viernes, 31 de marzo de 2023

CRÓNICA DE UN AMOR EFÍMERO (Chronique d'une liaison passagère)



El director francés Emmanuel Mouret ha logrado concatenar en apenas un par de años dos pequeñas joyas cinematográficas de esas que pasan desapercibidas, de las que casi nadie habla pero que, en mi opinión, se convertirán con el paso del tiempo en referentes clásicos de un selecto y minoritario grupo, madurarán bien con el tiempo y ganarán adeptos gracias a ese fenómeno completamente ajeno a las campañas de marketing oficiales denominado “boca-oído”. En 2020 estrenó la deliciosa “Las cosas que decimos, las cosas que hacemos”, película que logró trece nominaciones a los Premios César del cine galo, y que suponía una bocanada de aire fresco dentro de una industria cada vez más encasillada y entregada a la desproporción y la grandilocuencia. Ahora llega a nuestras pantallas “Crónica de un amor efímero”, donde Mouret continúa narrando historias de amor pero, sobre todo, relatos humanos de personas con las que el espectador puede identificarse con facilidad.

Este cineasta nacido en Marsella sitúa a los personajes en el centro de sus obras, cimentando sobre ellos una serie de diálogos y secuencias que combinan sencillez, naturalidad y emoción. Refleja aspectos que, bajo una apariencia de simpleza, constituyen la génesis de las grandes cuestiones universales. El amor, las relaciones personales, los sentimientos, los convencionalismos y esa realidad, en ocasiones hostil, capaz de torpedear el futuro de dos individuos llamados a formar pareja. Con la sutilidad propia del romanticismo y un cierto descaro asociado a la comedia, logra transmitir autenticidad sin recurrir a presupuestos elevados ni a impactantes efectos especiales, pero con la honestidad de un trabajo sentido y genuino.

Sus protagonistas, una madre soltera y un hombre casado, deambulan perdidos por la vida. Llámese destino o mera casualidad, el hecho cierto es que se convertirán en unos amantes enamorados, aunque condenados a la separación. Entenderán que cada nuevo encuentro deberá ser el último, ya que sus existencias les llevan por caminos distintos. Sin embargo, les domina el convencimiento de que no tendrían que vivir el uno sin la otra, pues mantienen una conexión que les torna inseparables. Por fortuna, “Crónica de un amor efímero” va a contracorriente de la vorágine que infecta notablemente a la cinematografía actual. A través de un ajustado metraje de apenas hora y media, narra sin moralismos ni pretensiones profundas una infidelidad ligada a un enamoramiento verdadero y, pese a trasladar la amargura del amor imposible, supone toda una delicia. El realizador filma un largometraje coherente y ameno, si no sobresaliente, como mínimo encantador, y sus giros, que en algunas ocasiones homenajean a Woody Allen y en otras loan a Éric Rohmer, contribuyen a que la proyección deje en el público un excelente sabor de boca.

La cinta participó en la última edición del Festival de Cannes en una sección paralela a la oficial, llamada “Queer Palm”. No obstante, habida cuenta de que la triunfadora fue “El triángulo de la tristeza”, considero que existe una enorme brecha entre los títulos recientes que se galardonan y glorifican y los que, a mi juicio, merecen la pena, como el caso que nos ocupa y que, por obra y gracia de los canales de distribución y exhibición, todavía no ha llegado a Tenerife. Por suerte para mí, un reciente viaje a Madrid me permitió verla, pero los espectadores del archipiélago canario tendrán que aguardar a su difusión en plataformas. No ocurre lo mismo con “Las cosas que decimos, las cosas que hacemos”, ya disponible en Filmin. Sea como fuere, pienso sinceramente que ambos filmes de Mouret, aunque nunca figuren entre lo más destacado de la Historia del Cine, sí deberían hacerlo entre las mejores muestras del cine de hoy en día. Nada más y nada menos.

Sandrine Kiberlain (“Enamorado de mi mujer”, con Gérard Depardieu, “Un nuevo mundo”, junto a Vincent Lindon) le interpreta a ella, mientras que Vincent Macaigne   (“Las cosas que decimos, las cosas que hacemos”, “Médico de noche”, de Elie Wajeman) le da vida a él. Ambos comparten el peso de esta propuesta simple, pero no simplona, y que rescata en un elevado porcentaje la esencia del Séptimo Arte.

 


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