superman' y 'Apocalypse Now'- y lanzó las de Coppola, Pacino y el resto de los actores.
En la 45.ª ceremonia de la Academia de Hollywood obtuvo las estatuillas a película, actor (Brando) y guion adaptado (Puzo y Coppola). Sus otras siete candidaturas recayeron sobre Al Pacino, James Caan, Robert Duvall (actores de reparto) y Coppola (director).
Desde su estreno, 'El padrino' está considerada
como una de las mejores y más influyentes películas de la Historia del Séptimo Arte, sobre todo en el género de cine de gángsteres. Fue seleccionada para su conservación por el National Film Registry de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos en 1990, al calificarse como «cultural, histórica o estéticamente
significativa» y clasificarse como la segunda mejor cinta estadounidense (detrás de 'Ciudadano Kane') por el American Film Institute.
Cuando
una película me gusta mucho, la reviso de forma constante a lo largo del tiempo.
Pero para que eso ocurra, además de una corrección formal y artística, tiene
que existir alguna conexión entre el largometraje y yo. A menudo, y sin
posibilidad de explicar el motivo, se produce ese enlace mágico entre obra y
espectador, agrandando así el disfrute del visionado y elevando la categoría
del propio filme. Por el contrario, aunque a veces la propuesta sea impecable,
la ambientación resulte exquisita y las interpretaciones gocen de un nivel considerable, asisto a la proyección con
frialdad y distancia. En esas ocasiones reconozco los méritos y valoro el
esfuerzo, pero no se convierten en títulos que me acompañen de por vida, con
las repeticiones y reincidencias propias de mis producciones cinematográficas
favoritas.
“La
Casa Gucci” presenta una dirección artística muy atrayente, excelentes
actuaciones y una narración bien llevada. Por lo tanto, reúne logros evidentes.
Consigue embriagar con su atmósfera de lujo, la sucesión de traiciones
familiares y un reparto rebosante de estrellas. Sin embargo, el argumento me
generó cierto desapego. Quizá se deba a que no me interese demasiado el mundo
de la moda, con sus marcas y diseñadores, pero lo cierto es que el metraje me
pareció largo y apenas logré conectar con la proyección. Pese a sus opciones
legítimas y evidentes de cosechar numerosas nominaciones en los próximos
certámenes, dudo que vuelva a verla en el futuro.
Con
motivo del reciente estreno de “El último duelo”, ensalcé sobradamente en mi
crítica la trayectoria de Ridley Scott como director. Dicha propuesta,
guionizada y producida por Ben Affleck y Matt Damon, no me gustó. De hecho, creo
que “La Casa Gucci” es mejor en bastantes aspectos, con unos personajes más
trabajados, una producción más coherente y unas interpretaciones más
acompasadas. Aun así, opino que el veteranísimo (y venerado por mí) cineasta
británico muestra ya varios signos de agotamiento pero, aunque sus obras van
perdiendo magnetismo y simbología, conserva todavía el rigor técnico y la
habilidad narrativa que le caracterizan.
Cuenta
la historia de Maurizio Gucci, nieto del fundador de ese famoso imperio, desde
su juventud hasta su asesinato en 1995 por encargo de su exmujer. El cúmulo de
amores y traiciones dentro de la propia familia, junto al afán de reinventar
una marca que parecía encasillada, se relatan durante dos horas y media a
través de una notable fotografía, una música efectiva y un acertado reflejo de
la ostentación.
Uno
de los atractivos más relevantes radica en el equipo artístico, formado por
estrellas consagradas y actores de inmenso talento, cuya lista de galardones multiplicaría
la extensión de este texto. No obstante, más allá de los destellos que provoca
el citado reparto, sus integrantes demuestran su valía, consolidan gracias a
sus trabajos el resultado final y, pese a las extravagancias de algunos de los
perfiles que aparecen en pantalla, todos resultan creíbles y dignos de aplauso.
