En
el año 2018 llegó a la cartelera una película de terror que sorprendió
gratamente: “Un lugar tranquilo”. Este género cinematográfico no suele llamar
la atención de la crítica, ni tampoco colarse en los galardones que cada año
conceden las Academias y Asociaciones. Sin embargo, esta peculiar y original
propuesta no sólo logró concitar el interés del público (con un presupuesto de
diecisiete millones de dólares recaudó más de trescientos cuarenta en todo el
mundo) sino que arrancó el aplauso casi unánime de los expertos, siendo
considerada tanto por el “American Film Institute” como por el “National Board
of Review” uno de los diez mejores filmes de aquel año. Ciertamente, se trataba
de una cinta rompedora que abordaba la tensión propia del terror de una forma
novedosa y con un nivel de intensidad muy destacado.
Tan
descomunales ganancias hicieron inevitable su secuela y, como consecuencia,
encontramos en “Un lugar tranquilo 2” buena parte de los mismos aciertos de su
predecesora. Ahora bien, son los mismos, sin aportar nada nuevo. Parece casi
una revisión del título previo. En ese sentido, se nota en exceso que la razón
de su filmación se debe a las grandes cifras de recaudación que obtuvo la primera
parte. Pese a ello, nos coloca ante un producto cinematográfico que destaca
dentro de su categoría, pese a que en esta ocasión el apartado industrial y
prefabricado se aprecie más. Aunque “Un lugar tranquilo 2” sufrió retrasos en
su estreno a causa del coronavirus, cuando decidió estrenarse en salas volvió a
despuntar, animando a otros muchos títulos que aguardaban atemorizados el
retorno a la proyección en la gran pantalla. En el fin de semana inicial ingresó
cuarenta y siete millones de dólares en Estados Unidos, cantidades sólo
imaginables antes de la pandemia.
Una
de las sorpresas de la saga radica en su artífice, el director John Krasinski.
Actor cómico en sus orígenes (despuntó en la serie de televisión “The Office” y
ha actuado en “Ella es el partido”, “Aloha” o “No es tan fácil”), probó suerte metiéndose
en la piel del agente “Jack Ryan” en las dos temporadas que ha estrenado por el
momento Amazon Prime sobre el célebre personaje interpretado en cine por
Harrison Ford y Alec Baldwin. Y es que, detrás de este intérprete con cara de
bonachón y ciertas tablas para la narrativa de acción, se esconde un realizador
talentoso y capaz de reflejar con solvencia de manera artística, certera e intensa
los requisitos básicos para generar tensión y miedo.
Tras
los fatales acontecimientos del pasado, los Abbot continúan enfrentándose a los
peligros del mundo exterior mientras luchan en silencio por sobrevivir.
Forzados a aventurarse en lo desconocido, pronto se darán cuenta de que las
criaturas que cazan orientadas por el sonido no constituyen la única amenaza a
la que tendrán que enfrentarse.
El
largometraje gustará a quienes ya disfrutaron con las desventuras de esta
familia, si bien no alcanzarán el nivel de sorpresa de 2018, por más que
entretenga y sobrepase los límites mínimos exigibles para este tipo de
producciones. Tal vez lo único negativo sea el hecho de que alguna mente
limitada contemple su tercera parte, y lo que comenzó como una grata
experiencia y siguió como una aceptable propuesta termine derivando en una
caricatura decadente.
Dentro
del equipo artístico destaca Emily Blunt, una actriz capacitada y valiosa que
destacó en títulos como “El diablo viste de Prada”, “La reina Victoria”, “La
pesca del salmón en Yemen”, “Looper” o “Al filo del mañana”. Lleva a cabo un trabajo eficaz y creíble, ayudando
acertadamente a apuntalar los grados de angustia que la trama requiere. Millicent
Simmonds ofrece, asimismo, una actuación meritoria. Les acompañan el siempre
interesante Cillian Murphy y el eterno secundario Djimon Hounsou.
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