Tal vez
el suceso histórico que más veces se haya llevado a la gran pantalla sea la
Segunda Guerra Mundial. Y, entre ese nutrido elenco de películas, algunas se
han centrado en los denominados “Juicios de Núremberg” que, además de
constituir una fuente de inspiración para escritores y cineastas, marcaron un
antes y un después en la comprensión del propio Derecho Penal. Seguramente, la
adaptación más célebre corresponde a Stanley Kramer, quien en 1961 estrenó en
España una cinta con el ilustrativo título de “Vencedores o vencidos” (en el
original, “Judgment at Nuremberg”). Obtuvo dos Oscars de un total de once
nominaciones (mejor actor protagonista y mejor guion adaptado) y dos Globos de
Oro (mejor actor dramático y mejor director). Ahora llega a las salas de
proyección otra propuesta (“Núremberg”) que vuelve a incidir en tan singular
episodio bélico.
Se hace
cargo del proyecto James Vanderbilt que, si bien no posee una larga trayectoria
como realizador (supone su segundo trabajo tras “La verdad” (2015),
protagonizado por Cate Blanchett y el tristemente fallecido Robert Redford),
dispone de una amplia experiencia como productor y guionista. Así, ha participado
en destacados largometrajes como “Zodiac”, de David Fincher. En “La verdad” ya
evidenció su interés por asuntos políticos y polémicos y, de hecho, en esta
ocasión tampoco evita adentrarse en zonas oscuras y plantear abiertamente dilemas
éticos relacionados con la sinrazón humana. Desde luego, atendiendo a sus dos
únicas obras, se concluye que sabe narrar con la cámara y crear atmósferas
realistas y absorbentes.
Durante los
históricos juicios de Núremberg, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, un
psiquiatra estadounidense desempeña la tarea de evaluar la salud mental de los
prisioneros nazis, a fin de determinar si se consideran aptos para ser juzgados
por crímenes de guerra. Para desarrollar dicha función ha de contactar con un
militar alemán, mano derecha de Hitler, y librar con él una intensa batalla de
ingenio y manipulación.
Estrenada
en el Festival de Cine de Toronto y exhibida en el de San Sebastián, se trata
de una producción notablemente construida y, aunque a mi juicio le sobra
metraje, tanto la ambientación como el ritmo captan con éxito la atención del
espectador. Quizá no alcance el sobresaliente, pero sin duda opta al notable y
apuesta por abordar unas temáticas que, a pesar del tiempo transcurrido, mantienen
su cuota de actualidad. Su visionado provoca una sensación extraña ya que, sin
ofrecer nada especialmente novedoso ni atrayente desde un punto de vista
narrativo ni visual, empuja a revisar determinadas etapas del pasado que aún
conviene tener muy presentes.
Encabeza
su destacado equipo artístico el actor Russell Crowe que, si en el aspecto
físico produce cierta nostalgia de otras épocas, mantiene todavía su magnetismo
frente a la cámara. Ganador de una estatuilla dorada por “Gladiator” y
recordado gracias a las magníficas “L.A. Confidential”, “The Insider (El
dilema)” o “Una mente maravillosa”, no consigue mejorar sus registros de
antaño, pero conserva un meritorio nivel. Le acompaña el siempre inquietante Michael
Shannon, caracterizado por una mirada sórdida y unos personajes habitualmente
retorcidos (“Animales nocturnos”, “La forma del agua”), quien aporta su granito
de arena a la tensión general del relato. Como contrapunto figura Rami Malek,
premiado asimismo con el máximo galardón de la Academia de Hollywood por dar
vida a Freddie Mercury en “Bohemian Rhapsody”, y encarnar al villano de la
última aventura de James Bond, “Sin tiempo para morir”. Con él se formaba un
digno triángulo que, al final, se convierte en cuadrado merced a la estupenda
aportación de Richard E. Grant, curioso y exótico intérprete de Suazilandia a
cargo de una filmografía inclasificable. Candidato igualmente al Oscar por “¿Podrás
perdonarme algún día?”, tan pronto participa en “Saltburn” como en “La edad de
la inocencia”, totalmente dispares. Junto a ellos aparecen Lydia Peckham (“El
reino del planeta de los simios”), Colin Hanks (hijo de Tom Hanks) y John
Slattery (“Spotlight”, “Destino oculto”).
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