Tras varias semanas con un cúmulo de interesantes largometrajes que llegaban a nuestra cartelera, ahora les ha llegado el turno a otras películas menos relevantes. Sin ir más lejos, el pasado viernes tuve que rebuscar bastante entre propuestas de segundo nivel para decantarme por un film de estreno. De entre ese elenco de cintas que pasan más desapercibidas, La gran aventura de Winter el delfín se presenta como una producción de una cierta repercusión en el mercado norteamericano, ya que obtuvo a principios de octubre el número uno de la taquilla en su segunda semana en cartel, recaudando hasta la fecha setenta millones de dólares, aproximadamente el doble de su presupuesto.
Se trata de una historia basada en hechos reales que cuenta, de forma edulcorada y tierna, la relación entre un niño y un delfín herido y los esfuerzos, tanto del muchacho como de unos médicos, para lograr su recuperación. La trama recuerda mucho a otras similares, como las de la saga de Liberad a Willy, también de una notable rentabilidad económica. Sin obviar que puede resultar una vía ideal para que los pequeños presencien ejemplos de buenos sentimientos, superación ante la adversidad y final feliz, el principal problema estriba en que este proyecto se dirige exclusivamente a quienes puedan sentirse atraídos por estas propuestas eminentemente infantiles, por lo que acaban siendo excesivamente blandas, previsibles y cursis a medida que la edad del espectador aumenta.
Su director, Charles Martin Smith, presenta una doble faceta profesional bien diferenciada. Como realizador suele abordar un género cinematográfico dirigido a la infancia en el que los animales son los protagonistas principales. Así, en el año 1997 fue el responsable de Air Bud, en la que un perro jugaba al baloncesto. Sin embargo, cuando se dedica a la interpretación – siempre, por cierto, en papeles secundarios- aparece en títulos nada infantiles como Los intocables de Elliot Ness, Starman o Labios ardientes. En todo caso, y centrándonos en La gran aventura de Winter el delfín, su labor ha de calificarse de nada creativa, plana y carente de un sello personal.
En compensación, los actores que integran el reparto son muy conocidos para el gran público. Es el caso de Morgan Freeman, excelente intérprete ganador de un Oscar por Million Dollar Baby y nominado asimismo a otras estatuillas doradas por Invictus, Cadena perpetua, Paseando a Miss Daisy y El reportero de la calle 42. En su filmografía figuran algunas obras de obligada visión como Sin perdón o Seven. Le acompaña el magnífico cantante Harry Connick Jr., popular por las canciones de El padrino Parte III o Cuando Harry encontró a Sally y que, de cuando en cuando y con menor fortuna que la musical, ejerce como actor. En el apartado femenino, el protagonismo recae sobre la siempre correcta Ashley Judd, que alcanzó la fama en la década de los noventa gracias a Heat, Tiempo de matar o Doble traición.
1 comentario:
De acuero al 100%. Me tocó verla ayer en un cumpleaños de mi hija... :-(
Publicar un comentario