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viernes, 31 de enero de 2025

THE BRUTALIST



Hay contradicciones difíciles de explicar y excepciones a la regla que, según algunos, sirven para confirmarla y, según otros, para cuestionarla. Como es obvio, cada cual tiene sus gustos y, en mi caso, existe un tipo de películas que me atraen y una forma de contar las historias -desde el punto de vista visual, narrativo y artístico- con el que me identifico. Objetivamente, “The Brutalist” se aleja del estilo cinematográfico que me agrada. Resulta compleja, densa, a veces incomprensible, excesivamente larga, con pinceladas creativas desconcertantes y bordeando peligrosamente la apatía en algunos tramos. Sin embargo, al final de la proyección me quedó la sensación positiva de haber podido ver algo original, rompedor, auténtico y con destellos de genialidad absoluta. En cierto modo, sé que se trata de una conclusión un tanto incoherente y absurda. 
En el ámbito de la Psicología se ha generalizado el uso de la expresión “zona de confort” para definir aquellas rutinas y situaciones en la que las personas nos sentimos cómodas, un conjunto de realidades y ambientes que nos transmiten bienestar. No obstante, parece que en ocasiones se torna deseable salir de ahí para vivir otras experiencias quizá sorprendentes o, simplemente, para escapar de una tendencia hacia el letargo.  “The Brutalist” supone ese empujón que nos ofrece una alternativa para abrir los ojos a otra forma de hacer las cosas o, como mínimo, de abordar el cine. Esa fue al menos mi percepción tras su visionado. 
El largometraje refleja la vida de un arquitecto judío nacido en Hungría que logró sobrevivir al Holocausto nazi. Emigró a los Estados Unidos persiguiendo el denominado "sueño americano", si bien ese tránsito tuvo mucho de pesadilla. En su país natal era un reputado profesional, mientras que en América se vio desamparado y convertido en un vagabundo. Con enorme dificultad, intentó sobrevivir realizando pequeños apaños en el sector de la construcción, durmiendo en un albergue e intentando sobrellevar sus adicciones. Pasado el tiempo, un empresario industrial se fijó en él y le abrió una puerta a la prosperidad, cruzando dicho umbral pese al precio que hubo de pagar por ello. 
Como una pequeña joya incrustada en una piedra, para cuya extracción se precisa de una gran labor de pulido, la proyección encadena momentos de indiferencia con otros colosales que me llevaron a reconocer, no sólo esa originalidad, sino la autenticidad y la valentía de su director y guionista, Brady Corbet, quien comenzó en el mundo de la interpretación con títulos como “Melancolía”, de Lars von Trier o “Funny Games”, de Michael Haneke. Su anterior trabajo tras la cámara, “Vox Lux: el precio de la fama” (errática y extraña cinta con Natalie Portman y Jude Law como protagonistas) no presagiaba en absoluto semejante evolución. 
En cualquier caso, este filme no va dirigido a todos los públicos, habida cuenta de sus más de tres horas y media de duración y, sobre todo, de la aspereza de ciertas secuencias. Sea como fuere, cabe indicar que sobresale del común de largometrajes que llegan a las pantallas, ya que la diversidad de temas y reflexiones que muestra daría para varios manuales.  
Se sitúa al frente del reparto Adrien Brody, Oscar al mejor actor por “El pianista”, que demuestra nuevamente su inmensa y particular capacidad para expresar el sufrimiento. Lleva a cabo una excelente actuación. Le acompañan Felicity Jones (“La teoría del todo”, “Una cuestión de género”) y Guy Pearce (“L.A. Confidential”, “Memento”). Los tres optan a la estatuilla dorada de Hollywood por sus respectivos papeles (el primero, como principal y los dos últimos, como secundarios). 
En total “The Brutalist” aspira a diez galardones de la Academia (incluidos los de película, director, guion original y banda sonora). Ya ha recibido tres Globos de Oro (película, dirección y actor protagonista) y se sitúa a la cabeza de los certámenes que otorgan durante estos meses los reconocimientos más prestigiosos de la industria del Séptimo Arte.  Se trata, sin duda, de uno de los títulos del año. 



