Philip K. Dick es uno de los escritores estadounidenses que mantiene una mayor relación con el mundo del cine. Su privilegiada visión futurista y su capacidad para la ciencia ficción explican que los profesionales del séptimo arte encontraran en sus creaciones la fuente de inspiración para rodar películas memorables. Por desgracia, el novelista no pudo disfrutar con la visión en la gran pantalla de las adaptaciones de sus obras ya que falleció en marzo de 1982 y no fue hasta el 25 de junio de ese mismo año cuando se estrenó la ya mítica Blade Runner, cinta basada en su libro ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Posteriormente vendrían otras muchas. Steven Spielberg utilizó material suyo para Minority Report, Paul Verhoeven también recurrió a sus escritos cuando dirigió Desafío total, largometraje protagonizado por Arnold Schwarzenegger, John Woo hizo lo propio con Paycheck y, hace algunos años, el actor Nicholas Cage estrenó Next sobre las bases de su relato El hombre dorado. Ahora llega a las salas de proyección Destino oculto, opera prima de George Nolfi, un debutante en la realización que hasta ahora se había dedicado a colaborar en los guiones de algunos filmes como El ultimátum de Bourne u Ocean´s Twelve, título que también tiene su origen en una breve historia que escribiera Philip K. Dick en 1954 llamada El equipo de ajuste.
No hay duda de que Destino oculto debe encuadrarse en el género de la ciencia ficción. En ella se cuenta cómo un joven y prometedor político se ve obligado a luchar contra un denominado “Departamento de ajustes” cuyo poder que se adentra en lo sobrenatural, controlando el destino mundial. Por esa razón, no está dispuesto a permitir que un candidato al Senado opte por continuar su relación sentimental con una joven bailarina a la que acaba de conocer, poniendo así en peligro su futuro en la política. Se trata de una película un tanto extraña. Su intento de compaginar los géneros romántico, de acción y de ciencia ficción es muy loable y el resultado alcanza un aceptable nivel de entretenimiento. Sin embargo, pese a ser un proyecto ambicioso tanto desde el punto de vista presupuestario (más de cincuenta millones de dólares) como artístico, no logra quitarse de encima la sensación de ser un largometraje que no encaja adecuadamente en ninguno de los tres géneros. En definitiva, la propuesta es interesante y entretenida pero queda relegada en comparación con otros grandes títulos derivados de la mente imaginativa del malogrado escritor.
En el apartado interpretativo cabe resaltar la participación del siempre versátil y correcto actor Matt Damon, presente en los repartos de hasta cinco películas en este 2011, entre ellas, la segunda parte del film de animación Happy Feet donde presta su voz a uno de los personajes. La actriz Emily Blunt -El diablo viste de Prada, La guerra de Charlie Wilson- se encarga de darle la réplica interpretando a la joven bailarina de la narración.
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