sábado, 1 de marzo de 2025

AÚN ESTOY AQUÍ (Ainda Estou Aqui)



Una de las agradables sorpresas cinematográficas de este año (sorpresas ha habido muchas, pero agradables, no tantas) es “Aún estoy aquí”, cinta brasileña que ha destacado en el reciente calendario de premios del Séptimo Arte. No resulta nada habitual que una película de Brasil obtenga tres nominaciones a los Oscars de Hollywood, y menos aún que tales candidaturas correspondan a mejor película, mejor película internacional y mejor actriz protagonista. Este listado de reconocimientos se extiende también a los Globos de Oro, los BAFTA y la Mostra de Venecia. Y, a mi juicio, se ha incluido muy acertadamente esta pequeña joya, que ofrece una lección de Historia y de cine.

Su director, Walter Salles, puede presumir de haber ganado dos BAFTA y de haber conquistado con su filmografía los cinco festivales más prestigiosos del planeta: Sundance, Berlín, Cannes, San Sebastián y la citada Venecia. De hecho, se trata de una hazaña a la altura de poquísimos realizadores. “Estación central de Brasil” (1998), “Diarios de motocicleta” (2004) y, ahora, “Aún estoy aquí”, suponen una sobresaliente carta de presentación para un cineasta que sabe contar historias y dotarlas de realismo y emotividad. 

Nos sitúa ante una narración sencilla y honesta, construida sobre la labor interpretativa, el guion y la coherencia de la dirección. Frente a otras propuestas que pretenden resaltar a base de extravagancia, excesos y subrayados innecesarios, Salles retorna, no sólo a los años setenta, sino a una filmación clásica que, al menos yo, agradezco sobremanera en estos tiempos donde la exageración y la excentricidad se consideran signos de modernidad y rebeldía. 

Basada en las memorias de Marcelo Rubens Paiva, cuenta cómo la madre del escritor se vio obligada a ejercer el activismo político tras la captura de su marido durante la dictadura militar de 1971. Bajo un régimen opresor y ante la incertidumbre del entorno político, la mujer lucha por la supervivencia en un país dominado por el miedo y la represión, y se enfrenta a una sociedad profundamente fracturada, en la que las decisiones personales y políticas discurren entrelazadas. 

La intensidad y el nivel artístico se mantienen a lo largo de las dos horas y cuarto de proyección, por lo que estoy seguro de que este largometraje no perderá vigencia ni envejecerá mal en un futuro. Su brío, energía y emoción rezuman casi en cada plano, pese a sustentarse la filmación sobre trazos simples y estilos sobrios. Nada hay que se rinda a un recurso artificial o a un añadido postizo, ayudando así al espectador a sentirse testigo de la realidad que ocurre ante sus ojos. 

El peso interpretativo de la obra reside sobre dos mujeres que comparten bastante más que el nombre: Fernanda Torres y Fernanda Montenegro. Madre e hija en la vida real, su propia historia parece sacada de una película. Ambas han optado a la estatuilla dorada de Hollywood. Montenegro, gracias a su actuación en la citada “Estación central de Brasil”, aunque el galardón recayó finalmente en Gwyneth Paltrow por su papel en “Shakespeare in Love”. Torres, merced a su actual intervención en “Aún estoy aquí”. Además, se da la circunstancia de que las dos aspiran a dicho reconocimiento a las órdenes del mismo director, en lo que constituye una concatenación de coincidencias sin precedentes en toda Iberoamérica.  Ignoro cuál será el resultado final, que se desvelará en la madrugada del domingo al lunes pero, si finalmente resultan agraciadas, no me causará sorpresa ni extrañeza. Completan el reparto Selton Mello (“El payaso”, “Lope”), Valentina Herszage y Marjorie Estiano (“Los buenos modales”).



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