Es curioso que las dos películas que vi el pasado fin de semana, pese a ser tan dispares, me hayan provocado una sensación tan parecida. Tanto “El Hobbit” de Peter Jackson como “De óxido y hueso” de Jacques Audiard, me dieron la impresión de tener dimensiones y aspiraciones demasiado elevadas para los resultados que han obtenido finalmente. Luciano Balmes decía que "la lectura es como el alimento, el provecho no está en proporción de lo que se come sino de lo que se digiere". Algo similar ocurre con el cine. La conclusión a la que llega todo espectador que pasa mucho tiempo delante de la pantalla es que las grandes películas son aquellas cuya proyección se le ha hecho corta y cuyo contenido ha sido capaz de entretenerle y de captar su interés. En ese sentido, pese a los sobresalientes logros técnicos de la adaptación de la obra de Tolkien y a los notables momentos de calidad cinematográfica de los dos estrenos anteriormente mencionados, mi apreciación fue que buena parte de sus metrajes resultaba bastante lenta e insustancial. En otras palabras, numerosos minutos visionados pero no todos digeridos, con la excepción de escasos tramos realmente brillantes.
Centrándome en “De óxido y hueso”, lo primero que he de señalar es que se trata de un drama con mayúsculas, la triste historia de unas personas sin suerte a las que las desdichas les persiguen allá donde van y que arrastran una lucha permanente y un cúmulo de insatisfacciones que agotan solo con verlas. Esta especial característica ya descarta de entrada a un tipo de público que rechaza el género al que pertenece el film. Además, su director ha optado por un estilo de narración especialmente pausado y que se acerca más al estilo de rodaje de un documental que al de la ficción. Concatena escenas de una gran carga emotiva con otras más prescindibles, que tal vez tengan sentido en una recreación hiperrealista de la cotidianeidad de sus personajes pero que, enmarcadas dentro de una producción cinematográfica, lastran su ritmo. Es probable que el realizador haya pretendido transmitir el relato de una forma tan cruda y desnuda para dotarlo de mayor credibilidad. Pero, aunque ha logrado ese objetivo, no ha podido evitar un tono general de pesadez.
No obstante, conviene resaltar los puntos fuertes de esta cinta gala, empezando por el excelente trabajo de sus intérpretes, especialmente una brillante Marion Cotillard. De hecho, la parisina acaba de recibir una nominación a los Globos de Oro por esta actuación. El Oscar que ganó por su recreación de la cantante Edith Piaf en “La vida en rosa” ya avaló su versatilidad y calidad profesional. También es justo mencionar algunas pinceladas emotivas de gran intensidad que salpican “De óxido y hueso”. Sin dejar de calificarlo como un film irregular, creo que vale la pena verlo, sobre todo por la originalidad de su propuesta.
El responsable de la realización es Jacques Audiard, todo un referente de la cinematografía francesa. Despuntó sobremanera con el largometraje “Un profeta”, que obtuvo diversos reconocimientos y galardones internacionales (ganó en los BAFTA, logró premios en festivales como el de Cannes y estuvo nominado a los premios de la Academia de Hollywood). Habitual de los César, es considerado un director de culto y motivos para ello no le faltan. Por ser un cineasta valiente, que no sigue modas ni copia estilos sino que crea, es recomendable seguirle los pasos. Ya solo por eso merece un reconocimiento, aunque su obra no convenza al cien por cien.
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Datos del film:
Película: De óxido y hueso. Título internacional: Rust and bone. Título original: De rouille et d’os.Trailer en castellano
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Dirección: Jacques Audiard.
Países: Francia y Bélgica. Año: 2012. Duración: 120 min. Género: Drama, romance.
Interpretación: Marion Cotillard (Stéphanie), Matthias Schoenaerts (Alain van Versch), Céline Sallette (Louise), Bouli Lanners (Martial), Armand Verduse (Sam), Corinne Masiero (Anna), Jean-Michel Correia (Richard).
Guion: Jacques Audiard y Thomas Bidegain; basado en la novela “De rouille et d’os”, de Craig Davidson.
Producción: Pascal Caucheteux.
Música: Alexandre Desplat.
Fotografía: Stéphane Fontaine.
Montaje: Juliette Welfling.
Diseño de producción: Michel Barthélémy.
Vestuario: Virginie Montel.
Dos nominaciones a los Globos de Oro: Mejor película extranjera y mejor actriz dramática (Marion Cotillard)
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