“Eternals”
proviene de un comic de “Marvel” donde, una vez exprimidos hasta la saciedad
los personajes más emblemáticos de la casa, toca echar mano de los que ocupan
las filas de atrás. Tanto han esquilmado las célebres aventuras de sus superhéroes
más populares que, en su afán por perpetuar el rendimiento, han colocado en el
objetivo a sus productos de Segunda División. Lamentablemente, la cinta rezuma
una naturaleza postiza y prefabricada y, cuando intenta ser chistosa,
impresionar o emocionar, ve siempre mermada la efectividad por culpa de su
carácter artificial y trucado.
Mantiene,
eso sí, la tendencia cada vez más acusada de prolongar el metraje por encima de
lo deseable (hasta alcanzar casi dos horas y cuarenta minutos) en lo que parece un homenaje a su título, derivando en
un castigo demasiado plomizo para los espectadores empeñados en quedarse hasta
el final. A esta propuesta le sobra media hora de proyección y le falta una enjundia
superior en el guion, siendo el claro ejemplo de que no existe una regla
matemática que asocie el dinero invertido con un efectivo resultado final. Se
dice que la producción ha costado doscientos millones de dólares y en mi
opinión, se recuperen o no, constituyen un gasto superfluo.
Hace
millones de años, unos seres conocidos como los Celestiales comenzaron a
experimentar genéticamente con los humanos a fin de crear individuos superpoderosos
capaces de hacer solamente el bien, pero tal experimento salió mal y ocurrió
exactamente lo contrario. En realidad, dieron lugar a los Desviantes, que con
su destrucción provocaron el caos a su paso. Desde entonces, ambas razas se han
enfrentado a lo largo de la Historia en una eterna lucha de poder.
Dentro
del equipo artístico figura la pareja formada por Gemma Chan (“Capitana
Marvel”, “María, reina de Escocia”, “Crazy Rich Asians”) y Richard Madden
(“1917”, “Rocketman”, la serie televisiva “Bodyguard”). Ambos llevan a cabo un
notable esfuerzo por apuntalar el largometraje con sus actuaciones. Mención
aparte merece Angelina Jolie, cuyos papeles son engullidos desde hace ya
demasiado tiempo por su imagen pública y publicitaria, resultando imposible
darles verosimilitud, habida cuenta que se ven afectados irremediablemente
por la frecuencia con la que la actriz
aparece en las portadas de las revistas y en los anuncios de televisión. La
estrella eclipsa a sus personajes, circunstancia que supone un grave lastre
para cualquier intérprete. Durante numerosos momentos dramáticos refleja en
pantalla el mismo gesto con el que promociona un perfume de marca, y así es muy
complicado que un film pueda convencer y enganchar al espectador.
Completan
el reparto Salma Hayek (“Frida”, “Salvajes”, “Desperado”), Kit Harington (“Juego
de tronos”) y Brian Tyree Henry (“El blues de Beale Street”, “Muñeco diabólico”
versión 2019). Ignoro cuál será la próxima sorpresa por parte de las
productoras en cuanto a este género cinematográfico que vincula el cómic con el
Séptimo Arte. Lo que tengo claro es que, si bien hace varias décadas comencé a
disfrutar con devoción y entusiasmo de esa relación, actualmente detecto (y
padezco) sus manifiestos signos de agotamiento. Conviene, pues, replantear un
futuro que pinta bastante negro.
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