En
cabeza figura Adam Driver quien, con dos nominaciones a la estatuilla de
Hollywood, ha demostrado su tremendo potencial y enorme capacidad de sugestión
en títulos como “Paterson”, “Historia de un matrimonio” o “The Report”. No cabe
imaginar opción más óptima para dar vida a Maurizio Gucci. Por su parte, la
cantante Lady Gaga, tras convencer con su brillante intervención en la enésima
versión de “Ha nacido una estrella”, despliega de nuevo una interpretación
potente y rigurosa. El gran Al Pacino, el solvente Jeremy Irons y el
camaleónico Jared Leto otrogan una cobertura excepcional a la pareja
protagonista. Sólo entre Oscars y Globos de Oro, suman entre los tres diez
premios y treinta y ocho nominaciones. Completan el elenco Jack Huston (“La
gran estafa americana”), Salma Hayek (“Frida”) o Camille Cottin (“Aliados”,
“Cuestión de sangre”).
Cuando se sabe que una película está dirigida por Martin Scorsese, poco más se puede añadir. Cineasta con mayúsculas, poseedor de un sello y un estilo propios, por dos razones fundamentales pasará a la Historia del cine como uno de los mejores: la primera, sus magníficas películas; la segunda, su contribución a la evolución del Séptimo Arte como vía para narrar y visualizar historias de un modo característico y muy personal. Artista por excelencia, concibe, crea y cuenta a su propia manera las tramas que le interesan. Y por supuesto, como todo visionario, es susceptible de gustar o no. Incluso a mí, que me considero gran admirador suyo, algunas de sus obras no me agradan. Nunca he entendido, por ejemplo, el elevado número de seguidores de “El lobo de Wall Street”, que califico como film menor que peca de una exageración desmedida y termina por sobrepasar la frontera de la ordinariez. En compensación, soy un absoluto devoto de “Taxi Driver”, “El color del dinero”, “Uno de los nuestros”, “La edad de la inocencia”, “Casino”, “El aviador”, “Infiltrados” o “La invención de Hugo”, que convierten a su director en un genio del que hay que aprender.
En “El irlandés” lleva el argumento a su terreno para volver a recrear ese universo de la mafia en el que se desenvuelve con especial soltura y en cuya proyección resulta misión imposible no recordar secuencias de sus anteriores largometrajes. Se trata de un proyecto sólido dotado de un ritmo constante, una impecable ambientación, unas interpretaciones sublimes y, como siempre, ese toque intransferible que el realizador añade a todas sus propuestas. Tal vez jueguen en su contra la duración (que alcanza casi las tres horas y media y que puede antojarse excesiva) y la versión original subtitulada (que puede resultar indigesta a parte del público), pero demuestra la buena forma con la que el director neoyorkino afronta esta aventura cinematográfica a sus setenta y siete años.
La forma de abordar el tema de la mafia para Scorsese es sumamente peculiar.
A diferencia de otros compañeros de profesión expertos también en dicha temática, como Francis Ford Coppola, dota a esa atmósfera tan insana de una comicidad muy particular y la relativiza gracias a una creíble labor actoral, una cuidada decoración y un meritorio diseño de producción. El reflejo de la violencia en la ejecución de los crímenes o, incluso, en las peleas dialécticas que entablan los mafiosos, se condimenta con notables dosis de humor, por muy serios que aparezcan los personajes o por más tensa que se presente la situación que filma.
La cinta cuenta la vida de Frank Sheeran, más conocido como “El irlandés”, un camionero reconvertido en asesino a sueldo. Participó, entre otros muchos, en el asesinato de Jimmy Hoffa, poderoso jefe del sindicato del transporte, que desapareció el 30 de julio 1975 y no fue declarado legalmente muerto hasta el 30 de julio de 1982. De hecho, dicho crimen continúa siendo oficialmente una incógnita, uno de los misterios sin resolver más famosos de EE.UU.
Entre las principales virtudes de la obra destaca, sin duda, su prodigioso elenco de actores, que hipnotizan con su mera presencia ante de la cámara y encarnan la historia viva del Séptimo Arte. En mi opinión, la actuación de Al Pacino puede calificarse como insuperable. Mejora cada uno de los planos en los que sale y por ello ya ha ganado con este papel el Hollywood Film Award al mejor actor secundario. Probablemente opte (y hasta obtenga) el próximo Oscar en la misma categoría. Asimismo, el recuperado Joe Pesci (ganador de la estatuilla dorada de Hollywood por su interpretación en “Uno de los nuestros”) borda magistralmente su caracterización, alzándose como otro de los pilares de la película. En cuanto a Robert De Niro, mejora sustancialmente sus últimos registros, habida cuenta que en los últimos años había malgastado su talento en comedias discutibles donde parecía una caricatura de sus años de esplendor. Aquí retorna a la senda de su enorme capacidad profesional, si bien sigue abusando de sus “tics”. En un segundo plano, les acompañan con acierto un solvente Harvey Keitel y una sobria Anna Paquin.
