Pese a que el director de esta cinta se llame Steve McQueen, no debe confundirse con el actor norteamericano del mismo nombre que durante la década de los sesenta y setenta protagonizase títulos como Bullit, La huida, Papillon o El coloso en llamas. En esta ocasión, hablamos de un realizador y guionista británico que, con su segunda película, ha recibido elogios normalmente reservados a los cineastas más veteranos. Aunque, a primera vista, pudiera pensarse que, debido a la temática sexual que sustenta la trama, estaríamos ante un nuevo film que pretende atraer al público más morboso y beneficiarse de la publicidad gratuita que lleva aparejada, lo cierto es que Shame traspasa esa primera impresión. La historia de autodestrucción de un joven neoyorkino adicto al sexo y la relación que mantiene con su hermana va mucho más lejos de lo que, de entrada, pudiera pensarse. Su responsable nos coloca frente a un guion y unos personajes complejos y, sobre todo, ante una narración y una dirección contundentes e interesantes. Los reconocimientos obtenidos por este trabajo son buena prueba de sus méritos: nominada a los BAFTA británicos en las categorías de mejor película y mejor actor, quien también optó al Globo de Oro. Las asociaciones de críticos de Washington, Toronto, Nueva York, San Diego, Londres, Los Ángeles, Florida, Boston y Chicago y hasta el mismísimo Festival de Venecia integran algunos círculos en los que este largometraje ha cosechado especial mención, fundamentalmente en lo relativo a su protagonista principal -Michael Fassbender-, a su compañera de reparto -Carey Mulligan- y al propio Steve McQueen. No se trata de una producción destinada a todo tipo de público. Tampoco está pensada para aquellos espectadores cuya máxima pretensión sea el simple entretenimiento entre palomita y palomita. Sin embargo, quienes disfruten con las buenas interpretaciones basadas en personajes complicados y bien construidos, con una narración rigurosa y con un análisis de los diversos laberintos del ser humano, descubrirán a un profesional detrás de las cámaras a tener en cuenta. Incluso es posible que les pique la curiosidad y, o bien acudan al videoclub en busca de Hunger, su debut en la gran pantalla, que refleja la huelga de hambre de un preso en una cárcel de Irlanda, o bien esperen con impaciencia la llegada a las salas de proyección de próxima obra, cuyo título provisional es Twelve Years a Slave. Es de absoluta justicia mencionar muy especialmente el estupendo trabajo de sus dos protagonistas. Michael Fassbender, un actor que no olvidará fácilmente el pasado 2011, estrenó ese año la versión de Jane Eyre de Cary Fukunaga, Un método peligroso de David Cronenberg y Haywire, lo último que Steven Soderbergh acaba de presentar en el Festival de Cine de Berlín. Si a ello añadimos las nominaciones y los premios asociados a Shame, este período de tiempo le será irrepetible. Por su parte, la joven Carey Mulligan también cuenta con una carrera meteórica, cuya filmografía se compone por, entre otras, An Education, Drive y Nunca me abandones. Ambos intérpretes elevan considerablemente la calidad del producto final.
Película: Shame.
Dirección: Steve McQueen.
País: Reino Unido. Año: 2011. Duración: 97 min. Género: Drama.
Interpretación: Michael Fassbender (Brandon), Carey Mulligan (Sissy), James Badge Dale (David), Nicole Beharie (Marianne), Hannah Ware. Guion: Steve McQueen y Abi Morgan.
Producción: Iain Canning y Emile Sherman.
Música: Harry Escott.
Fotografía: Sean Bobbitt.
Montaje: Joe Walker.
Diseño de producción: Judy Becker.
Vestuario: David C. Robinson.
Premios y nominaciones:
Premios BAFTA: Nominada a Mejor película británica y Mejor actor (Michael Fassbender )
Globos de Oro: Nominado a Mejor actor dramátcio (Michael Fassbender )
FEstival de Venecia: Ganador de los premios a Mejor película y mejor actor (Michael Fassbender ) nominado Steve McQueen a mejor director.
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