Una escena a escasos diez minutos de su inicio resume certeramente las pretensiones de este largometraje. Durante un combate sin piedad entre seres vivos y muertos vivientes (que incluye disparos en la cabeza, salpicaduras de sangre y restos de órganos por todas partes), suena de fondo la romántica canción “Missing you” de John Waite. Simultáneamente, uno de los zombis que comenzó la pelea observa, quieto y embobado, a una humana que continúa disparando a sus adversarios con cara de furia. La combinación entre lo tétrico y lo sentimental es perversa y rara vez se resuelve con acierto. Como ejemplo de éxito, tal vez a más de uno le encaje la magnífica “Drácula de Bram Stoker”, dirigida por Francis Ford Coppola hace más de veinte años y en la que resolvió con brillantez esa mezcla tan inusual. Pero, en todo caso, cualquier comparación entre ambas es un sacrilegio.
“Memorias de un zombie adolescente” cuenta la historia de un cadáver que deambula perdido y que, tras establecer una relación amorosa con una bella humana, descubre que puede revivir de forma paulatina nuevamente. Como contrapunto al romance, la lucha a muerte (término discutible, lo reconozco, cuando uno de los combatientes se supone que ya está fallecido) entre ambos bandos trata de crear una atmósfera de tensión. Sin embargo, guionista y director desperdician estas bazas a su favor ya que, pese a que la trama pudiera resultar original y llamativa, no llevan la propuesta hasta el límite. La parte del film más cercana al terror adolece de intensidad, contundencia, riesgo y agilidad. La narración presenta un ritmo, más que lento, monótono y anodino, lo que impide generar en el espectador la emoción necesaria para alcanzar los objetivos propios del género. Como cinta romántica, también se queda a medio camino. Aunque ésta es la verdadera esencia de la obra, los defectos en los que incurre la faceta terrorífica la contagian y terminan por afectar al conjunto. Aun así, este título se sitúa por delante de la mayor parte de largometrajes destinados al público adolescente, dado que se desmarca del tono mediocre, repetitivo y grotesco de otras muestras dirigidas a este concreto sector.
Su realizador es el joven Jonathan Lavine, quien sí destacó en 2012 con “50/50”, comedia nominada al Globo de Oro, así como su protagonista -el versátil Joseph Gordon-Levitt-. Me atrevería a asegurar su pertenencia a una nueva generación de prometedores cineastas que despuntará en un futuro próximo, aunque considere que en esta ocasión ha dado un paso atrás en su carrera. La pareja protagonista está formada por el británico Nicholas Hoult (“Un niño grande”, “Jack, el caza gigantes”, “Furia de titanes”, “X-Men: primera generación”) y la australiana Teresa Palmer (“Soy el número cuatro”, “El aprendiz de brujo”). Incomprensiblemente, un actor de la entidad de John Malkovich, con memorables interpretaciones en títulos imprescindibles de la historia del cine, desempeña un papel secundario que desentona claramente con su trayectoria profesional.
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Datos del film:
Título original: Warm bodies.
Dirección: Jonathan Levine.
País: USA. Año: 2013. Duración: 97 min. Género: Comedia, terror, romance.
Interpretación: Nicholas Hoult (R), Teresa Palmer (Julie), Analeigh Tipton (Nora), Rob Corddry (M), Dave Franco (Perry), John Malkovich (general Grigio).
Guion: Jonathan Levine; basado en la novela homónima de Isaac Marion.
Producción: Bruna Papandrea, Todd Lieberman y David Hoberman.
Música: Marco Beltrami y Buck Sanders.
Fotografía: Javier Aguirresarobe.
Montaje: Nancy Richardson.
Diseño de producción: Martin Whist.
Vestuario: George L. Little.
2 comentarios:
Pues no me planteaba verla, pero he leidouna crítica que me ha dejado con curiosidad, pese a tus pegas creo que le daré una oportunidad. Un beso!
Espero que me comentes qué te ha parecido cuando la veas. Un beso
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