viernes, 21 de mayo de 2021

LA MUJER EN LA VENTANA (The Woman in the Window)



Comenzó la película con la tradicional fanfarria de la Twentieth Century-Fox y, durante aquellos escasos segundos, todo iba bien. Pero fue terminar la vigorosa y mítica composición musical de Alfred Newman e iniciarse un declive ininterrumpido que no concluyó hasta los títulos de crédito finales. Definitivamente, “La mujer en la ventana” es una mala película. Pésima, en realidad. Configurada como una especie de homenaje al maestro Alfred Hitchcock (las referencias a sus obras, trama incluida, son continuas), toma prestadas del gran mago del suspense algunas de sus señas de identidad, aunque sin la habilidad ni el ingenio necesarios para hacer buen uso de ellas y, sobre todo, sin un guion ni unos personajes sólidos sobre quienes poner en práctica las enseñanzas de célebre cineasta británico.

Confieso que me ha resultado especialmente doloroso ver esta propuesta, pues admiro profundamente a muchos de los profesionales que participan en semejante desastre. Para empezar, su director, Joe Wright,  responsable de uno de mis largometrajes fetiche, “Expiación”, que reviso con frecuencia porque me proporciona esa clase de felicidad que sólo el arte puede dar. “Orgullo y prejuicio”, la versión de “Anna Karenina” (2012) o “El instante más oscuro” constituyen otras muestras de su capacidad. Por ello, me resulta  de todo punto incomprensible que haya rodado una cinta construida sobre una narración tan absurda y cargada de clichés fallidos. En ocasiones sucede. Basta recordar a Francis Ford Coppola con “Jack” (1996) y a Ridley Scott con “La teniente O'Neil” (1997), que sumieron al público en la perplejidad al rodar tales calamidades en pleno uso de sus facultades.

Sea como fuere, “La mujer en la ventana” se acaba de estrenar en Netflix ofreciendo un plantel de estrellas impresionante y, en consecuencia, generando unas altas expectativas que, tristemente, degeneran en un batacazo monumental. El modo en que los personajes entran en escena es chapucera y hasta irritante. Las secuencias de pretendido terror representan una mala copia de la más casposa producción de serie “B” (por no decir “Z”). Pero, por encima de todo, es el constante tufillo a medio camino entre el citado homenaje y el revisionismo hitchconiano el que termina cabreando al verdadero admirador de su legado. A Alfred Hitchcock no hay que readaptarlo al cine moderno, y en pleno siglo XXI es posible revisionar sus mejores trabajos sin que pierdan un ápice de calidad.

Una psicóloga infantil que padece agorafobia deja transcurrir el tiempo encerrada en su domicilio de Nueva York bebiendo vino, mientras ve viejas películas y espía a sus vecinos. Un día, mirando por la ventana, se convierte en testigo de un crimen cometido en la casa de enfrente, iniciándose a partir de ese momento su desesperado intento por aclarar lo sucedido.

Me decepciona que todo un Gary Oldman se haya involucrado en este proyecto, si bien entiendo que le debe al realizador su más que merecido Oscar por interpretar a Winston Churchill, por lo que se habrá visto obligado en cierto modo a darle el sí, teniendo en cuenta el agradecimiento que le profesará. Pero, que yo sepa, Amy Adams no mantiene con Wright ninguna cuenta pendiente. Esta fantástica actriz, seis veces nominada a la estatuilla dorada de Hollywood y con una filmografía plagada de brillantes actuaciones, no merecía este borrón en su trayectoria. Similar sensación provocan las participaciones de Julianne Moore (con un Oscar y dos Globos de Oro en su haber), la otrora famosa Jennifer Jason Leigh o la popular pareja de la serie “Falcon y el Soldado de Invierno”, Wyatt Russell y Anthony Mackie. Mayor singularidad entraña el caso de Tracy Letts, habitual actor secundario en films destacados como “La gran apuesta”, “Los archivos del Pentágono”, “Lady Bird” o “Le Mans '66”, y que, pese a interpretar un papel, no figura en los créditos como actor. Probablemente haya tratado de desvincularse de una catástrofe que, en gran medida, es responsabilidad suya, habida cuenta que es el autor del guion. Lo dicho: una situación incomprensible.



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