Se
nota mucho cuando una película debe su origen a una (mala) idea generada
artificialmente desde el despacho de algún productor o productora con ansias de
triunfar en taquilla. Se recurre a una fórmula que haya triunfado previamente, se
disfraza el plagio con un par de variaciones insustanciales, se dota al
proyecto con cierto tinte reivindicativo de moda o políticamente correcto, y se
rueda como en una cadena de montaje donde se fabrican artilugios “made in
Taiwán”. “Agentes 355” representa una pésima copia de otros títulos ya rodados
y que, valiéndose de numerosos nombres que brillan con luz propia, se ha
lanzado al gran público con muy poca imaginación. Aunque tal vez lo que más
rechine de este largometraje sea su tufillo feminista, habida cuenta que el
buen cine realizado y protagonizado por mujeres y que relanza ese mensaje es
otra cosa.
La
trama no contiene excesiva sustancia, circunstancia por otra parte habitual en
este tipo de cintas de acción, si bien lo que hunde irremediablemente a este
estreno, llamado a ser un referente y convertido en una pérdida de tiempo con
nulo interés, se halla en el guion y la dirección. Le sobra metraje y le falta
talento creativo. Además, el calco de lo visto ya cientos de veces resulta tan
burdo que incluso se reproducen los fallos, sin siquiera neutralizarlos con un
mínimo de ingenio u aportación significativa. Si acaso podría salvarse durante
algunos minutos por su aspecto cómico, casi de auto parodia, pese a su
pretensión fallida de generar intriga y tensión.
El
director Simon Kinberg firma aquí su segundo trabajo, después de haber debutado
como cineasta degenerando con la olvidable “X-Men: Fénix Oscura” la notable trayectoria de la saga “X-Men”. Se
le nota demasiado influenciado por los malos hábitos de una modalidad
cinematográfica que, en su peor versión, se regodea en el exceso y en la
aparatosidad.
Un
arma ultra secreta cae en manos de unos peligrosos mercenarios y para
recuperarla, Mason, una agente especial de la CIA, une sus fuerzas a las de otras
mujeres de Servicios Secretos internacionales en una misión peligrosa y
vertiginosa. Juntas deberán superar sus conflictos personales y utilizar sus
capacidades y experiencia para salvar el mundo, formando un nuevo grupo letal,
355, en referencia a la primera espía de los Estados Unidos durante la
Revolución Americana.
Otro
de los desesperos que produce el visionado de “Agentes 355” es la cantidad de
talento desperdiciado, así como el asombro de ver a reconocidas profesionales
involucradas en semejante aventura. Personalmente, me desilusionó sobre todo el
caso de Jessica Chastain, una actriz que me parece formidable, que aquí ejerce
también de productora y que se había metido
anteriormente en la piel de otra agente de la CIA con su memorable
interpretación de Maya en “La noche más oscura”. De hecho, he manifestado en
varias ocasiones que yo le hubiese entregado el Oscar de aquella edición. Pero,
más allá de ese concreto papel, su currículum es excepcional. Títulos como “Criadas
y señoras”, “La desaparición de Eleanor Rigby”, “El año más violento”, “Interstellar”
o “El caso Sloane” la convierten en una intérprete de referencia. Sin embargo,
últimamente está errando en sus elecciones. En 2020 sufrió un sonoro patinazo
con “Ava” y en estos momentos desconcierta también con esta apuesta torpe y
trillada.
Le
acompañan otras figuras tan populares como Penélope Cruz, Diane Kruger o Lupita
Nyong'o, formando el citado equipo femenino contra el mal. Juntas atesoran tres
estatuillas y Globos de Oro de entre dieciséis nominaciones a ambos galardones.
Demasiado potencial para tan poca enjundia.
En
el apartado masculino encontramos a Jason Flemyng (“El curioso caso de Benjamin
Button”, “Desde el infierno”), Pablo Scola (“Operación U.N.C.L.E.”, “La isla
del infierno”) y Edgar Ramírez (“Jungle Cruise”, “La red avispa”).
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