Por lo que respecta a la polémica entre Netflix y los productores, distribuidores y exhibidores, no hay mucho más que decir. El mundo evoluciona y el cine no iba a ser una excepción. Siendo yo un gran defensor de la pantalla grande, reconozco que a día de hoy las productoras tradicionales ya no ofrecen a los verdaderos talentos la libertad creativa que requieren y su terca tendencia a centrarse en la reiteración de éxitos pasados les aboca a que nuevas fórmulas se abran camino.
Trailer en con subtítulos en castellano
Trailer en versión original
Datos del filme:
Título original: The Irishman
Año: 2019
Duración: 210 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Martin Scorsese
Guion: Steven Zaillian (Libro: Charles Brandt)
Música: Robbie Robertson
Fotografía: Rodrigo Prieto
Reparto: Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci, Harvey Keitel, Bobby Cannavale, Anna Paquin, Jack Huston, Ray Romano, Kathrine Narducci, Jesse Plemons
Los representantes de la industria de Hollywood se reunieron en el Hotel Beverly Hilton de Los Ángeles para llevar a cabo la entrega de los Hollywood Film Awards 2019. Entre los ganadores se encontraban Antonio Banderas, Renee Zellweger, Al Pacino o Laura Dern, entre otros. Rob Riggle ofició como maestro de ceremonias de la gala.
PALMARÉS FINAL
MEJOR CINEASTA
Bong Joon Ho por 'Parásitos'
MEJOR DIRECTOR
James Mangold por 'Ford v Ferrari'
MEJOR ACTOR
Antonio Banderas por 'Dolor y gloria'
MEJOR ACTRIZ
Renée Zellweger por 'Judy'
MEJOR PELÍCULA BLOCKBUSTER
'Vengadores: Endgame'
PREMIO A SU CARRERA
Charlize Theron
MEJOR ACTOR DE REPARTO
Al Pacino por 'The Irishman'
MEJOR ACTRIZ DE REPARTO
Laura Dern por 'Historia de un matrimonio'
MEJOR ACTOR REVELACIÓN
Taron Egerton por 'Rocketman'
MEJOR ACTRIZ REVELACIÓN
Cynthia Erivo por 'Harriet'
MEJOR DIRECCIÓN NOVEL
Olivia Wilde por 'Superempollonas'
MEJOR CANCIÓN
Pharrell Williams por 'Letter to My Godfather' de 'The Black Godfather'
MEJOR PELÍCULA DE ANIMACIÓN
'Toy Story 4'
MEJOR GUIÓN NOVEL
Shia LaBeouf por 'Honey Boy'
MEJOR GUIÓN
Anthony McCarten por 'The Two Pope'
MEJOR FOTOGRAFÍA
Mihai Malaimare Jr por 'Jojo Rabbit'
MEJOR BANDA SONORA
Randy Newman por 'Historia de un matrimonio'
MEJOR MONTAJE
Michael McCusker y Andrew Buckland por 'Ford v Ferrari'
MEJORES EFECTOS VISUALES
Pablo Helman por 'The Irishman'
MEJOR SONIDO
Donald Sylvester, Paul Massey, David Giammarco y Steven A. Morrow por 'Ford v Ferrari'
MEJOR VESTUARIO
Anna Mary Scott Robbins por 'Downton Abbey'
MEJOR MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA
Lizzie Yianni-Georgiou, Tapio Salmi y Barrie Gower por 'Rocketman'
MEJOR DISEÑO DE PRODUCCIÓN
Ra Vincent por 'Jojo Rabbit'
La película “El dilema” (The Insider), dirigida por Michael Mann, cumple veinte años. Protagonizada por Al Pacino, Russell Crowe y Christopher Plummer, se estrenó el 28 de octubre de 1999 en una “premier” celebrada en Beverly Hills, para exhibirse posteriormente en las salas de proyección de todo el país el 5 de noviembre de dicho año.
