jueves, 8 de diciembre de 2011

IN TIME



La filmografía del realizador Andrew Niccol demuestra su predilección por la ciencia ficción, en concreto por la visión del futuro marcado por una deshumanización estrechamente vinculada con la belleza y la perfección física. Aunque su mejor obra, El señor de la guerra, protagonizada por el actor Nicholas Cage, se aleja en muchos aspectos de esas pautas, tanto su debut tras las cámaras -la interesante Gattaca- como su siguiente película –Simone- abordan descaradamente dicho tema, que también se repite con claridad en In Time, aunque éste sea hasta la fecha su peor film. Y lo es porque, a diferencia de sus anteriores propuestas, carece de un guión sólido, de una historia bien construida y de unos personajes interesantes. Niccol, al igual que el futuro que nos predice, se rinde a la recreación del culto al cuerpo y convierte la cinta en un escaparate para que la joven actriz Amanda Seyfried luzca su anatomía con ayuda de unos cortos y ajustados vestidos y su compañero de reparto Justin Timberlake provoque los suspiros de sus fans. Desgraciadamente, la pareja no logra dar más de sí y no por falta de capacidad interpretativa, habida cuenta que en otros largometrajes han dado muestras de su buen hacer, sino porque sus personajes sólo les permiten apoyarse en sus encantos.
Estamos ante un relato apocalíptico en el que todos los habitantes de la tierra, con independencia de su edad real, aparentan veinticinco años y son muy atractivos. Cada uno lleva en su brazo un cronómetro que marca inexorablemente el momento de su muerte, de tal manera que morirán cuando el temporizador marque cero. Por esta circunstancia, en su mundo no se comercia con dinero sino con tiempo. Ante semejante panorama, con ricos que viven eternamente y pobres que mueren a corto plazo, se pretende trasladar al espectador una reflexión sobre el futuro que, por culpa de un deficiente guión, no pasa de ser un mera suma de acción y belleza. La primera no contiene la intensidad requerida por un proyecto de estas características y, en cuanto a la segunda, no basta para sostener más de noventa minutos de imágenes. Por lo tanto, y pese a la aparente originalidad de la trama, In time resulta fallida. De hecho, sus escasos méritos no han logrado satisfacer las pretensiones de un público adolescente que ha evitado pasar por taquilla. Finalizada ya su carrera comercial en Estados Unidos, ni siquiera ha recaudado la cantidad invertida para su rodaje.
Andrew Niccol se dedica ahora a las facetas de productor y guionista de la adaptación a la pantalla grande de The Host, novela de la autora de la saga de Crepúsculo Stephenie Meyer. La prometedora Saoirse Ronan encabeza el reparto, siendo 2013 el año previsto para su estreno. Si el director neozelandés logra recuperar el crédito profesional de sus inicios, es posible que el resultado sea interesante pero si insiste en emplear la estética de videoclip - correcta en cuanto a la técnica pero vacía en su contenido- asistiremos al declive de quien fue considerado a finales de los años noventa como un cineasta a tener en cuenta.

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