viernes, 19 de julio de 2024

FLY ME TO THE MOON



“Fly Me to the Moon” (otra película cuyo título no se traduce para su estreno en España) es una amable y apacible comedia, con marcada tendencia hacia el enredo romántico y una tenue inclinación hacia la sátira política, que resulta aparente y fácil de ver aunque, a mi juicio, se excede en el metraje y pierde parte de su gancho en su último tramo. Convencional en su formato y, en algunos apartados, incluso previsible, no pierde su encanto por ello. De cuando en cuando, apetece encontrar una propuesta sin pretensiones demasiado elevadas, capaz de arrancar sonrisas y engatusar con esos planos y trampas bienintencionadas, propios de toda oferta humorística de corte clásico.

Su director, Greg Berlanti, se dio a conocer como productor y guionista de numerosos episodios de la serie de televisión “Dawson crece”. En la gran pantalla ya ha estrenado “El club de los corazones rotos” (2000), “Como la vida misma” (2010) y “Con amor, Simon” (2018). Parece evidente, pues, su interés por los laberintos sentimentales y el tratamiento benevolente de los problemas interpersonales. Cabe reprocharle cierta ausencia de valentía y coraje para tratar, de forma más descarnada y profunda, tanto sus personajes como las tramas que desarrolla. De hecho, da la sensación de que, en otras manos, la cinta podría haber dado más de sí. No obstante, dado que la he calificado de propuesta sin pretensiones, no lo consideraré un demérito.  

La historia se desarrolla a finales de los años sesenta, coincidiendo con el alunizaje de la histórica nave Apolo 11. Pese al desafío espacial y a la pugna con los soviéticos, la opinión pública no parece prestar un apoyo incondicional a la NASA, de modo que se traza un plan de marketing y publicidad para cambiar dicha deriva. Para ello contratan a una joven profesional, partidaria de implantar determinados métodos que chocan con los trabajadores y con los directivos de la citada agencia. A partir de ese momento, las relaciones entre todos ellos generan un sinfín de conflictos.

Pese a reflejar un perfil ligero y hasta insustancial, “Fly Me to the Moon” logra enganchar, precisamente por esa esencia simple y ese humor agradable. Ofrece una correcta ambientación y la interacción entre los intérpretes contribuye al entretenimiento. Probablemente jamás figurará en los listados de las mejores muestras del género, ya que se queda a medio camino en no pocos aspectos, pero sí se alza como una obra fresca dentro de un verano plagado de producciones más costosas y a cargo de una desproporcionada aparatosidad visual. Producida por Apple para su plataforma de streaming, al final se ha optado por su llegada a las salas comerciales.

Forman la pareja protagonista los populares Scarlett Johansson y Channing Tatum. La primera, convertida en estrella mundial, cuenta en su haber con dos nominaciones al Oscar por “Historia de un matrimonio” y “Jojo Rabbit”. Ha participado en largometrajes tan imprescindibles como “Lost in Translation” o “Match Point”. Lo mismo aborda perfiles de heroína en producciones de Marvel (ha dado vida en siete ocasiones a “Viuda negra”), como acepta papeles más modestos e intimistas (“La joven de la perla”). Se trata de una buena actriz que, en esta ocasión, otorga a su personaje el punto exacto de carisma y cordialidad.

El segundo posee una filmografía menos interesante y más condicionada por sus músculos y envergadura física, en la que destacan “Foxcatcher” o “Enemigos públicos” (con una aportación apenas testimonial). Lleva a cabo un trabajo correcto, sintonizando con Johansson de manera eficaz.

Les acompañan como secundarios el siempre prolífico Woody Harrelson (“Tres anuncios a las afueras”, “El escándalo de Larry Flynt”) y Ray Romano (“La gran enfermedad del amor”).



viernes, 12 de julio de 2024

SUPERDETECTIVE EN HOLLYWOOD: AXEL F. (Beverly Hills Cop: Axel F)



Hace cuarenta años, en aquel 1984 en el que se estrenaron títulos como “Amadeus”, “Los cazafantasmas”, “Footloose”, “Cootton Club” o “Indiana Jones y el templo maldito”, también llegó a las pantallas una propuesta cómica que obtuvo gran éxito: “Superdetective en Hollywood”. Con una música pegadiza de Harold Faltermeyer, Eddie Murphy explotó su vertiente humorística y descarada en un largometraje divertido y desenfadado. Recaudó más de trescientos millones de dólares en todo el mundo (para aquella época, todo un logro) y catapultó a la figura del detective Axel Foley a ser una de las más recordadas de la década de los ochenta. Por supuesto, se rodó una segunda parte en 1987 (siendo el film más taquillero de entonces en los Estados Unidos) y una tercera en 1994 (en esta ocasión, con un fracaso de recaudación muy notable).

La saga parecía olvidada, más allá de sus reposiciones en televisión en las que, sobre todo la primera, sigue conservando su gancho, en especial para aquella generación que vivió entonces su juventud y que sigue aún hoy emocionándose con aquellas cintas. Ahora, en pleno 2024 y con un sesentón Eddie Murphy, alguien pensó que sería buena idea volver a hacer patrullar las calles a un ya veterano Foley, repescar sus chistes e, incluso, rodar algunas escenas parodiando las originales.

Desconozco si ha sido la nostalgia el motor de esta cuarta entrega, pero mejor hubiera sido saciar esa sed de añoranza volviendo a visionar las aventuras anteriores del simpático detective, porque aquellas antiguas secuencias todavía provocan sonrisas y hasta risas. Por el contrario, esos personajes que conocimos antaño (y no sólo el protagonista, sino Billy Rosewood, John Taggart o Serge) generan una sensación más bien negativa, en la que la melancolía da paso a la tristeza, y no por el paso del tiempo, sino por la degeneración de la saga.