Cuenta la historia de Jeffrey Wigand, científico y directivo de la famosa tabacalera norteamericana Brown & Williamson, que descubre el secreto mejor guardado por la industria del tabaco: las sustancias que crean adicción en los fumadores.
Lowell Bergman, productor televisivo, arriesga su carrera al invitar a su programa a Wigand, que ve cómo su vida se desmorona tras revelar la verdad a la opinión pública. Al final, nadie saldrá indemne de esa dura batalla.
El film obtuvo siete nominaciones al Oscar, incluyendo las de mejor película, director, actor y guion. Asimismo, consiguió cinco candidaturas a los Globos de Oro, entre ellos los de película y director. Para los premios BAFTA se nominó a Russell Crowe como mejor actor.
Se trata, sin ningún género de duda, de una de las mejores películas de esa década. Toda una lección de buen cine.
Brian De Palma nació en Nueva Jersey el 11 de septiembre de 1940. Director y guionista estadounidense, pasó por la Facultad de Física de la Universidad de Columbia, donde participó en un grupo teatral, y posteriormente estudió Cinematografía en el Centro Sarah Lawrence College, ubicado también la Gran Manzana.
A mediados de la década de los sesenta rodó su primer largometraje, la comedia de bajo presupuesto “The Wedding Party”, protagonizada por Robert de Niro, pero que no llegó a las pantallas hasta 1969. Un año antes había estrenado “Murder à la Mod” (1968) y “Saludos” (1968), comedia satírica de nuevo con De Niro y co-escrita por el productor Charles Hirsch. A estos comienzos pertenece también “Get To Know Your Rabbit” (1972), otra muestra del género en la que participó el propio Orson Welles.
El cineasta alcanzó el éxito gracias a “Carrie” (1976), film basado en el best-seller homónimo de Stephen King que contó con la participación de Sissy Spacek, nominada al Oscar al igual que su madre en la ficción, Piper Laurie. Ya en 1976, y también con guion de Paul Schrader, firmó “Obsesión”.
Le siguieron “Vestida para matar” (1980) junto a Michael Caine, Angie Dickinson y Nancy Allen, “Impacto” (1981), “El precio del poder” (1983) junto a Al Pacino en uno de sus mayores éxitos y “Doble cuerpo” (1984). También fue el responsable de “Los intocables de Elliot Ness” (1987), con libreto de David Mamet y música de Ennio Morricone, nuevamente con De Niro y un extraordinario Kevin Costner al frente del reparto. Puso el broche a los ochenta con la cinta bélica “Corazones de hierro” (1989).
En la década siguiente fue el encargado de “La hoguera de las vanidades” (1990), “En nombre de Caín” (1992), “Atrapado por su pasado” (1993) -de nuevo con un Pacino espectacular- y “Misión imposible” (1996), que dio inicio a una saga con Tom Cruise a la cabeza.
Entre sus últimos proyectos se encuentran “La dalia negra” (2006), con Scarlett Johansson, Josh Hartnett y Aaron Eckhart, y “Passion” (2012), remake de la francesa “Crime d’amour” (2010), con Rachel McAdams y Noomi Rapace.
Tarantino se ha puesto nostálgico en su última película. Pero su forma de expresar dicho sentimiento no es la más habitual, entre otras cosas porque casi nada de lo que hace el célebre cineasta se amolda a los cánones clásicos aunque ello ha supuesto que algunas esencias de su cine varíen. Mantiene su estilo colorista, una buena ración de su humor corrosivo, algunas pinceladas de su violencia desmedida, su acertada utilización de la posición y del movimiento de la cámara, su extraordinaria habilidad para la dirección de actores y unas dosis más que sobradas de esa atmósfera gamberra y desenfrenada que le caracteriza. Sin embargo, a mi juicio, el enfermizo empeño en priorizar su personal homenaje a la música, la televisión y la estética de finales de los sesenta provoca el descuido de la trama y del ritmo narrativo. Y por valiosos que sean los méritos enumerados anteriormente, los importantes deméritos afectan inevitablemente al resultado final de este último trabajo.
