A la pregunta de cuál es la película de habla hispana más taquillera de todos los tiempos en Estados Unidos, muy pocos sabrán que se trata de una modesta comedia mexicana titulada “No se aceptan devoluciones”. De hecho, hasta hace muy poco tiempo dicho honor recaía en la cinta española dirigida por el también mexicano Guillermo del Toro “El laberinto del fauno”, que rozó los cuarenta millones de dólares de recaudación en el mercado norteamericano. Sin embargo, el año pasado este título escrito, dirigido y protagonizado por Eugenio Derbez superó, para sorpresa general, la cifra de cuarenta y cuatro millones. Derbez, realizador curtido hasta ese momento en el medio televisivo y cuya experiencia en la gran pantalla se reducía a papeles secundarios en filmes prescindibles, ha logrado un éxito sin precedentes que, a buen seguro, ha debido sorprenderle incluso a él, habida cuenta que el público anglosajón no es muy proclive a aventurarse en otras cinematografías ajenas a la suya propia.
Nos cuenta la historia de Valentín, un soltero mujeriego y egoísta que un buen día recibe la visita de una mujer con la que mantuvo una relación ocasional y que le entrega una hija en común cuya existencia desconocía por completo. Sobrepasado por la situación, decide inicialmente devolver la niña a su madre pero la inesperada convivencia con la menor le hace cambiar de idea. Algunos años después, la progenitora reaparece para reclamar a la pequeña por vía judicial. Este curioso cruce entre “Tres solteros y un biberón” y “Kramer contra Kramer” cuenta con muchos defectos pero, también, con una gran virtud. Los personajes resultan planos y casi caricaturizados; la narración, poco original; las secuencias, previsibles; el tono melodramático, cursi; y el cómico, simplón. Pero aun así, posee algo que engancha. A ratos conmueve y, por momentos, provoca la risa.
Existen razones objetivas para resaltar varios puntos mediocres pero trasciende a ellas un aspecto subjetivo que, si logra conectar con el espectador, le conduce a la senda de la emoción y de la diversión. No es infrecuente que determinadas obras con carencias tan evidentes generen de modo inexplicable en las personas un estrecho vínculo emocional que conlleve el perdón de tales defectos. Por lo que a mí respecta, he de reconocer que, consciente de que me estaba gustando lo que veía, simultáneamente no daba crédito a semejante circunstancia.
Los primeros minutos de “No se aceptan devoluciones” son los peores, ya que el humor más manido y exagerado lo inunda todo y Derbez se reivindica como émulo de Roberto Benigni. El exceso, el histrionismo, y el abuso de la emotividad como elementos cómicos confluyen negativamente. Pero, a medida que el bebé va creciendo y se convierte en un personaje activo del relato, la gracia aumenta y el drama se consolida. Y, pese a mezclar sin ton ni son una serie de ingredientes de lo más diverso, el guiso acaba resultando incomprensiblemente sabroso. Es todo un misterio.
Junto al propio Eugenio Derbez, completan el elenco la actriz Jessica Lindsey, recientemente vista en “Ahora me ves” y la debutante Loreto Peralta que, a sus nueve años, firma una actuación muy interesante y logra mantener viva la chispa de la acción. En 2015 estrenará su segundo trabajo, “Un caballo llamado Elefante”, y a buen seguro empezará a brillar con asiduidad en las carteleras internacionales.
Trailer de la película
Datos del film
Película: No se aceptan devoluciones.
Dirección: Eugenio Derbez.País: México. Año: 2013. Duración: 115 min. Género: Comedia dramática.
Interpretación: Eugenio Derbez, Jessica Lindsey, Loreto Peralta, Daniel Raymont, Alessandra Rosaldo, Hugo Stiglitz, Arcelia Ramírez.
Guion: Guillermo Ríos, Leticia López Margalli y Eugenio Derbez.
Producción: Mónica Lozano y Eugenio Derbez.
Música: Carlo Siliotto.
Fotografía: Martin Boege y Andrés León Becker.
Montaje: Eugenio Derbez y Santiago Pérez Rocha.
Diseño de producción: Sandra Cabriada.
Vestuario: Gilda Navarro.
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