Hace
ya varios años leí la novela “El bar de las grandes esperanzas” y me encantó.
Pasó a formar parte de mis libros de referencia y su autor, J. R. Moehringer, se
convirtió en un nombre reconocible. Su título original es “The Tender Bar”, se
publicó en 2005 y alcanzó un gran éxito de ventas. En ella el autor describe
sus recuerdos de infancia y juventud con cercanía y sorprendente ternura, sobre
todo porque refleja las numerosas facetas de una realidad familiar
desestructurada y repleta de carencias. Supongo que se trata de uno de esos
ejemplos del sueño americano por los que una persona de origen humilde,
infancia problemática y situación económica precaria termina triunfando pese a
todo. Porque J. R. Moehringer ganó el prestigioso premio Pulitzer de
Periodismo, escribió para el “The New York Times” y ha continuado cosechando
relevantes triunfos editoriales con, por ejemplo, “Open, mi historia”, la
biografía del
tenista estadounidense Andre Agassi.
El
siempre polifacético George Clooney ha decidido dirigir la adaptación
cinematográfica, reflejando correctamente esa ternura de la versión literaria,
así como la curiosa y atrayente historia que une a su protagonista con la
literatura y con el bar de su tío. En esta ocasión también me he dejado atrapar
por el modo en que se describen los vacíos del padre ausente, los dramas en el
seno del hogar y la compensación de todo ello con lecturas y conversaciones en
la barra de un pub. No obstante, se evidencia cierta falta de garra en el ritmo
narrativo y en la puesta en escena, que quedan muy lejos de la excelencia de “Los
idus de marzo” o de la profundidad de “Buenas noches, y buena suerte”, si bien Clooney
consigue aquí remontar el traspié cometido con “Cielo de medianoche”.
Entrelazando
momentos de las épocas infantil y juvenil del personaje principal, construye un
relato agradable, creíble y honesto que se desarrolla durante un comedido
metraje, que apenas supera la hora y media de proyección. Tal vez resulte
demasiado edulcorado, pues hasta los momentos más dolorosos en la vida del
escritor se reflejan a través de algunas escenas delicadas y con un marcado
tono sensible pero, en todo caso, nos sitúa ante una historia interesante, bien
contada y con méritos más que suficientes para disfrutar de esos recuerdos que
se esfuerzan por resultar afectivos. Puede que ese grado de afabilidad del
largometraje lo haga resultar un tanto endeble para parte de los espectadores,
habida cuenta que no incluye una trama de gran intensidad ni una recreación
potente de la historia de una generación. Supone, sencilla y llanamente, una
reconfortante y amable radiografía interior que pretende, con toda la
intención, acariciar y nunca golpear.
A
cargo de un acertado acompañamiento musical, el film se centra en la
importancia de la familia y en la capacidad de madurar de las personas durante
ese complicado tránsito de la niñez a la edad adulta, a menudo marcado por circunstancias
involuntarias o aleatorias. Esta no es la primera relación de J.R. Moehringer
con el cine. En 2007 se estrenó “El último asalto”, cinta dirigida por Rod
Lurie y protagonizada por Samuel L. Jackson y Josh Hartnett, basada en un
artículo suyo para “Los Angeles Times Magazine” que versaba sobre la figura y
la carrera del boxeador profesional Bob Satterfield.
La
nominación de Ben Affleck como mejor actor secundario ha sido la única
candidatura a los Globos de Oro para “The Tender Bar”. Acreditado como buen
director, tal y como lo demuestran “Argo”, “The Town. Ciudad de ladrones” y
“Adiós pequeña, adiós”, puede también ser un intérprete notable cuando se le
controla con tino. Y, aunque suele tender a la exageración y a la
caricaturización de sus personajes, de vez en cuando ofrece una actuación como
la que realiza aquí, efectiva y certera. Daniel Ranieri debuta encarnando a Moehringer
de niño, mientras que Tye Sheridan (“Mud”,“El contador de cartas”, “Ready
Player One”) lo representa de joven. Completan el reparto un envejecido Christopher
Lloyd (el mítico Dr. Emmett Brown de “Regreso al futuro”) y Lily Rabe (“Sin
reservas”, “Todas las cosas buenas”).
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