Para mi gusto abundan las secuencias centradas en la conducción de vehículos, cuyo único objetivo se reduce a encajar alguno de los temas incluidos en la banda sonora. Sobran asimismo determinadas escenas cuyo exclusivo propósito es mostrar los fotogramas de las películas que Tarantino quiere rememorar, recrearse en sus carteles o reflejar la decoración propia de esa etapa histórica. Prevalece el culto a un concreto ambiente cultural y social frente a la necesaria conexión con la historia que se pretende contar. De hecho, en diversos momentos de la proyección no podía evitar preguntarme qué pintaba determinado plano dentro de la cinta, dudando sobre qué quería transmitir el director realmente.
No obstante, a ratos me reí y disfruté con algunas de las propuestas, por más que la excesiva duración cercana a las dos horas y media y la proliferación de imágenes pausadas, meramente contemplativas y sin ninguna progresión del relato, me produjeron sensación de desconcierto e, incluso, de aburrimiento. Llevado por ese afán de hacer constantes guiños al espectador, debería evitar convertirse en el típico realizador centrado en rescatar viejas glorias o en reunir actores de renombre para lucirlos en sus films sin sentido alguno, pues muchos de ellos parecen introducidos con calzador. A cargo de escenas puntuales, su única finalidad parece consistir en decir que han participado en este largometraje, aunque su intervención sea mínima.
El film se ambienta en el Hollywood de 1969, donde Rick Dalton es un actor en el ocaso de su carrera especializado en series de westerns para la televisión. Junto a su mejor amigo Cliff Booth, su doble en las secuencias de acción, tratará de abrirse camino dentro de una industria cinematográfica en constante renovación. El azar le conducirá a la vecindad con matrimonio formado por Sharon Tate y Roman Polanski y a terminar conectando con la sangrienta secta liderada por Charles Manson. Por supuesto, Tarantino no muestra una fiel recreación de los siniestros acontecimientos por todos conocidos sino que los retuerce y modifica a su antojo.
Sin duda, uno de los puntos fuertes de “Érase una vez en Hollywood” radica en la interpretación de sus dos actores protagonistas, Leonardo DiCaprio y, más aún, Brad Pitt. A través de sus solventes interpretaciones gradúan con acierto el nivel cómico requerido por los personajes. Las filmografías de ambos son extensas y reconocidas, y muestran su gran talla profesional. En cuanto a Margot Robbie, también ha acreditado sobradamente su valía como actriz. Su labor en “Yo, Tonya” y “María, Reina de Escocia” dan fe de ello. En esta ocasión, por desgracia, su papel más plano no le da opciones para el lucimiento.
Al citado trío le acompaña un reparto integrado por nombres ilustres. Emile Hirsch (“Hacia rutas salvajes”), Margaret Qualley (“Dos buenos tipos”), Al Pacino (“El Padrino”, “Serpico” o “Heat”, entre una lista innumerable de títulos), Kurt Russell (“Silkwood”, “Conexión Tequila”), Bruce Dern (“El regreso”, “Nebraska”), Dakota Fanning (“La guerra de los mundos”, “Yo soy Sam”) o el recientemente fallecido Luke Perry (famoso gracias a la serie televisiva “Sensación de vivir”), entre otros. Algunos realizan apariciones meramente simbólicas, como Damian Lewis (en un breve cameo dando vida a Steve McQueen) o Michael Madsen, una de las figuras habituales del director.
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Datos del filme:
Título original: Once Upon a Time in... Hollywood
Año: 2019
Duración: 165 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Quentin Tarantino
Guion: Quentin Tarantino
Fotografía: Robert Richardson
Reparto: Leonardo DiCaprio, Brad Pitt, Margot Robbie, Emile Hirsch, Margaret Qualley, Al Pacino, Kurt Russell, Bruce Dern, Timothy Olyphant, Dakota Fanning, Damian Lewis, Luke Perry, Lorenza Izzo, Michael Madsen, Zoe Bell, Clifton Collins Jr., Scoot McNairy, Damon Herriman