viernes, 1 de enero de 2021

CIELO DE MEDIANOCHE (The Midnight Sky)


Siento una especial simpatía por George Clooney, un actor versátil que se amolda con soltura y acierto a la comedia y al drama. Sus actuaciones en títulos como “Syriana”, “Michael Clayton”, “Up in the Air” o “Quemar después de leer” dan sobradas muestras de su capacidad para ganarse a los espectadores, ya sea como pícaro encantador o como tipo de una seriedad férrea. También valoro su faceta de realizador, de cuyos trabajos destaco la magnífica película “Los idus de marzo” y la muy necesaria “Buenas noches, y buena suerte”. No se puede negar que en sus proyectos más dramáticos manifiesta cierta inclinación hacia una lentitud narrativa que roza peligrosamente el precipicio de la apatía. Sin embargo, yo me reconozco muy receptivo a esta clase de filmaciones pausadas, siempre que se aborden con pulso firme y se sostengan sobre historias sólidas y personajes consistentes. Debo ser uno de las pocos aficionados a los que gustó “Solaris”, film de Steven Soderbergh protagonizado por el propio Clooney y que fue tachado de aletargado, conclusión a mi juicio superficial y precipitada.

No obstante, conviene extremar el cuidado a la hora de aplicar a una narración cinematográfica las dosis adecuadas de parsimonia, ya que se corre el riesgo de hibernar el interés y perder al público a causa del aburrimiento. El problema de “Cielo de medianoche” estriba en el desarrollo de sus cuarenta y cinco minutos iniciales, donde el exceso de indolencia hiere casi de muerte a una propuesta, de por sí, muy sugestiva. A pesar de que remonta conforme avanza la proyección, alcanzando un nivel aceptable de ritmo, esa cicatriz previa la lastra irremediablemente y, en el mejor de los casos, permanecerá para siempre en la memoria de cualquier espectador que recuerde la cinta en el futuro.

Un científico solitario que se encuentra en el Ártico ha contribuido con sus investigaciones a localizar un planeta en el que pueda también prosperar la vida humana. Entretanto, la Tierra ha quedado devastada, por lo que trata de avisar de la imposibilidad de su retorno a los miembros de una nave espacial que desconocen la noticia y que han emprendido el camino de regreso tras realizar una misión de comprobación de viabilidad para la vida humana en otra zona del espacio. Llegados a este punto, las comparaciones con “Interstellar” son tan inevitables como odiosas, y sólo cabe afirmar que supera a “Cielo de medianoche” en todos los sentidos. Da la sensación de hallarnos ante una obra menor de su autor, que transita en una nubosidad variable, con nubarrones al inicio y más brillante y soleada hacia el final. Aun así, su mensaje llega con claridad y la mejora a medida que avanza el metraje resulta patente, evidenciando que, por encima de los efectos especiales, las naves espaciales y las recreaciones del universo, se asienta sobre una esencia intimista y sobria.

Rodada en su mayor parte en la isla de La Palma, algunas de las localizaciones que aparecen en pantalla se reconocen con facilidad. Como anécdota, aunque su título original es “The Midnight Sky” y en la plataforma Netflix figura como “Cielo de medianoche”, en el archipiélago canario se publicita a modo de guiño localista como “Cielo de panza de burro”.

El propio Clooney encabeza el reparto, realizando una interpretación creíble y acorde con su personaje. Junto a él intervienen Felicity Jones (“La teoría del todo”, “Rogue One: Una historia de Star Wars”, “Una cuestión de género”), David Oyelowo (“Selma”, “Un reino unido”) y Kyle Chandler (“Super 8”, “Carol”, “La noche más oscura”), debutando además la niña Caoilinn Springall con un singular y lucido primer papel de su carrera.



viernes, 1 de marzo de 2019

UNA CUESTIÓN DE GÉNERO (On the Basis of Sex)

