Víctimas
de esta epidemia que asola a la cinematografía norteamericana (sin expectativas
de cura, por ahora) y que se traduce en que las productoras se centran casi en
exclusiva en filmar nuevas versiones, secuelas y precuelas de lo que en su día
fueron apuestas nuevas y originales, la semana pasada llegó a las pantallas
españolas “Sé lo que hicisteis el último verano”, revisión de la cinta del mismo
título estrenada en 1997. Aquel thriller adolescente presentó una segunda parte
dos años más tarde, con el imaginativo título de “Aún sé lo que hicisteis el
último verano”.
A la
pregunta de si esta propuesta de 2025 aporta alguna novedad respecto a la de
finales de los noventa, la respuesta es rotundamente negativa. Sin embargo,
parece darse por supuesto que las presentes generaciones no ven largometrajes
antiguos (si es que menos de tres décadas después cabe calificarlos así) y que,
por ende, procede rodar adaptaciones de sus predecesoras.
En la
historia del Séptimo Arte abundan esta clase de revisiones, en general fallidas.
Uno de los cineastas más afectados ha sido Alfred Hitchcock, obteniéndose resultados
paupérrimos de sus extraordinarias “Crimen perfecto”, “Psicosis” o “Rebeca”.
Sea como fuere, la nula propensión a arriesgar a través de un proyecto
novedoso, original y diferente, unida a la tendencia a apostar únicamente por
fórmulas de probada rentabilidad económica o de éxito popular asegurado,
empieza a alzarse como seña de identidad de la reciente industria
cinematográfica estadounidense. Así, y parafraseando el título de este filme, yo
tengo claro lo que no hicieron durante el último verano los productores de
estas obras tan reiterativas y repetitivas: dar opciones artísticas a la
originalidad y a la innovación.
Un grupo
amigos provoca involuntariamente un accidente mortal. A partir de ese momento,
deciden encubrir su participación y establecer un pacto de silencio. Un año
después, el pasado regresa para atormentarlos y se ven obligados a enfrentarse
a una aterradora verdad: alguien sabe lo que hicieron el último verano y, al
parecer, se dispone a buscar venganza. A medida que los implicados resultan
acechados uno a uno por un asesino, descubren que dicha situación ya ha
sucedido antes y recurren a dos supervivientes de aquellos hechos acaecidos
tiempo atrás.
Se trata
de un previsible thriller de temática plana dirigido especialmente al público
juvenil, pero que también puede entretener durante apenas hora y media a
quienes visionaron el original de 1997, ya que la intervención de jóvenes
apuestos y asustados se repite. A título
particular, y como espectador de la misma historia hace un cuarto de siglo, me
resultó (para no variar) cansino e innecesario y me desconecté enseguida de la
proyección.
Dos de
aquellos intérpretes actúan nuevamente: Freddie
Prinze Jr. y Jennifer Love Hewitt. El primero rodó “Scooby-Doo” y varias
comedias románticas (“Alguien como tú”), y apareció fugazmente en la exitosa serie
televisiva “Friends”. La segunda protagonizó para la pequeña pantalla “Entre
fantasmas”, y figuró asimismo en “Las seductoras” o “El esmoquin”.
Como
miembros sobrevenidos de la pandilla se añaden Madelyn Cline (“Identidad
borrada”, “Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion”), Chase Sui
Wonders (“The Studio”), Sarah Pidgeon (“Gotham”), Jonah Hauer-King (“La
sirenita” de 2023) y Tyriq Withers (“Tell me lies”).