Massy Tadjedin debuta en la dirección con Solo una noche puesto que, hasta la fecha, esta cineasta norteamericana de origen iraní se había dedicado a la redacción de algunos guiones y a la producción de filmes como el inclasificable The Jacket protagonizado por Adrien Brody o Leo, con la pareja formada por Joseph Fiennes y Elisabeth Shue al frente del reparto. En el año 2010 decide probar suerte detrás de la cámara por medio de una cinta que, pese a su aparente sencillez, esconde una complejidad superior de la que aparenta. Se trata de un drama sobre los recelos en las relaciones sentimentales y sobre las dudas ante posibles infidelidades. Así, Solo una noche se construye sobre los diálogos de sus personajes y, por esa razón, resulta muy teatral, puesto que la mayor parte de las escenas se desarrollan en recintos cerrados donde las conversaciones constituyen el punto fuerte de la narración.
Cuenta la historia de un matrimonio joven, Joanna y Michael Reed, que, debido a un viaje de negocios del marido, se ven obligados a pasar separados una noche. Entonces comienza a germinar en ambos la sospecha sobre los verdaderos sentimientos del otro, a la par que son conscientes de que también ellos son partícipes de relaciones paralelas incompatibles con la fidelidad y la clase de amor que exigen a su media naranja. De modo que asistimos a una especie de partida de ajedrez en la que los cónyuges se lanzan medias verdades, ocultan hechos y disfrazan situaciones para evitar que su compañero conozca la verdad y confirme sus recelos. Al mismo tiempo, se sirven de llamadas con el fin de averiguar si el otro miembro del matrimonio actúa del mismo modo que ella y él. La última escena, en la que ambos se abrazan y se declaran su amor mientras, con la mirada, el esposo analiza los zapatos de fiesta que, tirados por el suelo, contradicen la versión de su esposa al confesarle que no había salido la noche anterior, es fiel reflejo del contenido general de la película.
Tadjedin realiza una filmación correcta, aunque su ritmo pausado le impide destacar como debiera. Es probable que tan sólo guste a los amantes de los dramas intimista que rebuscan en la profundo de la personalidad de los individuos pero es justo reconocer que, sin ser un producto brillante, entretiene al espectador. Ahora bien, para quienes prefieren historias amenas, ágiles, divertidas y que no requieran un esfuerzo para interpretar los gestos y las palabras de los personajes no es la mejor opción.
Uno de los grandes alicientes es, sin duda, los actores que integran el equipo artístico. La actriz Keira Knightley ha destacado por sus interpretaciones en Love Actually, Expiación, Orgullo y prejuicio, La duquesa o, más recientemente, Nunca me abandones. Sam Worthington ha saltado a la fama gracias a algunis ejemplos de cine de acción como Terminator Salvation, Avatar o Furia de titanes. Ambos interpretan al matrimonio protagonista. A sus aventuras extramatrimoniales les ponen cara Eva Mendes y Guillaume Canet y tanto unos como otros desempeñan sus papeles de modo destacable.
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