Era muy difícil que una biografía sobre Ruth Bader Ginsburg estuviese a la altura del personaje, una mujer poco conocida en España por el gran público pero todo un icono en los Estados Unidos de América. Esta excelente jurista es desde el 10 de agosto de 1993 jueza de la Corte Suprema estadounidense (cargo que continúa ocupando a día de hoy) y su trayectoria vital resulta tan extraordinaria que, dadas sus aportaciones al progreso de la Humanidad, sin duda merece ser contada. Es verdad que la película comienza de forma un tanto endeble, por un estilo narrativo previsible cercano a ese tipo de melodrama americano que no dispone de guiones con enjundia. Sin embargo, a medida que avanza el metraje el relato va centrándose mejor y consigue entretener, dando difusión a una parte esencial de la historia judicial y legislativa norteamericana de la que no será indiferente el resto del planeta. 
En todo caso, no se pueden obviar algunos inconvenientes que el largometraje es incapaz de sortear. El más evidente es el de la temática que aborda, probablemente monótona y espesa para quienes no sean aficionados a los temas legales ni a las semblanzas de grandes personalidades. La cinta pone igualmente de manifiesto un formato edulcorado durante buena parte del metraje y evidencia en exceso un esfuerzo artificioso por aliñar la moraleja con esos condimentos del melodrama clásico que se traducen en pizcas de humor, teatralidad y sentimentalismo, tan propios de la industria cinematográfica estadounidense. Por ello, algunos espectadores tildarán el film de rutinario y se perderán en su maraña jurisprudencial. Sin embargo, otros muchos disfrutarán con su atmósfera judicial y sus recreaciones históricas, habida cuenta que el nivel de entretenimiento es aceptable, las interpretaciones, meritorias, y las lecciones de Derecho, dignas de ser aprendidas. 
Cuenta la vida de Ruth Bader Ginsburg desde su ingreso como alumna en la prestigiosa Universidad de Harvard, para continuar con sus duros inicios profesionales y su ulterior participación en el primer gran precedente sobre discriminación de género en una norma jurídica que abrirá el camino a otras sentencias posteriores y a toda una batalla legal en favor de la no discriminación por cuestión de sexo. 
La cineasta Mimi Leder se ha hecho cargo de la propuesta. Forjada en series televisivas como “La ley de Los Ángeles”, “Urgencias”, “El ala oeste de la Casa Blanca” o “Shameless”, debutó en la pantalla grande dirigiendo algunas muestras del género de acción, entre ellas el primer proyecto de la productora Dreamworks (“El pacificador”, junto a George Clooney y Nicole Kidman) y “Deep Impact”. Su filmografía incluye también otros títulos más dramáticos como “Cadena de favores”, protagonizada por Kevin Spacey, Haley Joel Osment y Helen Hunt. 
Leder maneja a la perfección el ritmo narrativo y posee una notable capacidad para contar visualmente las historias, si bien muestra una mayor inseguridad cuando se ve obligada a basarse en la contundencia del guion y en la fascinación de las actuaciones. Tal vez haya sido ese el principal escollo que no le ha permitido sacar todo el partido posible a unos personajes sumamente interesantes tanto a nivel personal como profesional. 
Pese a todo, uno de los principales aciertos de este trabajo es la labor interpretativa de los actores. A su protagonista, Felicity Jones, la hemos visto en “La teoría del todo”, “Rogue One: Una historia de Star Wars” o “Un monstruo viene a verme”. Se trata de una actriz eficaz que aquí cumple con un complicado reto. Le acompaña un grupo de nombres competentes, como el veterano Sam Waterston (“Los gritos del silencio”, “El gran Gatsby”, “El caso Sloan”), la experimentada Kathy Bates (oscarizada por “Misery” y popular por sus actuaciones en “Tomates verdes fritos” y “Eclipse total”), el joven Armie Hammer (“La red social”, “Call Me By Your Name”) o la adolescente Cailee Spaeny (“El vicio del poder”, “Malos tiempos en El Royale”).

Trailer en castellano


Trailer en versión original


Datos del filme

Título original: On the Basis of Sex
Año: 2018
Duración: 120 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Mimi Leder
Guion: Daniel Stiepleman
Música: Mychael Danna
Fotografía: Michael Grady
Reparto: Felicity Jones, Armie Hammer, Kathy Bates, Sam Waterston, Justin Theroux