Desde
hace algún tiempo, existe una especie de leyenda sobre cuál será la última
película que dirija Clint Eastwood. Ahora, a sus noventa y cuatro años, acaba
de estrenar un nuevo largometraje. Pero, cuando en 2021 llegó a las pantallas
“Cry Macho”, muchos lo describieron como el epílogo de su larga carrera. Ahora
sucede lo mismo con “Jurado Nº2”, su trabajo más reciente, publicándose comentarios
y referencias que lo asocian a la despedida profesional de este emblemático actor
y director. Por prudencia, no me atrevo a manifestarme, pero todo parece
indicar que entrará en el Libro Guinness de los Récords como el cineasta más
longevo en activo.
Eastwood
representa a la perfección la cinematografía norteamericana. En el ejercicio de
sus facetas como intérprete, realizador o productor, su extensa y ecléctica
trayectoria refleja un estilo artístico que, a la vez de un sello personal, se
alza como emblema de la cultura estadounidense. Figura venerada y respetada,
puede presumir de contar en su haber con varias obras maestras y numerosas
aportaciones sobresalientes al Séptimo Arte. Ganador de cuatro Oscars, pasará a
la Historia del Cine con mayúsculas gracias a títulos como “Sin perdón”,
“Million Dollar Baby” o “Los puentes de Madison”.
Esta
nueva propuesta se podría encuadrar dentro del subgénero que en Estados Unidos
denominan “Courtroom Movies” o cintas sobre juicios, que tantos filmes de
calidad ha generado, entre ellos “12 hombres sin piedad”, “Matar a un ruiseñor”,
“Testigo de cargo”, “Veredicto final” y un larguísimo etcétera. “Jurado Nº2”
constituye una digna continuación de ese magnífico listado, ya que entretiene y
elabora una propuesta argumental y cinematográfica seria. Más allá de la
reflexión sobre la justicia, la culpa o la ética, la oferta de Eastwood destila
intensidad y excelencia. Me atrevería a calificarla como la mejor desde “Gran
Torino”, que ya ha superado los tres lustros.
Un
ciudadano aparentemente normal y familiar es seleccionado como jurado en un
juicio por asesinato. Durante la vista, se enfrentará a un dilema moral que le
afecta a él y al acusado. En función de la decisión que adopte será el
resultado de la sentencia, dependiendo de ello la declaración de inocencia o de
culpabilidad del imputado.
A
través de un ajustado metraje, el realizador logra aglutinar el thriller y el
drama con sorprendente soltura. A título personal, sé que en el futuro volveré
a revisar con agrado “Jurado nº2” (circunstancia poco frecuente en mi caso),
pues me confieso un gran apasionado del género de tribunales, cuyas tramas se
centran en los enjuiciamientos y la aplicación del Derecho. No descarto que sea
deformación profesional, pero aquí he encontrado una muestra artística
estupenda, incisiva y hasta profunda, que además no olvida la esencia del
entretenimiento.
Su
protagonista, Nicholas Hoult, se dio a conocer con apenas doce años en “Un niño
grande”, junto a Hugh Grant. Además de en las sagas de “X-Men” y “Mad Max”, ha
intervenido en “Un hombre soltero”, “La favorita” o “Tolkien”. Desempeña una
buena labor bajo una batuta muy profesional. Le acompañan Toni Collette (“Las
horas”, “El sexto sentido”, “Hereditary”), J.K. Simmons (Oscar por “Whiplash” y
secundario de lujo en las exitosas “Spiderman”, “La La Land” o “Juno”) y Kiefer
Sutherland (“Algunos hombres buenos”, “Última llamada”, “Tiempo de matar”). El
futuro dirá si nos hallamos o no ante la despedida de Clint Eastwood. Sería, en
todo caso, una despedida lucida y un gran punto final para una carrera
memorable.