sábado, 5 de junio de 2021

CRUELLA



De esta última versión de “Cruella” se pueden destacar varios puntos a favor. En algunas partes resulta entretenida, el tono cínico y humorístico es proporcionado, y su ritmo y colorido llaman la atención del espectador. En principio, méritos suficientes para otorgar una valoración positiva de la nueva producción de Disney. Sin embargo, yo ya estoy comenzando a desarrollar una alergia importante a toda propuesta basada en la revisión de los clásicos del Séptimo Arte con el fin de adaptarlos a esa moda actual que tiene como destinatarias a las nuevas generaciones (al parecer, incapaces de ver películas antiguas) y donde lo políticamente correcto es la gran exigencia.

Dentro de esta tendencia que, en vez de apostar por historias novedosas y personajes originales, propugna rescatar las ideas, las tramas y los papeles estelares de los grandes títulos de antaño, la factoría Disney se erige como líder absoluta. Tal evolución (más bien, involución) se halla tan generalizada que hasta mi admirado Steven Spielberg se ha empeñado en rodar su reinterpretación de “West Side Story”, ejemplo gráfico del extremo al que hemos llegado. En mi opinión, más que atravesar una crisis creativa (que también) sufrimos la ceguera crónica de unos productores que se refugian en los éxitos del pasado para eludir el vértigo que acarrea el riesgo de una inversión económica. Al final, como si de un círculo cerrado se tratase, terminamos por ver siempre lo mismo. Parafraseando a Edward Norton en “El club de la lucha”, todo parece la copia de una copia de otra copia.

Lo cierto es que, desde el punto de vista técnico, “Cruella” triunfa. Su director, el australiano Craig Gillespie -responsable de la interesante “Yo, Tonya”- firma un relato ameno y a ratos hilarante, aunque totalmente repetitivo. El fastuoso envoltorio del vestuario, los colores y la exageración atraen a la vista, pero no consigue evitar (al menos a los aficionados más curtidos) un tufillo a producto artificial ideado al amparo de las políticas culturales y artísticas que ahora mismo presiden la industria del cine. Otra moda imperante sobrevenida consiste en los estrenos simultáneos en salas de proyección y plataformas televisivas (en este concreto caso, “Disney +” en su opción “Acceso Premium”).

El guion desarrolla los comienzos de una de las villanas cinematográficas más conocidas: Cruella de Vil. Ambientada  dentro del ámbito de la moda en el Londres de los años setenta, muestra a una joven estafadora a la que una serie de acontecimientos conducen a asumir su lado malvado y a convertirse en un ser estridente y vengativo.

Uno de los aspectos más relevantes del largometraje radica en su casting, especialmente en sus dos principales figuras. Emma Stone da vida a la protagonista. Ganadora del Oscar por la fantástica “La ciudad de las estrellas (La La Land)”, ya había destacado con anterioridad en “Criadas y señoras”, “Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)”, “La batalla de los sexos” y “La favorita”. Notable actriz, muy dotada para la comedia, ha logrado imprimir un sello propio a sus actuaciones.

En esta ocasión lleva a cabo una labor correcta que ayuda a sostener el proyecto, si bien permaneceré más atento a título personal al estreno en 2022 de su última colaboración con el cineasta Yorgos Lanthimos, que lleva por título provisional “Poor Things”.

Emma Thompson ejerce como contrapeso. Poseedora igualmente de dos estatuillas doradas de Hollywood (como actriz por “Regreso a Howards End” y como guionista por “Sentido y sensibilidad”) acredita una sobresaliente trayectoria artística. “Lo que queda del día”, “En el nombre del padre”, “Primary Colors”, “Al encuentro de Mr. Banks” o “El veredicto. La ley del menor” dan idea de la medida de su enorme valía. Al contrario de su compañera de reparto, parece sentirse más cómoda en cintas de estilo dramático y, de hecho, aquí no destaca tanto como de costumbre.



No hay comentarios: