viernes, 3 de junio de 2011

EL CASTOR (The Beaver)



Siempre se ha considerado a Jodie Foster como una de las estrellas más atípicas de Hollywood, ya que su brillantez y talento superan la media establecida en la Meca del Cine. Exceptuando a la magistral Meryl Streep, es la intérprete más galardonada y reconocida de la cinematografía norteamericana contemporánea. Ganadora de dos Oscar, tres BAFTA, dos Globos de Oro y un sinfín de galardones concedidos en festivales internacionales, ha logrado figurar por derecho propio en cualquier compendio de la historia del séptimo arte gracias a su faceta de actriz. Sus inicios desde niña en los campos publicitario y televisivo le sirvieron como trampolín para dar un salto prometedor y temprano a la gran pantalla a través de unos personajes duros y complicados que fueron afrontados por la californiana con esa calidad y profesionalidad que han cimentado su permanente fama de actriz de culto. Sus actuaciones en plena adolescencia en títulos como Taxi Driver o La muchacha del sendero (adaptación de la célebre novela de Laird Koenig traducida al español como La niña de las tinieblas) avalaron que sus grandes interpretaciones en la edad adulta no supusieran sorpresa alguna. Acusados y, sobre todo, El silencio de los corderos le otorgaron, además de fama y alabanzas mundiales, la oportunidad de mostrar todo el potencial que poseía. Sin embargo, con posterioridad no volvió a encontrar más papeles intensos y llenos de interés y su actividad como intérprete comenzó a diluirse. Sus proyectos dejaron de ser habituales para convertirse en esporádicos y terminó aceptando ofertas nada acordes con su talento, desentonando así con los envidiables resultados de su trayectoria anterior.
Debutó con muy buenas críticas en el terreno de la dirección firmando El pequeño Tate, un largometraje intimista y de bajo presupuesto donde exploraba la profundidad de sus personajes con inteligencia y sensibilidad. Tras la más irónica A casa por vacaciones presenta ahora El castor, la curiosa historia de un hombre que, tras caer en una profunda depresión, logra salir de ella gracias a una marioneta del citado roedor que le sirve de vehículo para expresarse. El principal problema de la cinta es que sitúa su punto de partida en una premisa tan absurda que lastra irremediablemente todo el conjunto. Por mucho que Foster se esfuerce en extraer de la trama una serie de profundas reflexiones a través de diálogos o escenas con mensaje, lo cierto es que la ridiculez se apodera del metraje y triunfa la sensación de que El castor sólo podría funcionar hipotéticamente como una comedia disparatada, pero nunca como el drama que pretende ser. Por lo tanto, la película decepciona por la sencilla razón de que se esperaba algo mejor de su realizadora, cuya carrera tras las cámaras parece seguir la misma línea descendente que la que ha recorrido como actriz.
El protagonismo del film recae sobre el actor australiano Mel Gibson, que –todo hay que decirlo- desempeña uno de los mejores papeles de su filmografía. Le acompañan en el reparto la propia Jodie Foster y Jennifer Lawrence, joven norteamericana que, con tan sólo veintiún años, ya ha sido nominada a la estatuilla dorada a la mejor actriz por su interpretación en Winter´s Bone y que la próxima semana repetirá en la cartelera con otro estreno - X-Men: Primera generación-. Ella es la única integrante del elenco cuyo personaje mínimamente coherente le ayuda a salvarse de esta historia sin sentido.

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