Hace un par de años el realizador británico Guy Ritchie sorprendió, a unos agradablemente y a otros no, con su peculiar visión del personaje de Sherlock Holmes. Pese al éxito de taquilla logrado y a la gran aceptación que el público le brindó, y que derivó en el estreno de esta secuela, a mi me pareció un producto fallido y que suponía un descenso notable en la carrera (ya de por sí bastante irregular) de este director. Después de haber logrado cierta popularidad a finales de los noventa gracias a las transgresoras y divertidas Lock & Stock y Snatch, cerdos y diamantes, entró en crisis de la que pareció salir después de muchos años con la divertida y original RocknRolla, pero la adaptación de las aventuras del detective salido de la pluma de Sir Arthur Conan Doyle le hizo caer en una recesión creativa de la que no ha salido a tenor de lo visto en esta segunda parte.
Nuevamente recrea a Sherlock Holmes como un detective que practica la lucha libre y las artes marciales a través de auténticas coreografías más propias de Jackie Chan, situándose así muy lejos de otros proyectos que se han realizado sobre el investigador tanto en formato cinematográfico como televisivo. La cinta desilusionará a quienes esperen encontrar una recreación seria del personaje y de la época en la que le tocó vivir. En definitiva, Sherlock Holmes puede funcionar como una parodia que parece reírse del personaje y no con el personaje, prescindiendo de la verdadera esencia del detective. Renuncia al objetivo de cautivar al público recurriendo a la intriga de una historia bien construida. Se deja sentir la influencia del productor Joel Silver, responsable de numerosas cintas de acción entre las que cabe destacar la saga de Arma Letal, centrada igualmente sobre una pareja protagonista que se alía para perseguir a criminales y que, poseedores de unos caracteres bien distintos, asientan su supuesta comicidad sobre unos diálogos chispeantes pero carentes de auténtica maestría. Ritchie intenta destacar a base de utilizar una estética visual cercana al videoclip y utilizando la velocidad de las imágenes para mantener su sello en el aspecto formal. Pero por mucha visión postmoderna que quiera implantar este director, lo cierto es que no puede esconder que su proyecto está hueco, carente de contenido, es un envoltorio llamativo que intenta tapar un vacío. La supuesta originalidad, entendida como completa transgresión y alejamiento del modelo del investigador clásico que todos tenemos, sirve para unos cuantos minutos, pero es muy limitado para aguantar más de dos horas.
Repiten Robert Downey Jr., Jude Law y Rachel McAdams. Se incorpora Noomi Rapace, la actriz sueca que interpretó al personaje de Lisbeth Salander en la versión europea de la saga Millenniun que, casualmente, la próxima semana llegará a nuestras carteleras la versión norteamericana con Daniel Craig y Rooney Mara a la cabeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario