Ron
Howard es un polifacético y prolífico director, productor, guionista y actor
estadounidense. Siendo todavía un niño, comenzó su actividad como intérprete en
series de televisión y, hasta la fecha, ha ganado dos Oscars, un Globo de Oro,
tres Emmys e, incluso, un Grammy de la industria musical. La lista de producciones
en las que ha colaborado resulta interminable y, obviamente siendo tan extensa,
reúne de todo, desde excelentes cintas como “Una mente maravillosa” o “Apolo
13” a buenas películas como “El desafío: Frost contra Nixon” o “Cinderella Man”,
pasando por algunas más prescindibles. En los últimos tiempos viene estrenando
sus trabajos en plataformas -por ejemplo, en 2020 en Netflix, “Hillbilly, una
elegía rural” (curioso biopic del actual Vicepresidente de los Estados Unidos,
J.D. Vance), “Trece vidas” en 2022 en Amazon Prime y, ahora, “Edén”, repitiendo
en Amazon.
Este
último se sitúa dentro de sus proyectos menos interesantes, pese a una correcta
producción técnica, un guion con algo de intensidad e interés, y un destacado
equipo artístico. Aun así, el regusto final se torna más bien decepcionante,
sobre todo comparado con sus grandes obras y con las expectativas que genera una
figura de su categoría cada vez que regresa a las carteleras. Se nota demasiado
la artificialidad del producto, en ocasiones forzado, y a cargo de una
narrativa cercana al telefilme. La
historia engancha al principio y el elenco de estrellas actúa como anzuelo
adecuado. Sin embargo, conforme la proyección avanza, se manifiesta cierta
mediocridad global.
Impulsados
por unas profundas ganas de cambio, un grupo de personas abandona sus vidas y
corta todo lazo con la sociedad, para recomenzar en un aislado paraje de las Islas
Galápagos. Buscan libertad, autenticidad y pureza existencial, pero, nada más
llegar a su paradisíaco destino, descubrirán la imposibilidad de alcanzar esa
utopía soñada. Los desafíos naturales y los conflictos personales transforman su
supuesto edén en un desafío muy duro, y la pretendida búsqueda de armonía
deriva en un reto de resistencia física y emocional.
A mi
juicio, sobra metraje, el mensaje que transmite se subraya en exceso y se
percibe falta de naturalidad en el desarrollo del relato. No obstante, la
tensión en la trama y los rostros conocidos que intervienen en ella hacen
llevadera una propuesta que, probablemente, debería haber recaído en distintas
manos.
Sea como
fuere, no cabe negar a Howard su habilidad a la hora de formar un ramillete de
nombres de primer nivel para esta aventura. Jude Law, dos veces nominado a la
estatuilla dorada de Hollywood por sus actuaciones en “El talento de Mr. Ripley”
y “Cold Mountain”, y con otras fantásticas aportaciones al cine (“Closer”,
“Gattaca”, “Enemigo a las puertas”, “Camino a la perdición”, “El aviador”), mantiene
aquí un nivel meramente aceptable, a sabiendas de que puede dar mucho más de sí.
Le acompaña Ana de Armas, candidata también al premio de la Academia por su
recreación de Marilyn Monroe en “Blonde”, chica Bond en “Sin tiempo para morir”
y personaje icónico en “Blade Runner 2049”. Junto a ellos participa Vanessa
Kirby (nominada al Oscar por “Fragmentos de una mujer”, integrante de sagas
como “Misión imposible” o “Fast & Furious” y de comedias románticas como
“Antes de ti” o “Una cuestión de tiempo”), Daniel Brühl (“¡Good Bye, Lenin!”,
“Capitán América: Civil War”, “Malditos bastardos”) y Sydney Sweeney (de las televisivas
“Euphoria” o “The White Lotus”, y vista en “Cualquiera menos tú” o “Madame
Web”).
En mi
opinión, demasiado talento desaprovechado, aunque, a tenor de los títulos de
crédito, existe más que de sobra. Quizás en otra ocasión.