viernes, 12 de noviembre de 2021

ETERNALS


Tengo que hacer un auténtico acto de fe para creer que Chloé Zhao sea la directora de “Eternals”. La realizadora china despuntó con el estreno de la interesante y notable “The Rider” (a mi juicio, su mejor obra) y alcanzó fama mundial al recibir un Oscar por la sobrevalorada “Nomadland”. Gustasen o disgustasen, en ambas películas podía palparse la labor de una cineasta, existiendo un claro vínculo entre creación y creadora, que es en definitiva la esencia de todo artista. Sin embargo, en este último trabajo no reconozco nada de Zhao y todo en él me resulta artificial, como si fuese fruto de un algoritmo que condensara, con la mentalidad de una máquina, los gustos del público en función de unos éxitos precedentes de taquilla y las dosis de humor, acción y dramatismo de sus escenas se rodasen a cargo de una computadora que combinase fríamente una receta estudiada por sesudos analistas de mercado.

“Eternals” proviene de un comic de “Marvel” donde, una vez exprimidos hasta la saciedad los personajes más emblemáticos de la casa, toca echar mano de los que ocupan las filas de atrás. Tanto han esquilmado las célebres aventuras de sus superhéroes más populares que, en su afán por perpetuar el rendimiento, han colocado en el objetivo a sus productos de Segunda División. Lamentablemente, la cinta rezuma una naturaleza postiza y prefabricada y, cuando intenta ser chistosa, impresionar o emocionar, ve siempre mermada la efectividad por culpa de su carácter artificial y trucado.

Mantiene, eso sí, la tendencia cada vez más acusada de prolongar el metraje por encima de lo deseable (hasta alcanzar casi dos horas y cuarenta minutos) en lo que  parece un homenaje a su título, derivando en un castigo demasiado plomizo para los espectadores empeñados en quedarse hasta el final. A esta propuesta le sobra media hora de proyección y le falta una enjundia superior en el guion, siendo el claro ejemplo de que no existe una regla matemática que asocie el dinero invertido con un efectivo resultado final. Se dice que la producción ha costado doscientos millones de dólares y en mi opinión, se recuperen o no, constituyen un gasto superfluo.

Hace millones de años, unos seres conocidos como los Celestiales comenzaron a experimentar genéticamente con los humanos a fin de crear individuos superpoderosos capaces de hacer solamente el bien, pero tal experimento salió mal y ocurrió exactamente lo contrario. En realidad, dieron lugar a los Desviantes, que con su destrucción provocaron el caos a su paso. Desde entonces, ambas razas se han enfrentado a lo largo de la Historia en una eterna lucha de poder.

Dentro del equipo artístico figura la pareja formada por Gemma Chan (“Capitana Marvel”, “María, reina de Escocia”, “Crazy Rich Asians”) y Richard Madden (“1917”, “Rocketman”, la serie televisiva “Bodyguard”). Ambos llevan a cabo un notable esfuerzo por apuntalar el largometraje con sus actuaciones. Mención aparte merece Angelina Jolie, cuyos papeles son engullidos desde hace ya demasiado tiempo por su imagen pública y publicitaria, resultando imposible darles verosimilitud, habida cuenta que se ven afectados irremediablemente por  la frecuencia con la que la actriz aparece en las portadas de las revistas y en los anuncios de televisión. La estrella eclipsa a sus personajes, circunstancia que supone un grave lastre para cualquier intérprete. Durante numerosos momentos dramáticos refleja en pantalla el mismo gesto con el que promociona un perfume de marca, y así es muy complicado que un film pueda convencer y enganchar al espectador.

Completan el reparto Salma Hayek (“Frida”, “Salvajes”, “Desperado”), Kit Harington (“Juego de tronos”) y Brian Tyree Henry (“El blues de Beale Street”, “Muñeco diabólico” versión 2019). Ignoro cuál será la próxima sorpresa por parte de las productoras en cuanto a este género cinematográfico que vincula el cómic con el Séptimo Arte. Lo que tengo claro es que, si bien hace varias décadas comencé a disfrutar con devoción y entusiasmo de esa relación, actualmente detecto (y padezco) sus manifiestos signos de agotamiento. Conviene, pues, replantear un futuro que pinta bastante negro.



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