La trama, más que similar, parece calcada a las de sus predecesoras: misma música, misma canción y mismos planos. A lo sumo, presenta escenas más aparatosas, pero el público no dejará de asociar lo filmado en esta última parte con lo filmado en la inicial: persecuciones con camiones, disparos, buenos, malos, el lujo de Beverly Hills y el peculiar estilo guasón de Axel.

Confieso que me apetece más volver a ver la primera parte que esta cuarta. A base de insistencia, se proyecta el mismo perfil de Murphy cuatro décadas atrás, con un aroma desenfadado que resulta atrayente. A la larga, sin embargo, todo se percibe forzado. Y, pese a superar a la tercera entrega (un auténtico horror de película), apenas sirve para pasar un rato.

El director Mark Molloy debuta detrás de la cámara con “Superdetective en Hollywood: Axel F.”. Jerry Bruckheimer,  peso pesado en el gremio de los productores, continúa impulsando este proyecto, estrenado recientemente en Netflix. Eddie Murphy (“El príncipe de Zamunda”, “Dreamgirls”) también se sitúa nuevamente al frente del reparto  y repiten Judge Reinhold, John Ashton y Bronson Pinchot. Todos ellos han cimentado sus carreras sobre tan singular franquicia. Como novedad figura Kevin Bacon, uno de los rostros más reconocibles de la cinematografía americana gracias a “Algunos hombres buenos”, “Apolo 13”, “El hombre sin sombra” o “Mystic River”, entre otras. También participa Joseph Gordon-Levitt (“Origen”, “Looper”, “500 días juntos”, “El caballero oscuro: La leyenda renace”), mientras que Taylour Paige da vida a la hija del célebre detective.



viernes, 5 de julio de 2024

KINDS OF KINDNESS



Con el cineasta Yorgos Lanthimos me sucede como con muchos pintores y escultores vinculados al arte moderno. Observo sus obras y empiezo a dudar si es que yo no entiendo nada o si es que me están intentando tomar el pelo. En ocasiones con perplejidad, en ocasiones con curiosidad, me aproximo a esas creaciones artísticas, pero no termina de existir conexión alguna entre el autor y mi persona. La frontera entre la originalidad y la extravagancia resulta a veces difusa y este director griego transita siempre sobre esa delgada línea, bien cayendo dentro de la innovación creativa notable, bien en la excentricidad sin sentido. De la misma forma que se afirma que la belleza se halla en el ojo de quien mira, el entendimiento se ubica en el cerebro de quien procesa la información recibida. Por ello, en las manifestaciones artísticas el máximo éxito se produce cuando se establece un enlace entre el creador y su público.

A Lanthimos le reconozco habilidad con la cámara y, en ciertos aspectos, hasta genialidad. En determinadas escenas, la recreación visual se torna atrayente y suscita mi interés, pero en otras considero que cae en rarezas inconsistentes, generando en conjunto una sensación de incredulidad que se transforma en desinterés. Alabo y aplaudo a todo director con estilo propio y sello narrativo especial, que demuestre honestidad en el modo de contar las historias y que no se deje llevar ni por modas ni por presiones de los grandes estudios. En ese sentido, expreso mi pleno reconocimiento a tan peculiar cineasta. Sin embargo, no puedo evitar la perplejidad ante ocurrencias que, pese a pretender justificarse como un plus de creatividad, no dejan de ser pinceladas disparatadas para llamar la atención.

Ahora estrena “Kinds of Kindness” (sin traducción en España), un largometraje de casi tres horas que se me hizo muy cuesta arriba, en parte por su excesivo metraje, en parte por esa combinación de ingenio y absurdez que me desconcierta más que me atrapa. Ya me pasó lo mismo con “Pobres criaturas”. Ahora bien, ante la multitud de aplausos ajenos y de comentarios elogiosos, no descarto que el problema esté en mí y en mi incapacidad para apreciar el talento vanguardista e ilógico. Pero la realidad es que acudo a los visionados de Lanthimos con reparos ante ese modo de entender el cine y de narrar relatos, que me resulta tan ajena.

La cinta se compone de tres tramas diferentes. La primera gira en torno a un hombre perdido y desnortado, desesperado por tomar las riendas de su propia existencia. La segunda la protagoniza un policía aterrado, cuya esposa (que había desaparecido en el mar) regresa cambiada drásticamente. La tercera y última refleja la determinación de una mujer en busca de alguien con un don especial, destinado a convertirse en un líder espiritual fuera de serie.

Indiscutiblemente, el film dispone de un elenco actoral de primer nivel, que invita a pasar por taquilla: Emma Stone, ganadora de dos Oscars (uno, precisamente, por su actuación en “Pobres criaturas”); Jesse Plemons, nominado también a la estatuilla dorada por su intervención en “El poder del perro” y al que hemos visto recientemente en “Civil War” o “Los asesinos de la Luna”; Willem Dafoe, intérprete sumamente versátil que se adapta a la perfección a los papeles extraños, candidato asimismo en cuatro ocasiones a los premios de la Academia de Hollywood (“Platoon”, “La sombra del vampiro”, “The Florida Project” y “Van Gogh, a las puertas de la eternidad”) y que ha participado en infinidad de títulos destacados, con recreaciones memorables como “Arde Mississippi”, “Corazón salvaje”, “El paciente inglés” o “El faro”. Finalmente, les acompaña la joven actriz Margaret Qualley (“Érase una vez en... Hollywood”, “La asistenta”).